El ganadero Antonio Miguel Álvaro, que denunció «el primer ataque de lobo» al ganado en la Comunidad ValencianaEuropa Press

El ganadero valenciano que perdió diez ovejas en un ataque: «El Gobierno no podrá taparlo, el lobo está aquí»

  • Cree que la Consejería de Medioambiente tiene interés en señalar a una jauría de perros como la culpable

  • Tras el informe técnico, que dudaba de la autoría del lobo, el análisis de ADN estará listo en pocos días

A finales del pasado mes de enero, la asociación AVA-ASAJA denunciaba que el miembro de su junta directiva y ganadero Antonio Miguel Álvaro había sufrido la pérdida de diez de sus ovejas en el que era «el primer ataque» a ganado del lobo ibérico en la Comunidad Valenciana.

Desaparecido desde hace aproximadamente un siglo de la región, la vuelta de este animal fue tomada con escepticismo, ya que, si bien su propagación por buena parte de la geografía española en los últimos años es una realidad, haber alcanzado tierras valencianas supondría que habría aumentado sobremanera su hábitat.

El pasado martes se hacían públicas las conclusiones del informe técnico elaborado por veterinarios de la Consejería de Medioambiente de la Generalitat Valenciana y éstas no hacían más que arrojar aun más dudas sobre que el ataque animal producido en la localidad valenciana de Aras de los Olmos fuese obra del Canis lupus signatus.

El escrito indicaba que las heridas que los animales presentaban en las glándulas mamarias y en las extremidades delanteras y los flancos eran «muy poco habituales en los ataques a ganado protagonizados por lobos, pues estos depredadores suelen derribar a sus presas, además de mediante dentelladas muy precisas en el cuello, con ataques a las extremidades posteriores y la región perianal y rara vez se han constatado lesiones leves en las que no se aprecie pérdida significativa del tejido muscular, como ha sido este caso».

A la espera del laboratorio

El informe concluía, así, que no se podía discernir «de manera indubitable» que el brutal ataque hubiese sido llevado a cabo por perros asilvestrados o por lobos. Quien no tiene dudas de quién está detrás del mismo es Álvaro, quien, en declaraciones a El Debate apunta a que «hay un interés clarísimo en decir que ha sido perro». «Aunque lo intenten, el Gobierno, la Consejería de Medioambiente, no podrá taparlo, el lobo está aquí y con el tiempo se verá, porque el lobo cría», señala.

Un ejemplar de lobo ibéricoMinisterio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico

A este ganadero le chirría el hecho de que los técnicos del Departamento que lidera Salomé Pradas no le hayan dado una muestra de ADN para poder realizar la «contradictoria» si el resultado de los análisis determina que es obra de unos perros asilvestrados y no del lobo. Unas pruebas que, según explica a este periódico el profesor de Veterinaria de la Universidad CEU Cardenal Herrera Jesús Cardells, que trabaja en la investigación, estarán listas en unos días.

Para Antonio Miguel Álvaro, sin embargo, el resultado ya está decantado y él seguirá convencido, independientemente del resultado, de que lo que provocó la muerte de una decena de sus animales y la estampida de otros 400 –en buena parte, ovejas preñadas– fue una manada de lobos. Asimismo, duda de que los veterinarios de Medioambiente tengan la formación específica para saber diferenciar entre una especie y otra: «Lo sabemos mejor los ganaderos, que llevamos toda la vida sufriendo ataques de perros asilvestrados y este no tiene nada que ver».

Cuando es un ataque de perro, hay muchas ovejas heridas por las dentelladas, que no mueren, y aquí no había ningunaAntonio Miguel ÁlvaroGanadero

Y es que, según relata, lo que ocurrió en su finca el 23 del mes pasado fue totalmente diferente a lo que ha ocurrido otras veces en la comarca de Los Serranos, donde, cuenta, una jauría de perros asilvestrados causó la muerte de más de 600 ovejas en el pasado.

«En primer lugar, los perros se ven antes y después del ataque. En segundo, el perro tiende a amontonar a los animales –en su caso, las ovejas estaban desperdigadas, aunque las juntó para las fotografías–. En algunos casos los cadáveres amontonados llegan hasta el techo de las naves. Tercero: cuando son perros, hay muchos bocados, no heridas de asfixia. Y, por último, cuando es un ataque de perro, hay muchas ovejas heridas por las dentelladas, que no mueren, y aquí no había ninguna», explica.

Según explicaba hace unos días el profesor Cardells a este diario, si el resultado de los análisis estipula que el ADN es de lobo, entonces no hay duda, pero en el caso de arrojar un resultado que indique que es de perro, la sensibilidad de la muestra no es muy alta y no se podría descartar totalmente que se tratase de un ataque de lobo.

El ganadero precisa que a él, de todas formas, su seguro le cubre igualmente tanto una como otra eventualidad e indica que si fuese un ataque de perro se reclamaría la indemnización al Ayuntamiento de Aras de los Olmos. Si fuese lobo, explica, en otras comunidades autónomas donde su presencia –y los problemas asociados a ella– vienen de antiguo, son los gobiernos regionales quienes lo asumen. En el caso valenciano, sin embargo, se daría una situación inédita.

Incisiones de casi 7 centímetros

El informe técnico de los veterinarios de Medioambiente sobre el ataque al ganado en Aras de los Olmos recoge que las heridas sufridas por las ovejas alcanzaron hasta los 6,7 centímetros de profundidad. El escrito indica que el rango de medición del bloque incisivo-canino en los lobos ibéricos puede oscilar entre de 5 a 7 centímetros y que la huella que dejan los colmillos sobre la piel del animal puede superar hasta los 10, dependiendo de la posición de la presa. Este análisis puntualiza, sin embargo, que hay razas de perros, como los pastores alemanes, los collies o los labradores, que también abarcan este rango de medición.