Obras en el Nuevo Mestalla, en una imagen de archivo

Obras en el Nuevo Mestalla, en una imagen de archivoEFE/ Kai Försterling

El Valencia CF desoye al Ayuntamiento y va a la desesperada para poder ser sede del Mundial 2030

La relación entre el Ayuntamiento de Valencia y el Valencia Club de Fútbol lleva años siendo incómoda, cuando no difícil. El motivo no es cuestión de ideología, ya que desde 2015 hasta mediados de 2023 al frente del Consistorio estuvo Joan Ribó, de Compromís, en coalición con el PSPV-PSOE y dese entonces hasta ahora lo comanda la 'popular' María José Catalá. El gran escollo es y sigue siendo la propiedad de la entidad, que está en manos del singapurense Peter Lim, a quien la masa social del equipo quiere echar desde hace mucho tiempo.

La nueva polémica al respecto no tiene que ver con la marcha del club, sino por las obras del futuro estadio y su posibilidad de que el coliseo pueda ser sede del Mundial de fútbol que se celebrará en España, Marruecos y Portugal (más unos partidos en Sudamérica). Templos como el Santiago Bernabéu, el Camp Nou, el Metropolitano o San Mamés están ya confirmados para albergar determinadas citas, pero no pasa lo mismo con el de la capital del Turia.

El mayor, o gran, escollo es que es un estadio que se encuentra en pañales. Mientras sus competidores ya están levantados o en un par de años lo estarán, el Nuevo Mestalla es una estructura de hormigón como consecuencia de la nefasta y precaria situación económica de los de Lim. No solo eso, sino que las actuaciones al respecto llevan casi 15 años paradas.

Catalá no cede y Lim, desaparecido

Aunque no hay perspectivas de que se vuelvan a retomar en el corto plazo, el Valencia ha hecho una última intentona de cara a que el estadio sea una de las plazas de la cita mundialista. Lo ha hecho a última hora, confirmando el modelo de gestión del dueño del club por el que todo se hace tarde y mal. Así y sobre la bocina, el club envío un correo electrónico a la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) en el que cedía a las exigencias de la FIFA para la selección de las sedes, algo que no había hecho hasta la fecha por muy simple que pareciera.

El propietario del Valencia Club de Fútbol, Peter Lim, visitando las obras del Nuevo Mestalla, en una imagen de archivo

El propietario del Valencia Club de Fútbol, Peter Lim, visitando las obras del Nuevo Mestalla, en una imagen de archivoVCF

Sin embargo, ese no es su gran problema. Tampoco el único. Pero el más grave y complicado es lo institucional y la confianza, ya que Lim no ha cumplido ninguno de sus compromisos adquiridos con el Ayuntamiento en los años que lleva al frente de la entidad. La discordancia en este ámbito radica en la deuda y en cómo se tendrían que retomar las obras del Nuevo Mestalla, un hecho por el que la alcaldesa de Valencia, María José Catalá, tiene más que claro que no ha de ceder ni un milímetro:

«Yo no puedo permitir que un vecino por la calle me diga que le falta alumbrado o un acerado y que le haya dado millones al Valencia», dijo la regidora levantina en un corrillo de periodistas durante la última copa de Navidad. En cuanto al Consistorio, la primera edil ha de granjearse el apoyo de sus socios de Gobierno, es decir, de Vox. Después de semanas de intensas negociaciones con tal de llegar a un acuerdo, éste no llegó y el pasado jueves en el Pleno municipal correspondiente al mes de junio no se alcanzó el consenso mínimo a la hora de ver qué, cómo y cuándo se le exige a Lim que retome las obras.

Por tanto, y a la espera de que este próximo martes se tome la decisión definitiva sobre qué sedes españolas serán las que celebren partidos del Mundial de 2030, Valencia sigue igual que hace días, semanas, meses y años: con el propietario del principal equipo de la ciudad desaparecido (apenas viaja a la ciudad y cuando lo hace es pocas horas y sin apenas pasarse por las oficinas), con un estadio que parece un homenaje contemporáneo al Coliseo de Roma y con un Ayuntamiento que, por más que quiera, tampoco puede desbloquear todo lo dicho.

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