El Guadalquivir, a su paso por Córdoba, en febrero de 1963

El Guadalquivir, a su paso por Córdoba, en febrero de 1963La Voz

Las últimas grandes inundaciones en Córdoba

Algunas infraestructuras han mitigado los efectos de las riadas en la capital

Cualquier ciudad guarda en su memoria colectiva aquellos grandes sucesos que ha sufrido a lo largo de la historia. Terremotos, rayos, sequías e inundaciones jalonan la vida de sus gentes, y Córdoba no es ajena a ello. Para las generaciones actuales de cordobeses es difícil que recuerden las grandes riadas de siglos precedentes, pero sí tienen presentes las de las últimas décadas.

La presencia del río Guadalquivir ha sido siempre un factor determinante, ya que cada vez que crecía afectaba a una parte del casco urbano. Hay crónicas del siglo XIX que hablan de la presencia de barcas por la calle Lineros para rescatar a los vecinos afectados.

El murallón

Esta circunstancia hizo que precisamente en esa centuria se comenzase a proteger la ciudad con el denominado murallón, que recorría toda la orilla para protegerla de las crecidas del río. La obra se hizo interminable y quedó como ejemplo del proyecto público al que no se le ve el fin.

Este murallón se completó con otro en la margen izquierda. Además de proteger el Campo de la Verdad tenía también la finalidad de evitar que la ciudad quedase incomunicada. Un estudio hecho en el siglo XIX estimaba que el Guadalquivir podía cambiar el cauce y pasar de los peñones de San Julián al desaparecido molino de San Rafael. El único punto de comunicación existente, el Puente Romano, quedaría por tanto inservible para cruzar a la otra orilla.

La crecida de 1963

La zona más castigada por las inundaciones, además de la margen del río, ha sido históricamente la del santuario de la Virgen de la Fuensanta, de lo que quedan numerosas pruebas en forma de azulejo en su atrio. Las crecidas del arroyo de las Piedras, o de Pedroches, hacían que el Guadalquivir creciera hasta este lugar.

El estadio El Arcángel, inundado

El estadio El Arcángel, inundadoLa Voz

Eso fue lo que ocurrió entre los días 17 y 18 de febrero de 1963, cuando el río llegó a tener un caudal de 5.400 metros cúbicos por segundo. En la capital se vieron afectadas 334 viviendas, de las que 150 quedaron derrumbadas por el agua y el resto, en ruinas. Este temporal se saldó con una víctima, un niño de tan sólo 15 días de vida en una chabola del Zumbacón. La anécdota estuvo en la inundación del viejo estadio El Arcángel.

La creación de presas de regulación del Guadalquivir aguas arriba y la canalización del arroyo de las Piedras fueron actuaciones esenciales para que el río no volviera a alcanzar desde entonces el mismo caudal a su paso por Córdoba. Dicho arroyo fue canalizado a través de unos colectores construidos por la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir (CGH), pero la plaza del Santuario seguía inundándose por el agua que salía de las alcantarillas y en 2009 inició CHG una actuación importante para solucionar este problema.

Este proyecto consistía en la instalación de un nuevo colector de 3,5 por 2,5 metros y tuvo un presupuesto de 4,5 millones de euros. El tramo en el que se actuó arrancaba en la avenida de Libia, junto a la glorieta de La Louviere, y discurría por toda la avenida hasta el Campo de San Antón. Ahí entraba en el barrio de la Fuensanta por la calle Hernando de Magallanes hasta desembocar en el río.

La inundación de 2010

Con este problema resuelto, después de las grandes lluvias de 1996 y 1997 las últimas inundaciones ocurrieron en la ciudad pero no en el casco urbano. Sucedieron en febrero de 2010 y afectaron gravemente a unas parcelaciones situadas en la orilla del río, junto al aeropuerto.

El río creció ese 23 de febrero, aunque no alcanzó el volumen de antes, y afectó a 752 personas y a 252 viviendas. Este suceso se vio envuelto en la polémica, ya que una parte considerable de los hogares siniestrados estaban construidos en un suelo que no contaba con la calificación urbanística para ello.

En esos días, además, debido a las fuertes lluvias que caían en la ciudad, los embalses de la cuenca del Guadalquivir comenzaron a soltar agua en previsión de lo que estaba por venir. Esto hizo que el nivel del río creciera a su paso por Córdoba.

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