Pulpo

Pulpo

La razón por la que se considera mejor el ‘pulpo á feira’ del interior que el de la costa

En el pasado, una de las diferencias clave entre las localidades costeras y las del interior era la forma de tratar el pulpo

Cuando se habla de la gastronomía gallega, el pulpo á feira ocupa un lugar destacado como uno de sus platos más icónicos.

Una receta que, con ingredientes simples (pulpo cocido, aceite de oliva, pimentón y sal gruesa), ha conseguido conquistar a todos aquellos que lo han probado.

Sin embargo, lo que pocos saben es que el mejor pulpo de Galicia no se encuentra en sus localidades costeras, sino en municipios del interior como Carballino y Melide.

Un plato con mucha historia

Desde siempre, el pulpo ha sido esencial en la cocina gallega. Su popularidad se compara incluso con la del percebe, otro producto estrella de Galicia.

A pesar de su origen marítimo, la tradición pulpeira echó raíces tierra adentro. En el pasado, una de las diferencias clave entre las localidades costeras y las del interior era la forma de tratar el pulpo: mientras que en la costa se trabajaba con piezas frescas, en el interior se utilizaba pulpo seco, ideal para conservarlo y transportarlo.

Y es que en los inicios, el pulpo seco fue fundamental para que este alimento llegara al interior de Galicia. Su fácil conservación y transporte permitieron su arraigo en localidades alejadas del mar. Con el tiempo, la congelación reemplazó al secado, pero la esencia del plato se ha mantenido intacta.

Sin embargo, compartían una técnica común para ablandar el producto: golpearlo para romper sus fibras musculares, lo que dio lugar a la conocida expresión 'te va a caer la del pulpo'.

También compartían detalles como los palillos y platos de madera con los que se come el pulpo para soportar los baches de los caminos rurales siguen presentes en la actualidad.

El protagonismo del pulpo en el interior de Galicia tiene raíces medievales. En el siglo XII, el Monasterio de Santa María de Oseira, situado en la localidad de Cea (Orense), recibió como donación el coto costero de Marín.

Como parte de los tributos, los pescadores entregaban pulpo a los monjes, quienes lo llevaban a las ferias y mercados de la región. Esta práctica sentó las bases para que el pulpo se convirtiera en un alimento popular en el interior.

Con el tiempo, los vecinos de Carballino se especializaron en el manejo del pulpo, desarrollando técnicas para secarlo y venderlo. Las ferias de ganado fueron clave para su comercialización, y precisamente de ahí proviene el nombre de pulpo á feira.

En 1964, la primera fiesta del pulpo consolidó la tradición y marcó el inicio de las celebraciones en honor a este plato.

Aunque localidades costeras como Bueu (Pontevedra) o Muxía (Las Coruña) destacan por la calidad de su pulpo, la auténtica experiencia del pulpo á feira se encuentra en el interior gallego.

Y es que Carballino y Melide no solo ofrecen un plato exquisito, sino también una inmersión en siglos de historia y tradición.

Las capitales del pulpo

Carballino, ubicado en la provincia de Orense, se ha ganado el título de capital del pulpo gracias a su famosa feria, que atrae a miles de visitantes cada agosto. Por su parte, Melide, un punto estratégico en el Camino de Santiago, ofrece a los peregrinos la oportunidad de degustar este plato antes de llegar a su destino. Comer pulpo en Melide se ha convertido en una tradición casi obligatoria para quienes recorren el Camino Francés.

Estas localidades han sabido mantener viva una tradición que las ha convertido en paradas obligatorias para quienes les gusta el pulpo.

Eso sí, el pulpo no será lo mismo sin estos dos acompañamientos esenciales: el pan de Cea, elaborado artesanalmente, y el vino de Ribeiro, cuyo sabor fresco y afrutado complementa perfectamente la intensidad del pulpo.

comentarios
tracking