Julio Romero de Torres, su hermano Enrique y Anselmo Miguel Nieto, en Buenos Aires

Julio Romero de Torres, su hermano Enrique y Anselmo Miguel Nieto, en Buenos AiresLa Esfera

Cuando Julio Romero de Torres conquistó Argentina

La galería Witcomb de Buenos Aires expuso 26 de sus obras

Uno de los estigmas que pesan sobre la obra de Julio Romero de Torres es el del localismo. La Andalucia eterna, la mujer morena, el paisaje de la tierra son tópicos que se repiten sobre la producción de un pintor que fue en su momento mucho más universal de lo que se pueda pensar en la actualidad.

Romero de Torres, practicamente, nació pintándo. Conforme maduraba va adquiriendo un lenguaje tan personal que hace su obra inconfundible y universal. Sus cuadros son iconos para una ciudad que, a su vez, está presente en los mismos de mil diversas formas. El pintor conocía perfectamente la ciudad y se podia permitir deconstruirla y crear paisajes urbanos a su antojo sin que por ello dejara de ser Córdoba.

Julio Romero de Torres, en el puerto de Buenos Aires

Julio Romero de Torres, en el puerto de Buenos AiresLa Esfera

Esto, que a simple vista se puede interpretar como un rasgo para el consumo interior se demostró que no era así y Julio Romero rompió fronteras y después de triunfar en Madrid cruza el Atlantico para coronarse en Argentina y en buena parte de hispanoamérica.

Sólo hizo un viaje transatlantico pero fue suficiente para adquirir un prestigio internacional que no pudo dimensionar al quedar en la cartera varios viajes al extranjero por culpa de su prematura muerte.

Por estas circunstancias, su periplo por Argentina es uno de los hitos más destacados en la biografía del pintor debido al éxito que tuvo y al mercado que se abrió en el cono sur americano. Aún hoy, allí se conserva buena parte de la obra de Julio Romero de Torres, tanto la que vendió en 1922 como la que posteriormente fue enviando por los encargos que recibió.

El viaje

Julio y su hermano Enrique fueron despedidos en la estación de Córdoba, desde donde viajaron a Cádiz para embarcarse el 8 de agosto con destino a Buenos Aires en el vapor Infanta Isabel de Borbón. La travesia duró 15 días y en este tiempo aprovechó para pintar en un camarote especial que le proporcionó el capitan del barco. Hicieron escala en Montevideo y allí le esperaban miembros del Club Español y del Ateneo, que le hicieron un caluroso recibimiento.

El día 22 llegan a Buenos Aires y los cordobeses que allí residían no dudan en darle la bienvenida. Allí vivía desde hacía tiempo su hermano Carlos y a buen seguro que él alentó esta experiencia desde hacía años pero falleció en 1917, antes de que Julio y Enrique arribaran a esas tierras. El objetivo era la exposición de 26 de sus cuadros en la galeria Witcomb, la más prestigiosa de la capital.

La exposición

Romero de Torres ya tenía experiencia de enviar su obra al extranjero. Algunos de sus cuadros se habían expuesto en algunsa ciudades europeas y americanas pero este caso es distinto. Se trataba de una exposición monografica y él podía atender directamente al público, lo que le generó numerosos encargos de retratos para la alta burgesía bonaerense, algunos de los cuales los pintó allí en los casi cuatro meses que duró el viaje.

Entre los lienzos que viajaron a America estaba ‘La buenaventura’, ‘El martirio de Santa Inés’, ‘Musidora’ o ‘Malagueñas’, entre otros. Las salas de Witcomb, con paredes enteladas, luz natural cenital y generosos divanes, ofrecía un ambiente de lujo en el que no desentonaban lo más mínimo los cuadros del pintor cordobés.

La presencia de Romero de Torres en Buenos Aires fue aprovechada también para ofrecerle distintos reconocimientos, como el banquete organizado por el Ateneo o el Círculo Andaluz de Buenos Aires, así como los contactos que mantuvo con artistas locales. Allí estuvo con su amigo Anselmo Miguel Nieto, con quien recorrió diversos rincones de la capital argentina.

Homenaje del Ateneo de Buenos Aires a Julio Romero de Torres

Homenaje del Ateneo de Buenos Aires a Julio Romero de Torres

El éxito de la exposición fue tal que los hermanos Romero de Torres tuvieron que posponer su regreso a España hasta finales de noviembre. Julio dejó allí mucha obra pintada en esos días y regresó a casa con una cartera de encargos que iría atendiendo con posterioridad.

El centenario

En 2022, con motivo de cumplirse el centenario de este viaje trascendental en la vida de Romero de Torres, se organizaron diversos actos para conmemorar la efemerides. Uno de ellos fue la exposición celebrada en el Museo de Bellas Artes donde se expuso una selección del material conservado por la familia.

En esta muestra, comisariada por José María Palencia, se expusieron documentos de la época, informaciones de distintos periódicos y fotografías de la propia familia junto a destacadas personalidades del mundo de la cultura. Entre las piezas más destacadas estuvo el catálogo de la exposición así como la carta de Valle Inclán al escritor Leopoldo Lugones avisándole de la llegada de Julio o la misiva de 1910 de su hermano Carlos escrita en Uruguay.

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