La Trinchera de la Historia
La defensa del Alcázar de Toledo
Descubre un nuevo capítulo de la serie veraniega de El Debate sobre grandes batallas históricas
'La Trinchera de la Historia' ofrece bajo estas líneas una recreación sonora en podcast que puedes disfrutar mientras lees el artículo
Tensión en el ambiente, preocupación popular por el creciente nivel de violencia, una República cada vez más alejada de los principios con la que fue instaurada y por tanto, cada vez menos aceptada entre gran parte de la población. España se dividía y los diferentes sectores políticos se radicalizaron.
Por un lado, estaban los que deseaban preservar el sistema republicano existente; por otro, aquellos que aspiraban a instaurar la dictadura del proletariado a semejanza de la URSS. Estos últimos, con mayor peso, hicieron que el régimen republicano tendiera cada vez más a la izquierda, radicalizando el panorama político. Por ese motivo, los partidos republicanos de derechas comenzaron a enfrentarse abiertamente contra el Frente Popular, coalición de partidos de izquierda creada durante las elecciones de 1936.
El desorden se vivía no solo en las calles, también en las Cortes. El asesinato de José Calvo Sotelo fue la chispa definitiva que terminó por provocar el estallido de la sublevación.
Toledo no tardó en convertirse en uno de los escenarios de la guerra. Tras varios días de tiroteos, el 21 de julio, los republicanos inician el asedio del Alcázar en el que se habían atrincherado los nacionales.
El Alcázar y sus defensores
De fortaleza romana a alcazaba musulmana y, finalmente, convertido en Alcázar en tiempos de la Reconquista. Con el paso de los años, los diferentes monarcas españoles ordenaron reformas y mejoras, e hicieron de él su residencia más que una fortaleza militar.
En la Edad Contemporánea, fue pasto de las llamas en la Guerra de Sucesión, en la Guerra de la Independencia y con ocasión del incendio de 1887. Pocos años antes de la Guerra Civil, el Alcázar se había convertido en sede de las academias de Infantería, Caballería e Intendencia. Este edificio rectangular rematado por cuatro torreones coronaba la ciudad de Toledo. Durante la primera fase de la Guerra, desde el 22 de julio de 1936 hasta el día de su liberación, 27 de septiembre de 1936, se convirtió en el refugio no solo de los 1200 hombres que conformaban el bando sublevado en Toledo, sino también de sus 600 mujeres y niños. Todos ellos resistieron en el interior de la fortaleza durante los casi dos meses que duró el asedio de los milicianos republicanos procedentes de Madrid.
El asesinato de José Calvo Sotelo fue la chispa definitiva que terminó por provocar el estallido de la sublevación
Dos minas, bombardeos, ruinoso estado del edificio, amenazas y falta de alimentos fueron las durísimas condiciones que tuvieron que soportar, no obstante, resistieron sin dudar hasta que, el 27 de septiembre, el ejército de África al mando del General Varela llegó a Toledo y consiguió que los republicanos levantaran el asedio. El Alcázar había sido liberado. Las palabras que Moscardó dirigió a Varela aquel día han pasado a la historia: «Sin novedad en el Alcázar».
Hijo de militar, José Moscardó e Ituarte, más conocido como General Moscardó, jugó un papel protagonista en la defensa del Alcázar de Toledo. Hizo la carrera militar y estuvo en distintos destinos hasta convertirse en el director de la Escuela Central de Educación Física en Toledo. Al estallar la sublevación de 1936 se negó a entregar las municiones que solicitaban los mandos republicanos de Toledo.
Ante las amenazas, Moscardó se vio obligado a declarar el estado de guerra a favor de los sublevados, a lo que los republicanos respondieron con el ataque de una columna venida de Madrid. No quedaba otra alternativa más que refugiarse con sus tropas, mujeres y niños tras los muros del Alcázar. Firme hasta el final, su hijo Luis fue asesinado a manos republicanas por no querer acceder su padre a la propuesta de rendición. La valentía de Moscardó fue premiada con el ascenso a General, así como con la Cruz Laureada de San Fernando y, pocos años antes de morir, recibió también el título de Conde del Alcázar de Toledo, con Grandeza de España.
El Teniente Coronel Pedro Romero Basart ejercía la Comandancia de la Guardia Civil cuando se produjo el alzamiento de julio de 1936. El general de brigada Sebastián Pozas le conminó a que entregara las municiones de la Fábrica de Armas de la ciudad a lo que, al igual que Moscardó, él se negó. Acto seguido consiguió que casi todas las fuerzas de la Guardia Civil de la provincia se refugiaran en el alcázar junto a sus familias. Junto a Moscardó, se encargó de liderar la defensa de la fortaleza durante los 70 días de asedio.
Asedio y defensa
Aunque la Academia, con sede en el Alcázar, estaba en activo, los militares se hallaban en período de vacaciones, por lo que no había apenas provisiones en la despensa, a excepción del trigo que pudieron traer de un almacén cercano. Así pues, se limitaron a alimentarse de carne de caballo y mulo y de un panecillo diario. El suministro de agua no fue tan complicado, pues contaban con aljibes.
La munición era igualmente escasa, y, sin duda, mucho menor a la del enemigo, que contaba con 5.000 milicianos a las órdenes del General Riquelme y apoyados por la aviación republicana. Tampoco la ayuda nacional tenía fácil acceso al bastión, pues éste estaba totalmente sitiado y la ruta desde Madrid podía ser fácilmente interceptada por los republicanos. No obstante, los del Alcázar contaban con la esperanza de la ayuda prometida por Franco en un mensaje recibido el 11 de agosto.
El Alcázar pasó a convertirse en un emblema de la valentía y resistencia de los españoles durante la guerra
Hacia el 8 de septiembre el comandante Rojo trató de negociar con Moscardó la rendición ofreciéndole la evacuación de las mujeres y niños. Pero la decisión era firme y el Alcázar no se rindió. Finalmente, las columnas del general Varela llegaron a Toledo el 26 de septiembre y enlazaron con los sitiados del Alcázar el 27 de septiembre de 1936, terminando así el asedio.
El Alcázar de Toledo quedó en un estado ruinoso tras la Guerra Civil, fruto de los bombardeos padecidos durante el asedio. Con todo, estas ruinas fueron ensalzadas como «gloriosas» y, desde esa fecha, el edificio pasó a convertirse en un emblema, ya no solo de la ciudad de Toledo, sino de la valentía y resistencia de los españoles durante la guerra. Fue utilizado como signo propagandístico primero durante la guerra y posteriormente como emblema nacional.
Créditos | La defensa del Alcázar de Toledo
- Dirección, guion y locución: María Sánchez Martínez.
- Producción y diseño sonoro: Carla Farrais.