Soldado de la OTAN de ejercicios en Polonia

Ejercicios de la OTAN en PoloniaDPA vía Europa Press

Defensa

Debemos apostar por la OTAN o por una defensa europea

Creo sinceramente que el proceso que seguimos no es el adecuado. Estamos centrando el debate en el gasto militar y esa no es la solución sino uno de los problemas. Deberíamos establecer estrategias comunes para acometer la creación de una industria de defensa común, gobernada por nosotros, que nos permitiese ir corrigiendo los problemas actuales y que convirtiese el gasto actual en un gasto rentable.

Después del final de la II Guerra Mundial fueron los Estados Unidos los que tomaron las decisiones y los líderes europeos las aceptaron sin remilgos. Nuestros líderes aceptaron subcontratar nuestra seguridad y defensa a los estadounidenses, que crearon la OTAN no solamente como un elemento que garantizase nuestra defensa, sino como un elemento que no permitía el nacimiento y desarrollo de una defensa propia, permitiendo así el control militar de Europa. Esto, unido al Plan Marshall, fueron los dos elementos principales que les garantizaron el dominio de Europa. Ambas cuestiones fueron el fruto de una Europa destruida por la guerra y de la imposibilidad de acometer por nosotros mismos estas labores.

Pero no podemos culpar a los estadounidenses porque han hecho bien su trabajo, tenemos que culparnos a nosotros mismos porque hemos hecho mal el nuestro. Nuestros políticos no han sufrido el desgaste de apoyar políticas de defensa más ambiciosas, no han tenido que enfrentarse a sus sociedades, no han recibido ataúdes en sus territorios, no han tenido que desgastarse defendiendo lo que en algunas épocas era poco popular. Esto nos ha llevado a una posición irrelevante en el mundo, política y militarmente, y a algo que considero más grave, la incomprensión por parte de la ciudadanía de que ocupar un puesto más importante en el mundo trae consigo asumir también que, en ocasiones, para defender tus intereses, utilizas primero la política y la diplomacia y si estas no funcionan la fuerza, tal y como ya lo definió Clausewitz en su definición de la guerra: «La guerra es la continuación de la política por otros medios».

Además, no es conveniente olvidar que nuestros políticos han realizado su principal inversión en la creación de un Estado del Bienestar, mientras otros nos garantizaban una paz duradera, y así hemos llegado al mundo happy actual en el que una población adormecida consideraba que lo obtenido no estaría en peligro nunca, y mucho menos llegaría el momento de tener que defenderlo. Unos y otros nos han planteado una zona de «confort mental» que realmente nos ha convertido a los ciudadanos de la Vieja Europa en filósofos alejados de la acción y la OTAN es nuestro territorio, con una participación mayoritaria estadounidense, es un claro ejemplo de ello.

El momento actual es fruto de un trabajo de Estados Unidos en beneficio de sus intereses y de la falta de ganas y trabajo de los nuestros, algo que ha dado como resultado que hoy, al igual que en la época inicial posterior al final de la II Guerra Mundial, no estemos capacitados para defendernos solos. Estamos obligados a reaccionar, a comenzar a establecer un modelo común, un modelo no de países sino de continente e ir alejándonos de la dominación de EE. UU. La próxima cumbre de la OTAN en Washington, donde se celebrará el 75 aniversario de su creación, podría ser un buen momento para reivindicar un camino independiente al de Estados Unidos y la reforma de los objetivos de la OTAN para convertirse en más europea, asumiendo, por supuesto, el control y lo que ello conlleva.

La alta dependencia de los Estados Unidos se ve reflejada en cuestiones como que el comandante del Mando Supremo Aliado en Europa (SACEUR) sea siempre un estadounidense, que nuestra disuasión nuclear sea la de los EE. UU, que dependamos de su material militar, de sus capacidades de transporte, de sus capacidades logísticas, de la inter-operatividad de sus fuerzas y sistemas y de una reacción inicial de sus fuerzas en caso de tener que entrar en combate.

