Torre de San José de Tabarca

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Historia valenciana

San José: de fortaleza, cárcel y cuartel de la Guardia Civil a museo en la única isla habitada valenciana

El Ayuntamiento de Alicante busca recuperar el valor histórico de la torre de San José de Tabarca, que fue testigo de conflictos bélicos y ejecuciones durante la Primera Guerra Carlista

La isla alicantina de Tabarca, única habitada en la Comunidad Valenciana, tiene en la Torre de San José un símbolo de su resistencia. Construida en 1789 como fortaleza defensiva, esta emblemática estructura ha sido testigo de múltiples episodios de la historia, desde los ataques piratas en el siglo XVIII hasta su uso como cárcel durante la Primera Guerra Carlista. Ahora, la torre renacerá con un nuevo propósito: convertirse en un museo que relatará las memorias de la isla.

El Ayuntamiento de Alicante, en colaboración con el Ministerio del Interior, ha avanzado en un acuerdo que permitirá la cesión del uso de la edificación por un período inicial de cuatro años, prorrogable hasta un total de ocho. Sin embargo, el objetivo a largo plazo es una concesión demanial de hasta 75 años, una medida que permitirá una rehabilitación profunda y la inclusión de este Bien de Interés Cultural (BIC) en el proyecto integral de conservación del patrimonio tabarquino, encabezado por el Museo Nueva Tabarca.

Más allá de su valor arquitectónico, la fortificación guarda en sus muros episodios de un pasado sangriento. Durante la Primera Guerra Carlista, la torre fue utilizada como prisión para los soldados carlistas. El episodio más trágico ocurrió en 1838, cuando 19 prisioneros, la mayoría sargentos, fueron fusilados como represalia por la ejecución de militares liberales. Aquella mañana del 12 de noviembre, los habitantes de la isla fueron forzados a presenciar uno de los episodios más oscuros de su historia, una masacre que reflejaba la violencia que dominaba las tierras de Valencia, Aragón y Murcia.

La represión ordenada por las autoridades liberales en la isla fue una respuesta directa a la ejecución de 96 sargentos liberales por las tropas carlistas de Ramón Cabrera, en un ciclo de venganzas que recorrió toda la península. Este evento trágico quedó marcado en la memoria colectiva de la isla, aunque con el paso de los años fue relegado al olvido, al igual que muchos otros episodios oscuros de la contienda.

Durante el siglo XX, la edificación albergó un cuartel de la Guardia Civil hasta su abandono y posterior conversión de almacén del Instituto de Ecología Litoral.

La rehabilitación de un monumento

La transformación del lugar en museo forma parte de un plan más amplio para revitalizar Tabarca como destino cultural. A lo largo de los siglos, la torre ha tenido diferentes usos: prisión, cuartel militar y, más recientemente, almacén del Instituto de Ecología Litoral. Sin embargo, su potencial como espacio museístico permitirá contar una historia rica y diversa, desde sus orígenes como fortificación hasta su papel en la vigilancia costera.

El proyecto incluye la restauración no solo de la torre, sino también del entorno que la rodea. En la isla, las murallas construidas en el siglo XVIII también forman parte de este conjunto patrimonial, diseñado para proteger a la población de los continuos ataques piratas que asolaban la costa. Las piedras que levantan tanto el torreón como las murallas fueron extraídas de la propia isla, en un esfuerzo monumental para convertir Tabarca en un bastión defensivo.

Hacia un futuro sostenible

El impulso a la recuperación del patrimonio cultural de Tabarca se complementa con proyectos destinados a mejorar la calidad de vida en la isla. Entre ellos, destacan la renovación del Museo Nueva Tabarca, la implementación de un sistema de recogida de residuos más eficiente y la planificación de un nuevo helipuerto. El Ayuntamiento también trabaja en desestacionalizar el turismo, con iniciativas como la observación de estrellas, para hacer de la isla un destino atractivo durante todo el año.

En última instancia, la transformación del fuerte en museo no solo recupera un espacio histórico olvidado, sino que refuerza la identidad de Tabarca como enclave cultural y turístico. La historia de la isla, marcada por las guerras y la piratería, encontrará un nuevo espacio donde ser contada, preservada y compartida con futuras generaciones.

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