Protesta de los aficionados valencianistas contra Peter Lim

Protesta de los aficionados valencianistas contra Peter LimEFE

Auge y decadencia del Valencia CF en 25 años: de la gloria a los impagos y un dueño persona 'non grata'

La Copa del Rey ganada en 1999 inauguró una etapa de éxitos sin precedentes para el club, pero la actual situación, con Peter Lim al frente, es de crisis deportiva, económica, social e institucional

Ganar una final de Copa del Rey por 3-0 no es nada fácil, más aún si el rival es el Atlético de Madrid. Eso logró el Valencia Club de Fútbol en junio de 1999 en el estadio de La Cartuja, en Sevilla. En un encuentro que no tuvo rival, el club ché no solo levantó el trofeo, sino que inauguró una etapa de éxitos sin parangón que, paradójicamente, ha derivado en una crisis deportiva, económica, social e institucional como no se conocía hasta la fecha.

En la temporada posterior al título, el Valencia logró algo inaudito para ellos, como fue jugar una final de la Champions League. A pesar de enfrentarse al Real Madrid, los 'naranjas' partían como favoritos. Aún así, encajaron un rotundo 3-0 y la 'orejona' acabó en las vitrinas del Santiago Bernabéu. Como si del destino se tratara, tan solo un año después volvieron a luchar por el máximo trofeo de clubes.

De París a Milán, pero el desenlace fue el mismo y, si cabe, con mayor crudeza, puesto que el penalti fallado por Mauricio Pellegrino supuso un gran baño de lágrimas entre la plantilla y la afición. De nuevo, morían en la orilla.

«Peter vete ya»

Con Rafa Benítez todo cambió. En su debut en el banquillo de Mestalla ganó la Liga contra todo pronóstico y, tras una temporada de transición, la reconquistó e hizo un doblete, sumando la Copa de la UEFA en 2004. Ese fue el apogeo de la entidad, que lo acrecentó con otra Copa del Rey, en este caso en 2008 contra el Getafe en el ya histórico Vicente Calderón.

Títulos, jugadores de talla mundial, codeándose con los mejores equipos de Europa, ingresos económicos por doquier… Todo eran sonrisas en el Valencia, hasta que pasó lo que pasó. Primero hubo una pugna entre Paco Roig, que fe presidente del club años atrás, y el constructor Juan Bautista Soler por presidir el palco. Tras una batalla con precios desorbitados por la compra de los títulos a los aficionados, fue el segundo el que se llevó el gato al agua y emprendió una política basada en la construcción de un nuevo estadio y otra ciudad deportiva.

Vista aérea del nuevo Mestalla, en Valencia

Vista aérea del nuevo Mestalla, en ValenciaEFE

De esto último, Portxinos, no hubo más noticias, pero del coliseo sí las hubo, las sigue habiendo…y para mal, ya que solo se pudo hacer la estructura, sus obras llevan 15 años paradas y no hay perspectivas, salvo noticia sorpresa de última hora, de que se vuelvan a retomar. Como telón de fondo está la opción de que el Nuevo Mestalla pueda ser sede del Mundial de 2030, pero el panorama no es ni mucho menos el idóneo.

En 2014, como si de Bienvenido Mister Marshall se tratara, aterrizó en Manises Peter Lim, un magnate singapurense que iba a reflotar las escuálidas cuentas del club y lo iba poner otra vez a competir con los mejores del continente. Se hizo con la mayoría de las acciones pero, diez años más tarde, el balance no puede ser peor.

En lo deportivo, la entidad no cuenta con un proyecto estable y sólido. Lim se ha fulminado a entrenadores como si ni hubiese un mañana, algunos de ellos durante la misma temporada, llegando, incluso, a recurrir en no pocas ocasiones a Voro, el delegado, para que hiciera de míster. Por si fuera poco, el equipo que hace años luchaba por entrar en Champions sigue en Primera División de puro milagro, salvándose del descenso dos años atrás por tan solo un punto.

Respecto a lo económico, el contexto no mejora ni un ápice. Impagos constantes, ventas de jugadores 'franquicia' y demás han derivado en que el estado actual del Valencia sea raquítico, a lo que cabe unirle una deslealtad institucional permanente por no cumplir ni uno solo de los plazos, ni en tiempo ni en forma, para reanudar las actuaciones en el Nuevo Mestalla. Por si no fuera suficiente, el aficionado ché no soporta al dueño del club y muestra de ello es la ya instaurada canción que en el coliseo levantino se canta varias veces cada partido de «Peter vete ya», una campaña generaliza con el lema «Lim Go Home» (Lim vete a casa).

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