El profesor de la UCV Samuel Rodriguez

El profesor de la UCV Samuel RodriguezArchidiócesis de Valencia

El profesor universitario que ha coordinado a los 2.000 bomberos de fuera de Valencia durante la DANA

Samuel Rodríguez Prieto, es docente en la Universidad Católica de Valencia y subjefe de la Unidad de Rescate de Emergencias y Catástrofes del Consorcio Provincial de Bomberos

La labor frente a la DANA del profesor de la Universidad Católica de Valencia (UCV) Samuel Rodríguez Prieto, subjefe de la Unidad de Rescate de Emergencias y Catástrofes (UREC) del Consorcio Provincial de Bomberos de Valencia, se inicia la noche del 29 de octubre, martes. Durante la madrugada, la UREC es activada para acudir a Sot de Chera, localidad de la comarca interior de Los Serranos, donde la crecida del río Sot ha derribado un edificio de tres plantas que delimita con su cauce y en el que reside una familia.

Cuando llegan a su destino, los miembros de la UREC consiguen rescatar de entre los escombros a madre e hija, que han resistido el desplome de la casa. El padre está desaparecido, arrastrado por la fuerza del agua. El pequeño de la casa, de apenas cuatro años, ha fallecido a causa del derrumbe.

La unidad a la que pertenece Rodríguez Prieto, por su propia naturaleza, es un cuerpo habituado a lidiar con la tragedia. Sus bomberos trabajan en escenarios harto complicados por sus dificultades técnicas y por el sufrimiento humano que los rodea. Sin embargo, las extraordinarias dimensiones de lo sucedido hace ahora dos semanas en tierras valencianas no admiten comparación con cualquier otro episodio que haya enfrentado ni la UREC ni el resto de unidades de emergencias españolas.

Por eso, las circunstancias de aquel día sobrepasaron con mucho la capacidad de acción de una corporación de bomberos provincial, expone Rodríguez Prieto: «Cuando explico en clase lo que sucede en una catástrofe, lo primero que les digo a los alumnos es que los medios de emergencia locales están anulados: bomberos, policía, sanitarios; pueden estar afectados hasta el punto de tener miembros atrapados en algún sitio o, incluso, contar con fallecidos. Viven lo mismo que el resto de ciudadanos. Es decir, los cuerpos de emergencia locales no valen en esos momentos, no son útiles. Y eso nos ha pasado a nosotros».

En el centro, el subjefe de la Unidad de Rescate de Emergencias y Catástrofes del Consorcio Provincial de Bomberos de Valencia

En el centro, el subjefe de la Unidad de Rescate de Emergencias y Catástrofes del Consorcio Provincial de Bomberos de ValenciaUCV

Los efectivos locales, según expone Rodríguez Prieto, trataron de realizar «todos los rescates posibles» en las primeras horas de la catástrofe: «La prioridad absoluta en esos instantes era el ingente número de peticiones de socorro para rescatar a personas que estaban literalmente ahogándose en muchos puntos distintos. Nuestra realidad, sin embargo, era que teníamos varios parques de bomberos inoperativos. Los compañeros de Torrent y Catarroja simplemente no podían trabajar, estaban inundados».

«Esta vez, nosotros somos el lugar del desastre»

No es la primera vez que Rodríguez Prieto trabaja en el contexto de una catástrofe de estas dimensiones, no obstante. Y aún mayores. En febrero de 2023 tuvo que abandonar durante dos semanas las clases que imparte en el Máster Universitario en Enfermería de Urgencias y Emergencias para actuar en el contexto de un desastre natural cuyas cifras son inimaginables en España. Dos terremotos de 7.8 y 7.5 en la escala de Richter causaron 53.537 muertos en el sur de Turquía y alrededor de 7.000 en Siria.

«He estado en el extranjero trabajando en zonas de catástrofe, pero ni se me ocurría pensar que un día pudiese estar en la situación contraria. Esta vez, sin embargo, nosotros somos el lugar del desastre natural y nos toca realizar una labor que nunca habíamos hecho: gestionar toda la ayuda profesional y de medios que viene de fuera. Es una tarea complicada, pues si cada uno va por libre y hace lo que quiere, al final colapsas; toda esa labor se convierte en un trabajo inútil y la ayuda no está donde se requiere», explica Rodríguez Prieto.

Así, el profesor de la UCV se encuentra integrado en el puesto de mando avanzado en Paiporta desde primera hora del día siguiente a las inundaciones. Las jornadas laborales son extenuantes, llegando a su lugar de trabajo temporal a las siete de la mañana y volviendo a su casa a las diez u once de la noche, con un rato para cenar y unas tres o cuatro horas para dormir.

Como subjefe de la UREC, ha recibido y distribuido los más de 2.000 bomberos y sus materiales llegados de toda España y del extranjero (más de treinta cuerpos diferentes), en cinco de los seis sectores en que se ha dividido la zona más afectada por la DANA (el sexto sector lo ha gestionado prácticamente en exclusiva la UME).

Samuel Rodríguez, durante las tareas de coordinación de Bomberos en la DANA de Valencia

Samuel Rodríguez, durante las tareas de coordinación de Bomberos en la DANA de ValenciaUCV

«Cada unidad que viene a Valencia posee unas capacidades concretas. Las hay que llegan con embarcaciones, o con perros de búsqueda, con localización electrónica para víctimas, con camiones de achique de agua. Los distribuyes en los diferentes sectores teniendo en cuenta también qué carreteras son viables, cómo se encuentran los accesos. Además, hay que proporcionarles un lugar para pernoctar y un avituallamiento. Y eso tampoco es nada fácil, aunque lo pueda parecer», asevera.

La segunda fase, la obra civil

Rodríguez Prieto indica que la labor de los bomberos se encuentra ya en una segunda fase. De las «prioridades iniciales» (búsqueda y localización de personas vivas, pasando después a la de desaparecidos y personas fallecidas) ahora el contexto es de «obra civil». Continúan buscando a todos aquellos de los que aún no se conoce paradero, pero las tareas principales en estos momentos son «liberar las calles» y «realizar los achiques de agua, comenzando por los más grandes y continuando después por los más pequeños».

«Para que los camiones de achique de agua lleguen a las viviendas se requieren carreteras y calles libres. La gestión es brutal, porque hablamos de retirar miles de coches de desguace, toneladas y toneladas de enseres sacados de las viviendas y de sedimentos arrastrados por el agua. Además, para meter maquinaria y sacar todo eso hay que liberar extrarradios y explanadas de los municipios. A ello se añade el problema de que los alcantarillados se obstruyen a causa del fango y el lodo acumulados», subraya.

En esta etapa de transición, «se retira poco a poco a las unidades especializadas en rescate de personas y cadáveres, y se suman equipos con capacidad de achique de lodos, por ejemplo. Los grupos de bomberos más importantes, como los de la Comunidad de Madrid o de Cataluña, están haciendo sus propios relevos. Otros más pequeños, como el de León -que vino solamente para rescate canino de personas y ya se ha marchado- son sustituidos por los que son más necesarios ahora».

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