La aceraAntonio Cañadillas Muñoz

Me gusta Madrugar

El responsable político no llega para hacer carrera política en la organización, sino para trabajar por todos los ciudadanos, con los mejores medios, como son los funcionarios

Actualizada 04:05

Nuevamente ha sonado el despertador. Las 7:00 horas. Las de cualquier trabajador que entra a las 8:00 de la mañana. Con un ojo medio abierto y el otro todavía cerrado, pude alcanzar el botón para pararlo. Y suspiré… ¡Joder, este aparato cada vez corre más!, dije. Tras levantarme con algún sonido cotidiano en las articulaciones y la ducha de rigor, me puse cómodo para el paseo.

Ya en la calle, comprobé que el concejal de turno de movilidad no había hecho ni puto caso a las indicaciones que ya le trasladamos desde LA ACERA, sobre el peligro en el que se encuentra el peatón en los afantasmados pasos de cebra de los carriles bici de la avenida de Barcelona, y de la poca visibilidad de éstos con respecto al resto del acerado. El día que ocurra un accidente seguro que tendrá más de un dolor de cabeza. Y me dirigí hacia la Viñuela Comercial. Quería ver cuántos comercios seguían en pie y cuál era el número de los que ya habían tenido que cerrar. Eran las 7:45 de la mañana.

Dice un dicho popular que «A quien madruga Dios le ayuda»… Y se cumplió. Esa mañana, nada mas llegar a la intersección de la avenida de La Viñuela con Platero Sánchez de la Cruz, se me apareció un ángel. Este madrugador y bendito amigo ya cubría su cabeza con el casco de protección como cualquier obrero de la construcción cuando realiza su tarea. Bajo el brazo cuatro gordas carpetas llenas de papeles y planos. Y con ganas de tomar un café. Tras saludarnos, le dije que por allí cerca teníamos varias opciones. Una, tomar además una tostada con aceite virgen extra de nuestra tierra, otra, la de acompañar la misma con productos de la Covap, y una última la de saborear el pan recién hecho con tomate y jamón de Los Pedroches. Accedió a mi invitación y nos pusimos a charlar.

Debido a la zona en la que nos encontrábamos, me dejó muy claro que por fin la «Viñuela Comercial» tenía ya en redacción el proyecto que había demandado la mayoría de los comerciantes y autónomos de la zona, que convertiría aquello en un lugar confortable, moderno y adecuado a las necesidades del barrio. Palabras que agradecí, porque los proyectos de convivencia de los vecinos y de ciudad no hay que someterlos al gusto de unos pocos, sino del conjunto de la sociedad que tiene que irse modernizando, le dije. Lo más importante era que ya sabíamos lo que pasaría con esta zona. La zona comercial Viñuela se convertiría en una «calle en plataforma única», es decir, el acerado y la calzada estarían al mismo nivel, con distintas tonalidades para que se diferencie una zona de la otra. Se acometerían también actuaciones para unificar el arbolado, haciendo desaparecer los viejos troncos y dándole al espacio para el peatón más anchura y seguridad.

Por un momento me vino a la cabeza la profesión del amigo Miguel. Técnico en emergencias sanitarias y experto en atención a múltiples víctimas y catástrofes, como por arte de magia y el voto de sus electores, tuvo que hacer valoraciones, analíticas, informes y hasta pruebas radiográficas de diagnóstico a Encinarejo, cuando fue nombrado alcalde. Con el tratamiento oportuno y con tiempo, la mayoría de las enfermedades desaparecieron, gozando ahora de buena salud. Por ello, dado el resultado de su gestión, José María, el alcalde, decidió incorporarlo a su equipo en Córdoba… ¡Y cómo se está notando, a pesar del poco tiempo que lleva en su cometido! Córdoba progresa adecuadamente.

Este gran hombre se encontró una Delegación con problemas estructurales, porque no se cuidó la organización; y las organizaciones que no se cuidan al final tienden a sumirse en el caos. «Al no prestar convenientemente los servicios, se perdieron capacidades, originando un gran número de plazas vacantes, por distintas circunstancias olvidadas y desatendidas y la falta de rigor detectada en aquel momento, que es lo que ha hecho desmotivar a toda la organización, que se ha visto bajo sospecha y el personal bajó los brazos».

Ante esa situación, se ha trabajado en primer lugar la parte psicológica, humana y emocional a los trabajadores y dada credibilidad a los mismos, convenciendo de que el responsable político no llega para hacer carrera política en la organización, sino para trabajar por todos los ciudadanos, con los mejores medios, como son los funcionarios de la Delegación de Infraestructuras.

En este último año, se han puestos en desarrollo nuevos procedimientos, los adecuados. Se han generado contratos estructurales que diesen lugar a obtener más capacidades operativas y la digitalización de los servicios. En una palabra y nunca mejor dicho, llegó un especialista sanitario de urgencias para eliminar las enfermedades de un servicio que estaba a punto de la agonía. Y para eso, como tratamiento, Miguel ha mantenido lo que por lógica había que mantener y cambiado lo que había que cambiar. Se ha trabajado la parte estructural de la Delegación en primer lugar. «No olvidemos que un edificio sin unos cimientos adecuados se puede venir abajo nuevamente. El rumbo y el fortalecimiento de un servicio, el más importante del Ayuntamiento, que hace la vida fácil o difícil a los ciudadanos», me comentaba.

Después de una señal de agrado con los ojos al tomar un bocado del jamón ibérico de Los Pedroches, comenzó a desmenuzar: El Plan Director de arboleda de la ciudad, que hacía falta en Córdoba para convertirla definitivamente en una ciudad verde, con un plan de plantación ordinario y extraordinario; la sustitución de luminaria de las calles por las de bajo consumo, con mucha menos contaminación; el convertirse en un Área de soporte para el resto de delegaciones con asesoramiento y redacción de proyectos; la activación de una política de personal incrementando y mejorando la plantilla en todas cualificaciones; la adquisición de medios técnicos para mejorar la ejecución de los trabajos; el programa de gestión de incidencias, facilitando al ciudadano la comunicación más directa y rápida, reduciendo el espacio de comunicación y tiempo de resolución; el impulso y mejora de los invernaderos, la mejora de los parques infantiles y construcción de nuevos para que los mas pequeños puedan disfrutar de ciudad. Y lo que nunca debe faltar en una ciudad, el asfaltado y mejora de calzadas y acerados. En definitiva, un excelente sanitario de urgencias para curar un montón de enfermedades que se encontró al llegar a la ciudad de las tres culturas.

Y es que mi amigo Miguel lo mismo arregla un roto que un descosido, te prepara una paella para cien comensales que un rabo de toro al mejor estilo Ricardo Rojas.

Al terminar esta columna, me vino a la cabeza una frase que se ha puesto de moda y ya forma parte del dicho popular. Me refiero a la que la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, hizo que se tarareara en plazas y calles. ¿Se acuerdan de aquello de «me gusta la fruta»? Seguramente si.

Pues a raíz de todo lo que en esta columna relata, les propongo otra frase que viene a reconocer la gran labor y el trabajo que en sólo un año, toda una delegación municipal, desde técnicos a peones, encabezados por Miguel Ruiz Madruga, vienen realizando con entrega, corazón y vida. Y con un fonendo que aún funciona. Es la frase de «me gusta Madrugar». Difundámosla.

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