El candidato de Compromís a la presidencia de la Generalitat, Joan Baldoví, valora los resultados del 28-M.

El candidato de Compromís a la presidencia de la Generalitat, Joan Baldoví, valora los resultados del 28-MANA ESCOBAR/EFE

Elecciones 28-M  Compromís: de pieza clave en el tripartito a tener un papel secundario en la oposición y un futuro incierto

La formación nacionalista perderá en las próximas semanas buena parte de su poder institucional, entre el que destaca la vicepresidencia autonómica, tres consejerías y la Alcaldía de Valencia

Con su maniobra de adelantar las elecciones generales al 23 de julio, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, pretendía meter debajo de la alfombra la hecatombe electoral sufrida por su partido en particular y por la izquierda en general el pasado 28 de mayo. Su intentona de desviar el foco mediático puede haber surtido cierto efecto en la opinión pública, pero en ningún caso ha servido para aliviar el duro golpe sufrido en territorios como la Comunidad Valenciana.

Todas y cada una de las formaciones que todavía integran el tripartito autonómico terminaron la noche electoral sufriendo un varapalo que, aunque lo pronosticaban las encuestas, fue mucho más duro de lo que se esperaban. Comenzando por el PSPV-PSOE, todavía sigue en shock porque está a algo más de un mes de abandonar el Palacio de la Generalitat después de ocho años. Como consecuencia, la formación se contagia de la depresión electoral general y perderá el Gobierno regional más importante que hasta ahora conservaba.

Por su parte, Unidas Podemos se ha convertido en fuerza extraparlamentaria. Tan solo ha conseguido el 3,5 % de los votos en el conjunto de la Comunidad, lejos del 5 % mínimo que exige la ley electoral valenciana para poder obtener escaños. A pesar del apoyo que en campaña dio Yolanda Díaz al candidato 'morado', Héctor Illueca, los peores presagios llegaron a la sede de los comunistas, que estarán los próximos cuatro años fuera de las Cortes.

Primeras elecciones sin Oltra

En cuanto a Compromís, su situación no es menos compleja y poco alentadora. En el ámbito autonómico, los nacionalistas están aún al frente de la vicepresidencia –en manos de Mónica Oltra primero y de Aitana Mas después tras su dimisión– y tres consejerías. Entre ellas destaca la de Educación, que ha sido utilizada sin rubor para importar en la Comunidad el plan independentista de Cataluña que derivó en el procés y que todavía hoy sigue intacto.

A pesar de haber aumentado en votos, Compromís perdió el domingo dos de sus diecisiete escaños, bajando hasta los quince, y en unas semanas hará lo mismo con toda clase de poder e influencia en la Generalitat ocho años después. Con tal de capear el temporal producido tras la dimisión de Oltra por, presuntamente, encubrir los abusos sexuales de su marido a una menor de catorce años, la coalición valenciana decidió apostar fuerte por Joan Baldoví. No obstante, la jugada no ha salido como esperaban.

En el imaginario nacionalista se contaba con que la experiencia del entonces diputado en el Congreso y el buen trato dispensado por los medios de comunicación iban a poder hacer olvidar ocho años de tripartito. De nuevo, craso error.

Como consecuencia, el rol a asumir por Baldoví a partir del 26 de junio, día en que constituyen las nuevas Cortes Valencianas, va a ser muy distinto en comparación al que venía desarrollando en la Carrera de San Jerónimo y diametralmente opuesto al que se imaginaba hasta las ocho de la tarde del domingo.

En la Cámara Baja, a pesar que Compromís solo cuenta con un escaño, el papel del nacionalista ha sido clave para que el Gobierno de coalición sacase adelante los sucesivos Presupuestos Generales del Estado, así como otras leyes clave de la legislatura incluida la del 'solo sí es sí' de cuya reforma votó en contra.

Aunque sus posiciones no han servido para solucionar ni una sola de las reivindicaciones de la Comunidad como financiación o la reversión del recorte en el trasvase Tajo-Segura, ese papel de influencia le va a quedar muy lejos.

Ahora no solo verá la acción ejecutiva desde la barrera, sino desde una posición secundaria. El líder de la oposición será quien esté al frente del PSPV-PSOE –está por ver si esa función la asumirá Ximo Puig u otro socialista–, con lo que Baldoví en todo momento irá después y a rebufo de los socialistas.

El candidato de Compromís a la presidencia de la Generalitat Valenciana, Joan Baldoví, votando el 28 de mayo.

El candidato de Compromís a la presidencia de la Generalitat Valenciana, Joan Baldoví, votando el 28 de mayoCOMPROMÍS

La tesitura es, si cabe, más complicada en el ámbito local. La próxima alcaldesa de Valencia a partir del 17 de junio será María José Catalá. Eso significa que la era Ribó en el Ayuntamiento levantino llega a su fin. Compromís empezó a conquistar grandes plazas en 2015 y el símbolo más emblemático de ello fue Valencia dentro de la espiral de los llamados gobiernos del cambio, entre los que también se encontraban Madrid, Barcelona y Cádiz.

Una vez efectuado el traspaso de poderes, el nacionalista ha asegurado que seguirá en la oposición para hacer una labor «férrea», aspecto que no deja de ser llamativo. La edad de Ribó –en septiembre cumple 76 años–, sus problemas de salud que casi le dejan sin optar a la reelección y la propia lógica política llevarían a pensar que cedería el testigo.

A tenor de las listas del 28-M, su sucesora sería Papi Robles, que durante esta legislatura ha ejercido de portavoz de Compromís en las Cortes Valencianas. El problema para la coalición nacionalista es precisamente ese: y después de Ribo, ¿qué? El aún regidor valenciano tiene un nivel de conocimiento más que notable entre sus ciudadanos, cultivado a lo largo de décadas. Por tanto, está curtido en múltiples elecciones y conoce a la perfección la vida institucional, algo de lo que Robles carece.

Finalmente, otro de los interrogantes que se ciernen sobre Compromís es el referente a las listas para las elecciones del 23 de julio. La formación está en pleno proceso de integración en Sumar, el «movimiento» de Yolanda Díaz. Una de las exigencias de los valencianos es la de que sean ellos quienes designen los cabeza de listas. Al respecto ya suena el nombre de Pere Fuset, actual portavoz del partido en el Ayuntamiento de Valencia.

Este hecho no solo tendrá que negociarlo con la ministra de Trabajo, ya que en la ecuación en la izquierda de la izquierda también podría entrar Unidas Podemos si finalmente acepta formar parte del proyecto de Díaz.

Por tanto, el panorama para Compromís es más que sombrío: pérdida de sus dos principales gobiernos, papel secundario en el parlamento valenciano, procesos de renovación encallados y posible disolución de su marca en un partido nuevo, del que no se sabe su alcance pero que ya, en la práctica, se ha dado su primer sonoro batacazo electoral.

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