Elecciones 28-M PP y Vox bajarían el impuesto de sucesiones en Valencia un 99 % frente a la subida ideológica de la izquierda
Ximo Puig se encuentra en tierra de nadie, ya que su bajada del IRPF resultó insignificante y Compromís y Unidas Podemos le presionarán para que saque nuevos tributos medioambientales
Las del próximo 28 de mayo están cerca de ser unas elecciones autonómicas en las que el presidente de la Generalitat Valenciana, Ximo Puig, puede ser víctima de sí mismo. La razón no es otra que el hecho de que en política, quedarse en tierra de nadie suele ser peor elección que arriesgar y tomar una medida con todas las consecuencias.
En el caso del candidato socialista, su ambigua política en relación a los impuestos está cerca de condenarle tanto a la hora de intentar captar votos a su izquierda como a su derecha. En el mes de septiembre, ya empezaba a barruntar que estaba perdiendo apoyos en las encuestas de manera incesante. Para remediarlo, improvisó una suerte de reforma fiscal que no contentó ni a propios ni a extraños.
En su anuncio, Puig aseguró que bajaría el tramo del Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas (IRPF) a los sueldos de hasta 60.000 euros anuales. Este hecho le valió no ya la reprimenda del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, sino que supuso el principio del fin de la relación entre ambos por alinearse con la línea seguida por Juanma Moreno e Isabel Díaz Ayuso.
Al mismo tiempo, tampoco contentó a los partidos a la izquierda del PSPV-PSOE, alérgicos a cualquier reducción de impuestos, ni a los de la derecha, que le acusaron de electoralismo y de que esa medida apenas tendría efectos prácticos. Con la campaña electoral ya iniciada, la presión fiscal es uno de los temas sobre los que pivota el debate público. En él, Puig está perdido, tanto por exceso como por defecto.
«Impuesto a la muerte»
En la batalla de los impuestos, los bloques de izquierda y centro-derecha están claramente diferenciados. Cuando se trata este asunto, lo más habitual es que salga a relucir los tributos correspondiente a Sucesiones y Donaciones.
Al respecto, tanto Partido Popular como Vox han manifestado negro sobre blanco su intención de bonificar el 99 % de ambos gravámenes, que es el máximo permitido. El candidato del PP a la presidencia de la Generalitat, Carlos Mazón, ha afirmado que llevará a cabo esa reducción porque considera «injusto» el «impuesto a la muerte».
Esa iniciativa el dirigente alicantino la enmarca dentro de una «ambiciosa reforma fiscal» que tendría un importe de 1.700 millones de euros. Así, también contempla bajar todos los tramos del IRPF para que las rentas medias y bajas de la Comunidad Valenciana sean «las que menos paguen de España», eliminar el Impuesto sobre el Patrimonio y hacer progresivo el que se paga por adquirir una vivienda.
Igualmente, Mazón aplicará diversas deducciones y desgravaciones fiscales que abarcan desde ayudas a la contratación, «una cuota cero de autónomos», así como muchas otras.
Por su parte, Vox comparte gran parte de este programa fiscal porque su objetivo es el de «bajar impuestos drásticamente» y eliminar «tributos propios» regiones con tal de «aliviar a las familias, empresas y autónomos». Según fuentes de la formación, el fin es que el dinero «esté en el bolsillo de los españoles» porque «el empleo y la riqueza los generan los ciudadanos y no el Estado».
En cuanto a la izquierda, es el propio Puig el que no termina de saber en qué lado de la balanza quiere estar. El Debate se ha puesto en contacto con el PSPV-PSOE este mismo viernes para conocer cuáles son sus propuestas en tema de impuestos para el 28-M. Sin embargo, la respuesta de una dirigente ha sido que el programa electoral todavía «no» lo tienen. Este aspecto no deja de resultar curioso, porque significa que el socialista ha acudido al primer debate electoral sin tener todavía claro qué línea quiere seguir.
A tenor de una de sus últimas entrevistas, Puig no baraja reducir los impuestos de Sucesiones, Donaciones, Vivienda ni Patrimonio. Es más, cuando se le pregunta al respecto siempre elude responder directamente y se agarra, como en él es costumbre, a términos biensonantes y tan etéreos como vacíos de contenido. En dicha entrevista, fue Ana Rosa Quintana quien le cuestionó sobre ello y presidente valenciano tan solo acertó a decir que su política es la «progresividad fiscal».
Asimismo, en diversas intervenciones, Puig sí ha dejado entrever que aumentará el IRPF a las rentas altas y que en la próxima legislatura creará nuevos impuestos en ámbitos como el medioambiente.
Esta línea de tributación ideológica es con la que Compromís y Unidas Podemos se relamen. En sus programas no aparece epígrafe alguno que detalle cómo piensan hacer para que el grueso de la ciudadanía tenga menor presión fiscal. Todo lo contrario. Ambos se valen de su usual retórica con términos como «emergencia climática» para imponer su ideario radical imponiendo una serie de nuevos gravámenes.
Al respecto, fuentes de Compromís confirman a este periódico que los mencionados impuestos que PP y Vox eliminarían o bonificarían al 99 % «se quedarían igual». En otras palabras, si se reedita el tripartito, los valencianos seguirán pagando por heredar tras la muerte de un familiar, pagarán en exceso por adquirir un inmueble o tendrán que hacer un notable desembolso si se desea dar en vida una propiedad a un hijo.
El hecho de que la izquierda se agarre a la ideología para no bajar impuestos no se sustenta y el ejemplo más claro es el de Andalucía. Tras décadas con miles de herencias rechazadas por no poder hacer frente al pago del tipo previsto, Juanma Moreno lo redujo y hoy día la Junta, con menos fiscalidad, recauda más dinero, hay más empleo y se crean más empresas.
Por tanto, si los impuestos siguen en el candelero de la campaña, Puig tiene un problema porque la bandera de tasas altas la tienen nacionalistas y comunistas, mientras que la de la bajada es terreno de PP y Vox. Mal panorama ante un tema tan sensible e influyente, más aún con malas encuestas sobre la mesa.