En la misma piedra
«Creo que nadie duda de que, posiblemente, en unas elecciones municipales, el nombre del alcaldable tenga tanta importancia o más que las siglas del partido por el que se presenta».
Se acercan las elecciones municipales y los partidos comienzan a designar a sus candidatos.
Si siempre elegir al candidato es importante, ya que será quien, supuestamente, arrastre el voto al ser la cara visible de la lista, pues pocos nos fijamos en los que le siguen, quizás la elección de candidato más importante sea cuando lo son para unas elecciones municipales.
Creo que nadie duda de que, posiblemente, en unas elecciones municipales, el nombre del alcaldable tenga tanta importancia o más que las siglas del partido por el que se presenta, a diferencia de otras elecciones, como las autonómicas, las nacionales, y no digamos la europeas, en las que quizás, por la posterior lejanía del candidato con la tierra por la que ha sido elegido, pasa más desapercibido. Si ocurriera como en Estados Unidos que el Senador se la juega ante sus votantes de forma personal, quizás la cosa cambiaría, pero, aquí, en el fondo, eso da igual pues en los muchos años que llevamos viviendo la democracia, no he visto cómo un grupo de parlamentarios (o uno solo) se hayan opuesto a la votación en grupo de su partido (la puñetera disciplina de voto) por ser perjudicial, o menos beneficiosa, para la población para la que fueron elegidos.
Sin embargo, en las elecciones municipales sí que hemos visto cómo determinadas personas han sido elegidas con unas mayorías que no representan lo que las siglas del partido han podido obtener en otras elecciones. En Córdoba vivimos esa experiencia con Julio Anguita, que en las municipales arrasaba, pero que su partido en las restantes elecciones ni siquiera obtenía representación.
Pues bien, en estos días ya hemos comenzado a conocer los nombres de las personas que proponen los partidos para encabezar las listas a las elecciones municipales, es decir, el nombre de los alcaldables para los próximos cuatro años. Pocas sorpresas nos hemos llevado en la mayoría de los casos, pues o era absolutamente previsible, como en el caso del Partido Popular, ante la labor realizada estos últimos cuatro años por José María Bellido, como en el del PSOE, que tras la marcha de los que fueron cabeza visible, se ha buscado a un candidato ampliamente conocido por la población, aunque sin saber cuál es su apoyo personal en los electores al haber siempre sido elegido dentro de listas cerradas para otros cometidos, y sin que tampoco haya sorpresa en que no exista candidatos en Ciudadanos, ya que primero tendrán que ver quien queda en la formación, o esa amalgama de la izquierda, que elección tras elección, con una sopa de letras, siempre les resulta difícil encontrar quién les represente.
Ahora bien, lo que para mí sí ha sido una verdadera sorpresa es la elección de la candidata de Vox, Yolanda Almagro, de la que no puedo hablar ni bien ni mal pues no la conozco, no sólo personalmente, sino que ni siquiera había oído hablar de ella hasta este momento.
Llegado a este punto sólo alcanzo a obtener tres conclusiones: De un lado, que a Vox le gusta el riesgo y que no aprende de los errores; de otro, que el trabajo por la ciudad y la defensa de sus intereses durante años no sirve de nada ante los Comités Electorales de los partidos; y, por último, y no menos importante, que lo que menos importamos para estos Comités somos los ciudadanos y lo único que preocupa es cubrir y colocar a sus compromisos.
Parece mentira que después del batacazo de Macarena Olona en Andalucía, para Córdoba se apueste como candidata a la alcaldía por una persona desconocida, cuya participación política se limita a unas elecciones en 2015 cuando Vox no era nada y se prescinda de personas que tanto en primera, como en segunda, e incluso tercera línea, han hecho crecer el partido en Córdoba y han multiplicado por varias veces los resultados en sus elecciones. Lo único que se conoce de Yolanda Almagro en los últimos años es su oposición a la concesión a Córdoba de la Base Logística del Ejercito, posicionándose a favor de su tierra natal, Jaén. Complicado bagaje para unas elecciones municipales.
Por el contrario, todos aquellos que estos años se han dejado la piel por defender unas ideas (con mayor o menor acierto, pero con un importante incremento de apoyo ciudadano), han quedado relegados a un segundo plano y que, posiblemente, después de todo su trabajo, lo que se tenga que comer es todo un fracaso electoral.
Pero lo que más me ha dolido, porque demuestra una vez más, es lo poco que importamos lo ciudadanos a la hora de decidir en los partidos políticos. Al menos esa es la impresión que se da cuando las listas se forman y las decisiones se toman, en clave de atender los méritos internos y no a lo que necesita el votante, confiando en que aquí siempre se va a votar pensando en los colores de la camiseta sin importar si jugamos la Champions o luchamos por no descender.
En fin, como dice el refrán, que el hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra y, mucho me temo que el tropezón de Vox en las municipales puede ser de órdago, esperemos que luego ese Comité Electoral sepa reconocer su error y dimita en pleno, o, por lo menos, se olvide de Córdoba en algún tiempo.