Los presidentes autonómicos de Cataluña, Pere Aragones (i) y de la Comunitat Valenciana, Ximo Puig

Los presidentes autonómicos de Cataluña, Pere Aragones (i) y de la Comunidad Valenciana en funciones, Ximo PuigEFE

Comunidad Valenciana  El último servicio de Puig al independentismo: más subvenciones para implantar los ‘Países Catalanes’

El presidente valenciano aprueba ayudas públicas a entidades secesionistas a pesar de estar en funciones y tener el marco de actuación limitado por la ley

Durante los días posteriores a las elecciones autonómicas del 28 de mayo, los dirigentes socialistas de la Comunidad Valenciana vivieron momentos difíciles, ya que los resultados arrojaron una contundente victoria del bloque de centro-derecha con tres escaños por encima de la mayoría absoluta, lo que les hará perder la Generalitat.

La autocrítica brilló por su ausencia. La culpa poco menos que era de los valencianos por haber hecho caso a circunstancias ajenas a la gestión del tripartito y haberse centrado en enmendar la del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. Lo que sin eufemismos siempre se ha llamado votar mal.

Lo más parecido a asumir errores fue que el PSPV-PSOE había «entendido el mensaje». Sin embargo, a tenor de las actuaciones de Ximo Puig en los últimos días, ni siquiera ese escuálido ejercicio de asumir responsabilidades lo terminan de practicar. Al menos, en lo que concierne a la relación de la Generalitat con el independentismo catalán.

Si por algún aspecto el Ejecutivo de Puig ha mostrado especial ahínco ha sido por, en primer lugar, tejer relaciones económicas, políticas y sociales con los secesionistas catalanes para, una vez están ya establecidas, fortalecerlas y hacer que las ideas separatistas penetren en todos los ámbitos de la sociedad valenciana. Todo ello para en el medio o largo plazo estar en disposición de implantar los 'Países Catalanes'.

1,8 millones de euros en dos días

El barón socialista niega permanentemente tales extremos e incluso se ríe sin disimulo de quien se los echa en cara, pero son sus propios hechos los que le desmienten. Y es que en los últimos dos días ha concedido 1,8 millones de euros en ayudas públicas en sendas resoluciones consecutivas. Resulta paradójico que haya acometido tal medida en estos momentos, cuando tanto él como sus consejeros se encuentran en funciones. Es decir, su marco de actuación está bastante restringido por lo estipulado en la ley y, además, las administraciones salientes no pueden aprobar nada que comprometa a las entrantes.

Por contra, lo que no es tan extraño es que entre las agraciadas con dinero público se encuentren entidades abiertamente independentistas que promueven la anexión de la región a Cataluña y Baleares. El quinteto de las más beneficiadas lo forman Acció Cultural del País Valencià (ACPV), Plataforma per la Llengua, Escola Valenciana, Societat Coral El Micalet y Tirant lo Blanc. La presencia de ellas en el listado de adjudicaciones es una constante cuando de ayudas públicas se trata.

En esta ocasión, el motivo por el que a ojos de la Generalitat estos colectivos son merecedores de subvenciones de las arcas regionales es el de fomentar el valenciano y el «multilingüismo». No obstante, lo que realmente subyace es un fin eminentemente ideológico, puesto que las asociaciones que defienden que el valenciano es un idioma diferente al catalán no es que no obtienen nada de las últimas dos partidas otorgadas, sino que de manera automática son marginadas por las instituciones que ha gobernado la izquierda en los últimos ocho años. La máxima es clara: si defiendes la unidad territorial y lingüística tienes dinero.

En cuanto a las entidades que sí son del agrado del tripartito en funciones de PSPV-PSOE, Compromís y Unidas Podemos, ninguna de ellas esconde sus verdaderas intenciones políticas. De hecho, Plataforma per la Llengua se define a sí misma como la «ONG del catalán», lengua que utiliza como herramienta para la «cohesión social» para un hipotético territorio común.

Entre sus actividades, tal como han denunciado familias y asociaciones en contra de la imposición lingüística, está la de espiar en los recreos de los colegios a los alumnos para dar cuenta de si, cuando no están en clase, hablan en catalán o en castellano.

El presidente valenciano, Ximo Puig, con el expresidente catalán, Carles Puigdemont, en 2016.

El presidente valenciano, Ximo Puig, con el expresidente catalán, Carles Puigdemont, en 2016.EFE

Respecto a Acció Cultural del País Valencià, sin necesidad de dar rodeos ni inventarse fórmulas imaginativas para disimular sus objetivos, se denomina una de las «principales entidades culturales de los Países Catalanes» y recalca que trabaja para «multiplicar» su «capacidad de incidencia a favor de la lengua y la cultura catalanas». Por si no fuera explícito de por sí, ACPV está hermanada con Obra Cultural Balear y Òmnium Cultural, cuyo exlíder Jordi Cuixart fue condenado por sedición por el 1 de octubre.

«Principado de Cataluña»

En cuanto a Escola Valenciana, es una de las grandes artífices del contexto de adoctrinamiento ideológico que se vive hoy día en la Comunidad. Aunque Puig niega una y otra vez que subvenciona a los satélites del secesionismo, la verdad le pone ante el espejo. Según la propia web del colectivo, entre sus tareas están la de «promover el conocimiento de la realidad social, política, cultural y medioambiental del País Valenciano en la sociedad catalana».

Con el dinero público dado por la Generalitat de Puig también se encarga de fortalecer los lazos «entre el País Valenciano y el Principado de Cataluña», «impulsar su lengua, cultura comunes y su cohesión» y de «defender los intereses de los valencianos residentes en el Principado de Cataluña».

Por su parte, la Societat Cultural El Micalet es un habitual en la recepción de ayudas públicas, tanto por parte del Gobierno regional como del Ayuntamiento de Valencia. Su actuación más conocida es el desfile de las 'Magas Republicanas'. Este evento reproduce una cabalgata de 1937 que, manipulando a los niños víctimas de la Guerra Civil, fue utilizada para lanzar loas apoyando a Stalin, Manuel Azaña y Largo Caballero. De nuevo, ideología e ingeniería social por encima de la cultura.

Finalmente, Tirant lo Blanc no es tan explícita como las anteriores entidades, aunque sus vínculos con el nacionalismo saltan a la vista con tan solo echar un vistazo a su página web y comprobar con qué colectivos colabora o qué hace. Uno de sus servicios es ayudar a quien lo requiera a «valencianizar» su nombre.

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