El Comandante del Mando Supremo Aliado en Europa (SACEUR), el General Christopher G. Cavoli
al Palacio de la Zarzuela, a 1 de marzo de 2023, en Madrid (España). Christopher G. Cavoli es general del Ejército de los Estados Unidos y ha viajado a España por cuestiones de trabajo. Cavoli fue nombrado sucesor del general Tod D. Wolters en su doble función de comandante del Mando Europeo de los Estados Unidos y comandante Supremo Aliado en Europa.
01 MARZO 2023;MADRID;REY;PALACIO DE LA ZARZUELA
A. Pérez Meca / Europa Press
(Foto de ARCHIVO)
01/3/2023

El Comandante del Mando Supremo Aliado en Europa (SACEUR), el General Christopher G. CavoliEuropa Press

El problema de Europa no es un problema de gasto en defensa, gastamos casi la misma cantidad que China y no pintamos nada en la esfera mundial. Nuestro mayor problema es de conjunto, de acción común. Los países europeos tratan la política de defensa como una responsabilidad nacional, sin que exista un pensamiento en favor del colectivo europeo, y, del mismo modo, tratan las amenazas como nacionales, sin pensar en las amenazas comunes. Seguimos, en cierto modo, con la misma mentalidad que cuando Alemania inició la II Guerra Mundial, no hubo una acción común para tratar de pararla, cada país intentó a su manera salvarse de Hitler y todos acabaron teniendo que enfrentarse a él. Esto quizás podría aplicarse ahora mismo a la figura de Putin.

Las condiciones en el mundo están cambiando y China con sus aliados, entre ellos Rusia e Irán, intenta cambiar el Orden que salió de la Segunda Guerra Mundial y que, tras el final de la Guerra Fría, finalizó con un dominio unipolar de EE. UU. Esta realidad afecta a Europa que, no siguiendo nuestros pasos sino los que nos marcaban otros, en el momento actual tiene una grave amenaza en una Rusia que, dirigida por un líder mesiánico como Putin, pretende recuperar un espacio perdido y los espacios se recuperan siempre arrebatándoselos a otro.

La realidad es que Europa, además de Rusia, tiene algunos otros puntos calientes a los que prestar atención preferente como son los Balcanes, una olla hirviendo a fuego lento y con una capacidad rusa para hacerla explotar, la situación caliente en el Cáucaso, principalmente con Georgia, Armenia y Azerbaidzhan, la situación en Moldavia y el Sahel, entre otros. Podríamos decir que nuestro territorio está sembrado de granadas y nosotros no controlamos la anillas.

En el año 1998 se celebró la denominada Cumbre de Saint Malo, entre el presidente francés, Jacques Chirac, y el primer ministro británico, Toni Blair, donde ambos concluyeron que «la Unión Europea debía disponer de una capacidad autónoma de acción, apoyada por unas fuerzas militares creíbles». Han transcurrido 26 años, el Reino Unido está fuera de la Unión Europea y solamente nos queda Francia, en cuanto a la defensa clara de esta posición. Las recientes declaraciones de Emmanuel Macrón, aunque realizadas en el inicio de la campaña de elecciones europeas, marcan los tres problemas fundamentales de Europa: «Atrás quedaron los días en que Europa compraba su energía y fertilizantes a Rusia, externalizaba su producción a China y delegaba su seguridad a los Estados Unidos».

Muchos estrategas del Pentágono están centrados en la posibilidad de una guerra con China, que de inmediato produciría un redespliegue de las fuerzas estadounidenses hacia el Indo-Pacífico, con el abandono del apoyo a Europa. Esto podría ser aprovechado por Rusia para atacar el flanco oriental de la OTAN, topándose con una Europa incapaz de defenderse sin la ayuda estadounidense.

La Guerra de Ucrania ha puesto al descubierto nuestras vergüenzas, nuestras incapacidades. Desplegamos una especie de «batiburrillo» de equipos y sistemas de diferentes procedencias que hace imposible que nuestros ejércitos puedan actuar juntos de manera eficaz. La eficacia de nuestro futuro sistema no significa que desaparezcan todos los ejércitos nacionales para crear un nuevo ejército común, significa que esos ejércitos puedan y tengan la capacidad de luchar conjuntamente. Es necesario, vía presupuestos europeos, que se apoye la industria de defensa europea y que esta sea la que suministre el equipamiento a los ejércitos europeos, este sería un primer paso imprescindible.

Algo preocupante, en mi humilde opinión, es que la señora Von der Leyen proponga ahora, en 2024, la creación de la figura política de Comisario Europeo de Defensa, algo que nos indica la rapidez de reacción de nuestro sistema político europeo.

Y un apunte final. No podremos construir una Europa unida, un sistema de seguridad y defensa conjunto, sin una actividad de inteligencia conjunta. Antes de construir debemos limpiar el terreno y Estados Unidos ha tenido muchos años para tejer una red inmensa de contactos y «no contactos» en nuestro territorio. Pero esto será objeto de otro artículo.

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