¿Es verdad que la Coca-Cola se inventó en un pueblo de Valencia?

«Has triunfado más que la Coca-Cola» es una de las expresiones que jóvenes y adultos utilizan para referirse al resultado de una determinada acción con resultado más que positivo. Durante décadas, se han escrito multitud de artículos acerca del origen de este conocido refresco. De hecho, se ha llegado a asegurar que su fórmula secreta tan solo la conocían dos personas y que éstas tenían prohibido viajar juntas en el mismo avión por si hubiera un accidente mortal y el futuro de la compañía terminase en ese instante. Pero, ¿y si en realidad la Coca-Cola se hubiese inventado en un pequeño pueblo valenciano?

Aunque no hay pruebas clarificadoras al respecto, sí hay datos que, al menos, pueden generar dudas. El protagonista de esta historia es Bautista Aparici, un vecino de la localidad de Ayelo de Maleferit, en el interior de la provincia levantina, que era el copropietario de Destilerías Ayelo. Así, en 1885 habría viajado hasta Filadelfia para presentar su «Jarabe Superior de Kola-Coca».

Visita de los emisarios de Pemberton

A partir de aquí surge la primera discrepancia entre las versiones. Mientras unos dicen que el producto suscitó tanto interés que le compraron la patente a Aparici «por cuatro duros», otros apuntan a que se volvió sin realizar ningún trámite. Sea como fuere, el caso es que a los pocos meses, en 1886 y en plena Ley Seca estadounidense, salió al mercado una bebida muy parecida a la valenciana. Se llamaba Coca-Cola y su creador fue John Stith Pemberton.

Tal fue el éxito del nuevo refresco que la Kola-Coca casi de manera inmediata dejó de producirse. De hecho, la leyenda también cuenta que emisarios del inventor de la Coca-Cola viajaron hasta Ayelo de Malferit para hacerse con la marca y evitar así problemas comerciales y de distribución. No obstante, sobre esto tampoco hay documentos que puedan disipar las dudas.

Años después, los herederos de Aparici siguen convencidos de que se trata de una copia y que la única diferencia entre ambos se reduciría al uso de agua fresca, puesto que el resto sería hojas de coca, nuez de cola y agua de soda.

A pesar de los años y del potencial financiero de la empresa americana, en el pueblo no quieren que este relato se pierda. Un ejemplo de ello es el de Lucía Mompó, de 25 años y cuya madre le dio la idea de inventar ella misma un refresco que sirviera para recuperar la tradición del municipio. Así, la joven ya comercializa en decenas de bares de la provincia su propio refresco, Malferida. De hecho, está siendo del gusto de los consumidores y forma parte del proyecto Lanzadera, la aceleradora de empresas que dirige el presidente de Mercadona, Juan Roig.