Vidas tocadas por la DANA

Testigos de la tragedia

DANA

Vidas tocadas por la DANA: «Hemos curado a un señor que iba andando por el barro con heridas en los pies»

El Debate recorre los pueblos más afectados por la DANA para conocer las historias de sus vecinos: una enfermera voluntaria, una madre con un bebé y una hija preocupada por sus padres heridos en el hospital

Los vecinos afectados por la DANA lloran las pérdidas humanas de sus seres queridos, de sus amigos y familiares. Una tragedia que de la noche a la mañana ha dado un vuelco a sus vidas de forma inesperada y devastadora.

Por suerte, o por desgracia, este desastre natural ha dejado dos caras: la negativa marcada por la devastación, y la más humana mostrando ese lado fraternal de todos los vecinos.

Se grata de una tragedia que ha dejado historias en cada esquina marcadas por el dolor, la desesperanza, pero también por el amor y el apoyo incondicional de toda la gente del pueblo que ha arrimado el hombro y se ha volcado con todos los vecinos que lo están pasando mal.

El Debate comenzó su andadura por Chiva donde «La Peña el Torico de Chiva» decidió cocinar calderos enteros de guiso para dar un plato caliente a todos los vecinos de la localidad y que tuviesen un momento de desconexión y de respiro en mitad del drama.

Cuando todo se había vuelto gris y el ambiente solemne, en esa calle de la peña se podían escuchar risas de los niños jugando y correteando, mientras los mayores también trataban de evadirse durante unos instantes compartiendo historias vividas o fumando un cigarro para desconectar tan solo un segundo de todo el dolor.

El amor y el calor de los vecinos hacía que los que peor lo estaban pasando pudiesen respirar aunque tan solo fuese un pequeño instante.

En Paiporta, la devastación es total. Pero conocimos a varios militares que colaborando con los voluntarios les acercaban comida a todas las personas atrapadas en sus casas. Atrapadas porque no podían salir a la calle por la profundidad del lodo. Una señora lanzaba una cuerda de la que colgaba una bolsa consistente por el balcón para recoger los alimentos. Ahí los compañeros del ejército metían leche, agua y otro tipo de comida para subsistir.

Así en cada rincón de los pueblos proliferan los buenos gestos de los vecinos que se han convertido ya en una gran familia que echa una mano de forma desinteresada.

A brazos con el bebé: «Quedo con otras mamás para que jueguen un rato»

Los niños caminan entre el barro, muebles, electrodomésticos y restos con objetos punzantes. El escenario no es el idóneo para un niño pequeño de unos dos años. Por eso, su madre asegura: «Nos iremos de aquí en un par de días a casa de unos amigos que viven lejos».

Mientras tanto, quedan con otras madres en la plaza del Ayuntamiento para que «los niños puedan jugar un rato» en un lugar donde los días se han convertido grises, o marrones. Un escenario que recuerda a la pandemia. Y, es que, esta madre cuenta que llevaban «dos días sin salir de casa» algo que es «demasiado tiempo para un niño pequeño».

Ahí hace falta de todo: «sillas para bebés, para el coche, potitos, pañales, toallitas», cuenta esta madre. Asegura que han perdido todo para los bebés y los más pequeños.

Voluntarios curan a los más mayores desorientados por la tragedia

En una calle cortada por una montaña de restos del interior de las casas, mezclados con basuras e insectos aparece una auxiliar de enfermería de Madrid. Cuenta que ha ido de forma voluntaria y la situación asegura que es «desesperante porque se necesitan muchas más manos y asistencia sanitaria para los vecinos».

Esta joven está exhausta después de atender a un anciano que «iba desorientado por la calle, no sabía muy bien dónde estaba, llevaba unas chancletas y los pies llenos de heridas mientras andaba por el barro», relata.

A este señor le ha curado las heridas, pero le ha pedido que «fuese a un centro sanitario para que le mirasen bien». Sin embargo, esto a veces no es fácil porque los consultorios están devastados y han tenido que habilitar otros puntos de asistencia sanitaria, algunos creados por los propios voluntarios de forma improvisada.

Por eso, esta auxiliar de enfermería reclama ayuda de profesionales sanitarios con más cualificación para atender a todas las personas a donde ese soporte sanitario «no les está llegando».

«Si nos hubiesen avisado, mis padres no estarían ingresados en el hospital»

Una vecina de Benetúser llora desconsoladamente al recordar la tromba de agua que arrasó la casa de sus padres ya mayores.

No puede controlar el llanto al recordar que su madre «está ingresada en el hospital con una infección» y lo mismo le ocurre a su padre.

Da las gracias porque no han lamentado pérdidas humanas en su familia, sin embargo no puede evitar repetir una y otra vez entre sollozos: «No nos avisaron, esto se podría haber evitado».

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