Imagen de los bancos que Joan Ribó ha instalado en la plaza de la Reina sin respaldo y de hormigón.

Imagen de los bancos que Joan Ribó ha instalado en la plaza de la Reina sin respaldo y de hormigón.C.L.

Comunidad Valenciana  Los sinsentidos de Ribó: desde merenderos en plena avenida hasta bancos de hormigón sin respaldo

Las iniciativas del alcalde de Valencia siguen sin cuajar entre vecinos y comerciantes de la ciudad

Se autodenominaron 'alcaldes del cambio'. Y tanto que lo están siendo. 'El Kichi' en Cádiz, Ada Colau en Barcelona, Manuela Carmena –lo fue– en Madrid y Joan Ribó en Valencia, llegaron en 2015, a priori, para dar un vuelco a la situación que se vivía –parece ser que insoportable– en aquél momento.

Con su llegada en bicicleta al Ayuntamiento de Valencia, Joan Ribó hizo saber que pretendía insuflar nuevos aires. Y de qué manera lo está haciendo. En cuanto al tráfico, a pesar de que la capital levantina nunca tuvo problemas de tránsito, el dirigente de Compromís ha logrado atascar la ciudad y convertirla en un embudo por la mañana y por la tarde.

Y es que Ribó no destaca, a tenor de la opinión de los barrios, como un gran gestor vecinal. Más allá de la ideología, los residentes ven y se quejan de que algo tan sencillo como que unos bloques de hormigón, a modo de la II Guerra Mundial, no pueden ser utilizados por los vecinos para descansar.

Este aspecto no se limita a un único ámbito. Por una parte, en numerosas plazas como la Reina, dichos bancos se limitan a ser meros «zamatostes», señala Carmen, asidua a pasear por la zona. Sin respaldo alguno. Dicho de otra manera, Pilar afirma que «el único que se puede sentar» en tal emblemática plaza es alguien «con la espalda recta y sin achaques».

De no ser así, si alguien quiere reposar su columna, solo pude hacerlo «en un bar o restaurante» adyacentes…y pagar por ello. «¿Me quiere alguien decir que con mi marido no me puedo apoyar aquí?», pregunta irónicamente e indignada la propia Pilar.

Ni siquiera se libran las Fallas

Más allá del centro, la gestión de Ribó también afecta a los barrios periféricos, con la insistencia en convertir la zona en una sucesión de bloques de hormigón. Así pues, hay barrios como Patraix u otros en los que Ribó está intentado cambiar la estética de sus bancos. Eso sí, los de la plaza del Ayuntamiento se pintan continuamente y con los colores de la bandera LGTTBI. Respaldos incluidos, que para eso es el centro, el barrio predilecto del alcalde.

Si por algo se conoce a Valencia es por las Fallas, fiesta de la pólvora y del ruido por antonomasia. Pero ahí Ribó, aunque parezca mentira, la ha vuelto a hacer.

Después de dar una rueda de prensa con trompetería diciendo que cambia –después de décadas– la ubicación de los castillos de fuegos artificiales, ha tenido que poner el freno y volver al punto del donde nunca tuvo que salir.

El Equipo de Gobierno municipal anunció a bombo y platillo el cambio de ubicación de dichos espectáculos pirotécnicos. La versión oficial decía que, en vez de hacerlos en la tradicional Alameda, se tendrían que celebrar en las afueras, junto al Palacio de las Artes, para mejorar la visibilidad de los cohetes.

El problema, curiosamente, para Ribó, Compromís y la coalición gobernante, no viene de la derecha ni de la ultraderecha. En esta ocasión, las quejas proceden del propio Oceanográfico y asociaciones animalistas, que se quejan de que el sonido de los petardos puede afectar a los animales que viven en él.

Compromís se define como ecologista y animalista. Por tanto, llama poderosamente la atención. No se sabe por qué la Concejalía de Fiestas, dependiente de la coalición nacionalista, no ha tenido a bien considerar este aspecto.

El Debate se ha puesto en contacto tanto con Compromís como con la Concejalía de turno para saber su versión al respecto, aunque ni uno ni otro han querido o podido proporcionar los datos requeridos.

En Valencia hay obras mejores y peores. También hay obras feas o más bonistas. Pero sin duda hay una que descuadra todas las apuestas. Es la de la plaza de San Agustín.

Plaza de San Agustín en Valencia, donde tendrían que llegar los autobuses pero es peatonal y los bloques impiden cualquier acceso.

Plaza de San Agustín en Valencia, donde tendrían que llegar los autobuses pero es peatonal y los bloques impiden cualquier acceso.C.L.

Entre uno de los principales centros comerciales a nivel internacional, junto a una de las más conocidas iglesias y de la nueva sede de la Agencia Tributaria, turistas y vecinos ven cada día una de las mayores rarezas urbanas del Equipo de Gobierno de Ribó y el PSPV-PSOE.

El actual Ejecutivo municipal previó ahí un hub o centro logístico de paradas de autobuses. Sin embargo, la realidad hoy es bien distinta. El legado de Ribó en la zona se circunscribe a una plaza presumiblemente peatonal.

Ahora bien, para entrar a pie a ella hace falta sortear unos muros de hormigón. Estos, a su vez, impiden que cualquier autobús, moto o vehículo motorizado pueda acceder a dicha plaza.

Frente a esta inacción local, los autobuses siguen parando en las calles adyacentes, que están colapsadas por las propias medidas municipales y continúan aumentando el malestar vecinal .Si todo esto parece de ciencia ficción, las actuaciones en la Avenida Pérez Galdós no son para menos.

En una de las vías céntricas y principales de la ciudad, el alcalde parece que ha centrado su ira sobre ella. Buen ejemplo, como ya detalló El Debate, es el merendero que el dirigente de Compromís ha instalado.

En la avenida Pérez Galdós, Ribó ha pintado unas misteriosas rayas rojas que no entienden los vecinos.

En la avenida Pérez Galdós, Ribó ha pintado unas misteriosas rayas rojas que no entienden los vecinos.C.L.

Lejos del esperado escenario de alejarse del mundanal ruido de la ciudad, a Ribó no le tembló el pulso para instalar una mesa de picnic junto a dicha avenida. Para más inri vecinal, no conforme con instalarlo en una de las calles más concurridas de la tercera ciudad España, decidió no poner ningún ornamento para que hiciera sombra.

En esta línea, por si un merendero absurdo a cuarenta grados en julio o agosto sin resguardo no fuera suficiente, el regidor tuvo a bien poner cuatro bancos. Eso sí, dos de ellos eran los bloques de hormigón sin respaldo que antes se citaron.

En este sentido, cabe destacar otra aportación de Ribó. Son las misteriosas rayas rojas que se pueden ver a lo largo de Pérez Galdós. La versión oficial dice que son tramos peatonales a la espera de que se ensanchen las aceras.

Lo cierto y verdad es que dichos tramos no son utilizados por los vecinos, que no saben qué son –tampoco algún agente de la Policía Local consultado–. Además, muchos tramos de ellas son pintorescos porque chocan en en el trayecto con, por ejemplo, contenedores.

Ribó va a apelar en las elecciones de mayo al voto vecinal. Valencia es la tercera ciudad de España. En base al mal resultado que le vaticinan las encuestas, el dirigente de Compromís tendría que valorar que, quizás, sus expectativas son algo altas. Y, de ser así, podrá ser tanto por desencanto producto de su gestión como porque no sabrán cómo llegar a su colegio electoral en la 'nueva' Valencia de Ribó.

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