Fachada de las Cortes Valencianas

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Las Cortes Valencianas, un histórico edificio ligado a los Borgia y sede del Gobierno de Largo Caballero

La actual Cámara autonómica no se puede desligar del hijo del Papa Alejandro VI y su historia llega hasta nuestros días

«Se abre la sesión», suele comenzar diciendo la presidenta de las Cortes Valencianas, Llanos Massó, cuando da comienzo a un pleno o una sesión de control al presidente de la Generalitat, Carlos Mazón. Sin embargo, en ese mismo edificio, entre miles de decretos, leyes y burocracia por doquier, la historia también quiere poner su propio punto de vista, no vaya a ser que la propia instiucionalidad la vaya a borrar.

La Cámara autonómica es la sede de la soberanía de la región. Sobre ella 99 diputados tienen la nada fácil tarea de representar a más de cinco millones de castellonenses, valencianos y alicantinos. Con mayor o menor acierto, el caso es que los escaños donde sus señorías ejercen su labor tiene una historia digna de ser mencionada. No solo eso, sino que la ejercen en un lugar idóneo.

Largo Caballero

Es el mismo edificio donde hoy se aprueban leyes. Conocido como Palacio de Benicarló, se encuentra ubicado en la Plaza de San Lorenzo de la capital del Turia. Arquitectónicamente, se trata de una mansión aristocrática de estilo gótico valenciano y renacentista. Hoy, es la sede de las Cortes Valencianas. Está catalogado como Bien de Interés Cultural desde 1931. El origen de su construcción data del siglo XV, levantándose sobre los cimientos de la Escuela de Arte y Gramática. Fue justo en ese momento cuando las actuales Cortes se hicieron vivienda de la familia Borgia por el primer duque de Gandía e hijo de Alejandro VI, Pedro Luis de Borja. En él, se pueden apreciar los estilos góticos y renacentistas, según detalla la propia Generalitat.

En su origen, el palacio fue propiedad de distintas e importantes familias a lo largo de su historia. Según cuentas las crónicas de la época, primero perteneció a la familia Borgia desde 1485. Luego, fue abandonado a mediados del siglo XVIII por los duques de Gandía, quedando en estado ruinoso. Después perteneció a la Casa de Benavente y, finalmente, a la Casa de Osuna, hasta mediados del siglo XIX, momento en que se vendió el palacio al conde de Benicarló. Este hecho no es baladí, ya que el primer duque de Gandía fue Pedro Luis de Borja, hijo ilegítimo del mencionado Papa Alejandro VI.

La planta del lugar es una limitada fachada, con uno de sus extremos por una torre que supera en poco la altura del cuerpo principal. El edificio sufrió muchas reformas, aunque del gótico se conserva la portalada con arco de medio punto y la «logia» o galería de ventanas con arcos mixtilíneos del último piso, según detallan las instituciones implicadas en la conservación del monumento. Más allá de innumerables reformas y hechos históricos, se encuentra una efeméride como que acabó siendo la Presidencia del Gobierno durante la Guerra Civil y el presidente que más tiempo estuvo en este edificio fue Francisco Largo Caballero. Por ello, las Cortes no dejan de ser la casa de todos los valencianos

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