La campaña de las europeas da la puntilla a una izquierda valenciana incapaz de erosionar a PP y Vox
El PSPV-PSOE y Compromís se enzarzan en luchas intestinas a pocos días del 9-J mientras los dos partidos del Consell van a sacar sus leyes
Hablar de izquierda valenciana y bloque es un oxímoron, es decir una contradicción en sus propios términos. Aunque aparentemente el PSPV-PSOE y Compromís configuraban un todo, los resultados de las últimas elecciones autonómicas dieron al traste con ello, una situación que se evidenció tan pronto comenzó la presente legislatura y que la actual y recién estrenada campaña electoral de los comicios europeos ha agravado. Lo que antes eran, forzadas o no, sonrisas, hoy son cruces de reproches cuando no acusaciones directas.
Muchos son los ejemplos de ellos, pero, por no ir mucho más allá en el tiempo, basta remontarse unas semanas atrás, cuando los nacionalistas registraron en el Congreso de los Diputados una pregunta al Gobierno de Pedro Sánchez sobre el papel de Ximo Puig como embajador de España ante la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE). La cuestión aludía a si el Ejecutivo consideraba «ético y estético» que el exlíder del PSPV-PSOE tenga una «agenda partidista y de proyección personal» más allá de su cargo institucional.
La respuesta socialista no se hizo esperar y su portavoz en las Cortes Valencianas, José Muñoz, arremetió contra sus hace no tanto socios, acusándoles de buscar «fama a costa» de Puig. De hecho, el síndico fue más allá y afirmó que el parlamentario no dejaba de ser un «Mulet de marca blanca», en alusión al exsenador de Compromís.
Una herida que sigue abierta
No contentos con esta polémica, el asunto de la Albufera de Valencia ha vuelto ha provocar riñas en el seno de la izquierda valenciana. De este modo, mientras Muñoz y sus compañeros de partido celebran, cuando no jalean, la actuación de la aún vicepresidenta tercera del Gobierno y ministra para la Transición Ecológica, Teresa Ribera, respecto al Parque Natural, los de Joan Baldoví se posicionan totalmente en contra.
Tanto es así, que Compromís afeó días atrás a la alcaldesa de Valencia, María José Catalá, que vaya a acudir a los tribunales para defender los intereses del paraje. Lo hicieron, y eso es lo remarcable, porque consideran que lo ha hecho «tarde», con lo que la grieta entre nacionalistas y socialistas se amplía un poco más, una herida que lleva abierta desde el mismo día en que se constituyeron las Cortes Valencianas y, por tanto, su Mesa, hace apenas diez meses.
Pero no queda ahí la cosa, dado que la coalición valenciana también ha lanzado durante los últimos días sus correspondientes dardos contra un mandatario del PSOE. Se trata del omnipresente, tanto en redes sociales como en medios de comunicación clásicos, ministro de Transportes, Óscar Puente, a quien Compromís echó en cara su comentario sobre el alcohol a la hora de referirse, tan velada como intencionadamente, al jefe de Gabinete de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Miguel Ángel Rodríguez: «Sinceramente, no entiendo que algunas personas que dicen que les gusta la fruta le hayan cogido tanta manía al limón. Conozco algún asesor, de hecho, que también sufre con los limones, aunque no por ello deje de añadirlos a sus ocho gintonics diarios», aseveró el dirigente del PSOE.
Tales afirmaciones le valieron el reproche de Compromís. Fue el propio Ibáñez el que calificó como «impresentable» que un ministro «banalice y bromee» sobre el alcoholismo, achacándole que o hacía «y más para atacar a quien políticamente le da motivos de sobra para confrontar por tantas otras cosas».
Esta pugna intestina entre los partidos de izquierdas en la Comunidad Valenciana viene desde el mes de julio, pero se está viendo agravada por dos motivos. Uno de ellos es la búsqueda del votante de izquierdas de cara al próximo 9 de junio en los comicios europeos y el otro, que no tiene por qué no tener conexión, es la incapacidad manifiesta de socialistas y nacionalistas a la hora de intentar quebrar o siquiera resquebrajar el Consell del Partido Popular y Vox. Buen muestra de ello es que la huelga educativa del pasado jueves no la secundó ni el 20 % de los profesores.