Las elecciones gallegas alargan la agonía de Ximo Puig al frente del PSPV-PSOE
El expresidente valenciano previsiblemente tendrá que posponer la fecha del Congreso Extraordinario para elegir a su sucesor porque Sánchez quiere evitar cualquier mínimo conato de división interna en época de comicios
El año para Ximo Puig no ha comenzado de la manera que él hubiese deseado. Si 2023 terminó para sus intereses de la peor manera posible tras no haber sido elegido por el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, para ser ministro y haber renunciado a su acta de diputado en las Cortes Valencianas, el inicio de 2024 no le ha conllevado alegrías al todavía líder del PSPV-PSOE. Y es que las elecciones gallegas previsiblemente obligarán a los socialistas valencianos a retrasar su Congreso Extraordinario, es decir, que Puig seguirá más tiempo del que quería al frente de la formación.
El cónclave de la federación no tenía fecha fija más allá de saberse que se iba a celebrar a lo largo del primer trimestre del nuevo año. Sin embargo, la convocatoria anticipada anunciada por el 'popular' Alfonso Rueda para el 18 de febrero ha trastocado los planes del expresidente autonómico y su equipo. Aunque tanto Puig como Ferraz esperan que el proceso valenciano se desarrolle 'a la búlgara' con una única candidatura de unidad en la que la ministra de Ciencia y Universidades, Diana Morant, parte como la gran favorita, no se descartan otros aspirantes.
Así, nombres como los del alcalde de la localidad valenciana de Mislata, Carlos Fernández Bielsa, (aunque ha perdido fuelle en las últimas semanas) o del secretario provincial del PSPV-PSOE en Alicante, Alejandro Soler, son los que más suenan como sucesores de Puig. Es por ello que tanto el socialismo valenciano como Pedro Sánchez no quieren ni oír hablar de disputas internas en medio de un proceso electoral tan relevante como el gallego. Esta postura toma más fuerza al recordar que a los pocos meses serán los vascos los que acudan a las urnas y el 9 de junio, el conjunto de los españoles en los comicios al Parlamento Europeo, una cita clave para testar el apoyo nacional al jefe del Ejecutivo tras sus pactos con los independentistas y la ley de amnistía.
Calendario envenenado
Pero esa dilación en los tiempos no beneficia, cuando sí desespera, a un Puig que tras los sucesivos varapalos sufridos a manos de su jefe de filas en la recta final de 2023 no ve la hora de ceder el testigo del socialismo valenciano. La decisión sobre la fecha definitiva se tomará el próximo lunes en el Comité Nacional de la organización, pero el calendario no es aliado del de Morella. De no poder tener lugar en febrero, marzo será un mes imposible, puesto que a las Fallas se le unen la Magdalena de Castellón y la Semana Santa.
Por tanto, el PSPV-PSOE ya tendría que irse a abril. A priori, sería lo idóneo para ellos, pero en política siempre suele haber gato encerrado. No habrá festivos, eso es cierto, pero con un Partido Socialista a nivel nacional a la baja en las encuestas por las alianzas de Sánchez y las correspondientes cesiones, el nuevo líder de la formación en la Comunidad tendría que afrontar su primera campaña electoral en un contexto de presumible derrota y, salvo sorpresa, de sonoro fracaso en Galicia, a lo que habría que añadir que ninguno de los posibles referentes socialistas valencianos goza de gran popularidad, Morant incluida. El culmen sería que los comicios en el País Vasco fuesen antes de los comunitarios y se acuda a las urnas en junio con un hipotético pacto del presidente del Gobierno con EH Bildu.
En cuanto a Puig, tras ser descartado para ocupar un asiento en el embutido Consejo de Ministros, postergar obligatoriamente su salida le supone poco menos que un suplicio. Tras 40 años en las Cortes Valencianas, ya no es diputado, habiendo dejado un grupo parlamentario descabezado a los pocos meses de salir abruptamente de la presidencia de la Generalitat. Asimismo, mantener su acta como senador es algo prácticamente simbólico, ya que su papel en la Cámara Alta apenas roza lo residual y, a la par, ha visto cómo no pocos de sus antiguos colegas han sido promocionados por Sánchez. Ahí están los casos de Francina Armengol, Guillermo Fernández Vara o del canario Ángel Víctor Torres, actual propietario de la cartera de Política Territorial que tanto ansiaba Puig.
Bendecir a su sucesor y dejar las riendas del PSPV-PSOE a otra dirección era el principal propósito del expresidente de regional para 2024, pero todo parece que tendrá que esperar. Ninguneado hasta la extenuación por el jefe del Ejecutivo por considerarle un traidor, fuera del Palau de la Generalitat, con un escaño en el Parlamento valenciano recientemente abandonado después de haberlo pisado en la presente legislatura como si por descuido hubiese ocurrido y sin su ministerio, a Puig solo le queda ser el eventual embajador de España ante la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).
No obstante, el castellonense ha asegurado por activa y por pasiva que seguirá en el Senado hasta que haya nuevo líder en la federación socialista valenciana. Por tanto, todo hace prever que Puig seguirá languideciendo a pesar de estar sumido en la más absoluta irrelevancia política, una de las mayores que se le recuerdan a un presidente autonómico y barón territorial de un partido con tanto peso hasta hace escasos meses. Ahora bien, visto lo visto con Sánchez y cómo maneja los tiempos y las estrategias electorales, bien haría Puig en no descartar que, como al contrario de lo que se suele decir con los entrenadores de fútbol, se coma los turrones en diciembre de 2024.