Comunidad Valenciana Ribó pone ‘patas arriba’ las Fallas: prohíbe reservar taxis y cambia la ubicación de los castillos
El alcalde de Valencia no para de enfadar a sus vecinos y ahora pone más difícil y caro que disfruten de sus días grandes
Las Fallas de Valencia son unas fiestas que llaman a la participación de gente de todos los continentes. Así lo piden solemnemente las falleras mayores de la ciudad cada último domingo de febrero en la Crida. En ellas, las máximas representantes de los festejos en honor a San José hacen un llamamiento «a todo el mundo» para que se acerque a la capital levantina.
Sin embargo, por mucho empeño y entusiasmo que las falleras mayores le pongan, hay aspectos contra los que resulta infructuoso luchar. Es darse contra una pared. Un caso de ello es el del propio alcalde de Valencia, Joan Ribó.
Con su enfermiza obsesión de concebir el día a día y la actividad política de manera divisiva, buenos y malos, rojos y todos los demás, el regidor se ha apuntado en las Fallas el enésimo tanto de cara a los méritos para que sea desalojado de su puesto el próximo 28 de mayo.
El mandatario nacionalista no goza de especial simpatía entre sus vecinos. Sus gestos de postureo como llegar en bicicleta al Ayuntamiento en su primer día en el cargo y asemejarse a Manuela Carmena como un señor entrañable no han colado entre la sociedad valenciana y las Fallas lo están dejando entrever.
Suplemento de 3 euros
Por si las familias medias no tuvieran suficientes problemas con comprar o intentar comprar la lista de la compra, Ribó se lo ha puesto algo más difícil. Se trata de un suplemento de tres euros en un viaje de taxi -sea el trayecto que sea-.
Las Fallas son fiestas de andar, donde se visitan monumentos mientras se comen buñuelos los más dulzones y combinados los más trasnochadores. Dicho de otro modo, son días de ‘patear’ por el centro y no se suelen usar los taxis. En el caso de requerirlos, son los mismos chóferes los que se muestran «encantados» porque en un viaje que cuesta seis euros le pueden sacar «nueve».
El sablazo de Ribó mediante los taxis no se queda ahí. Ni mucho menos. En una medida cuanto menos polémica, el primer edil valenciano ha prohibido que el servicio público pueda reservar vehículos. De este modo, hasta este 19 de marzo nadie, sea de la ciudad o no, puede guardar este servicio.
Ante semejante incredulidad, El Debate hizo el pasado jueves la prueba, de cara a cubrir el castillo de fuegos artificiales que se disparaba junto al Palacio de las Artes. Aunque se llamó sobre las 21 horas para que el taxi estuviera a las 00:10 (el castillo comenzaba a la 1:00h), la operadora insistió en que no era «posible».
Ante la pregunta de qué pasaría si quien llamase fuese «alguien que tiene que coger el tren o un avión», la telefonista no tuvo reparos en responder: «Pues baje usted de su hotel media hora antes e intente que le suban a un coche». Pocas palabras más hicieron falta más allá de las típicas «buenas noches, señor». Está ya todo dicho.
El hecho de coger taxi no fue caprichoso, menos aún con el jamás contado tasazo de Ribó. El motivo fue que el alcalde decidió por su cuenta y riesgo que todos los castillos de estas Fallas se disparasen a las afueras de Valencia, junto a la Ciudad de las Artes y las Ciencias.
Tradicionalmente, siempre han sido en el Paseo de la Alameda, en pleno de centro de la ciudad porque así se favorecía que valencianos y visitantes vieran los monumentos más emblemáticos, cenasen, vieran la Ofrenda y ya luego se acercasen al castillo.
Pero con Joan Ribó no es así. Con él todo vale y si entra en juego su ideología sectaria más aún. Bajo un supuesto motivo ecologista, los espectáculos pirotécnicos nocturnos esta 2023 tienen lugar donde jamás lo tuvieron y donde los valencianos, ya en en pleno 19 de marzo, todavía siguen sin tener claro en qué zona verlos.
Por si fuera poco, junto a la Ópera, se están viendo zonas en las que no hay vallas de protección, por lo que la gente -no hay que olvidar el considerable consumo de alcohol que se hace en Fallas- podría caer fácilmente al amtiguo cauce del río Turia al precipitarse.
Lo mismo puede suceder hacia atrás, donde la gente ve los castillos de fuegos artificiales desde una escalera. Así, tanto mientras se disparan como al salir, las caídas pueden ser tan numerosas como graves y evitables.
Con todo, Joan Ribó ha mandado a los valencianos a las afueras de la ciudad para ver los principales actos falleros. Lo que está por ver es si él verá los próximos cuatro años desde la alcaldía o, como marcan las encuestas, desde fuera.