Don Rafael Campanero Guzmán
Se cumple un año de su fallecimiento
Hablar de lo que ha sido para mi trabajar con D. Rafael, me produce una mezcla de satisfacción mezclada con melancolía y ciertos toques de orgullo.
Privilegiado puede ser uno de los calificativos que más pueden definir lo que soy al haber trabajado con él y aunque una de mis características es la humildad, saco pecho cada vez que puedo y presumo de haber servido al Presidente de honor de nuestro Córdoba C.F.
Creo que con 25 años , en mi más tierna infancia laboral, en los estadíos sensibles donde un profesional se está formando, tuve la suerte de ver, sentir y beber los valores de un buen líder. Siempre agradeceré a D. Rafael su apuesta por mí y su enseñanza.
Llegué a su lado por causalidad que no por casualidad, una carta escrita por mi, dejada por mi padre en el buzón de D. Rafael, donde me ofrecía para ayudarle en su gestión en un momento delicado de nuestro Córdoba C.F fue el punto de partida, pero su valentía, visión y apuesta por un simple joven que lo único que aportaba era sueños, hizo el resto.
Jamás contestó a la carta, hasta que una llamada suya, un lunes , me convocaba a una reunión en P.R.A.S.A, donde ese mismo día se conformó el consejo. Allí estaban gente con nombre en la ciudad junto a D. José Romero y D. Rafael. Nunca olvidaré lo que aquel joven de 25 años que yo era, sintió. Aquel día, supe que D. Rafael era un auténtico genio y que además de no fallarle y ser fiel a él, yo tenía un deber; aprender de cada paso que él diera.
Como decía antes, mis 25 años y mis sueños, me hacían no estar viciado y se que gracias al «presi» soy la persona y el profesional que soy, jamás hubiese llegado donde estoy sin su influencia.
Integridad, liderazgo, empatía, templanza, bondad, disciplina, son algunas de las palabras que pueden definir a D. Rafael. Él me enseñó , como buen «abuelo» que el cariño no está reñido con la exigencia, que se puede tener un cariño inmenso por los miembros de tu equipo, los cuales llegan a ser parte de tu familia, que la gestión sincera nace de un corazón sincero, que la integridad y el compromiso son valores que todo buen gestor debe llevar a gala.
No me cansaré nunca de darle las gracias, se que la suerte hay que buscarla, yo la busqué dando un paso valiente para dirigirme a él con aquella carta, pero se que la suerte me encontró porque fue alimentada por la sabiduría de un genio que a través de su visión quiso apostar por un joven cordobés que solo aportaba sueños y que sabe ahora que lo que se prometió aquella tarde en aquella sala de P.R.A.S.A lo ha cumplido, nunca he dejado de serle fiel y aún hoy sigo aprendiendo de él.
Gracias Don Rafael por tu legado que siempre me acompañará.