Por derechoLuis Marín Sicilia

Cuando se construyen muros

Actualizada 04:00

Una gran polémica se ha producido con motivo del frío saludo que Carvajal ha dispensado a Pedro Sánchez, con motivo de la recepción al equipo nacional de fútbol en el palacio de la Moncloa. Algunos lo celebran, otros lo critican, pero casi nadie se pone en la piel de quienes han constatado que el interés del presidente por la selección española solo se produjo cuando se vislumbraba la posibilidad de un enorme éxito deportivo. De ahí que hubiera un deseo generalizado de que Sánchez no acudiera al vestuario para felicitar a unos futbolistas que se sintieron huérfanos del cariño gubernamental cuando se necesitaba su estímulo, afecto y cercanía.

Al margen de todo ello, lo que es indudable es que el triunfo futbolístico de España se ha producido gracias a unos valores que están en las antípodas de lo que el sanchismo es y representa: unión, esfuerzo y respeto, frente a sectarismo, favoritismo y desprecio que han sido la argamasa con la que Sánchez ha construido el muro para dividir a los españoles. Los jóvenes que enorgullecen hoy a los españoles son la antítesis de lo que los socios de Sánchez representan, empeñados, por contra, en hacer inviables la convivencia y el respeto entre diferentes. Esa unión en el esfuerzo y en la consecución de objetivos comunes es el gran legado de una juventud que nos devuelve el orgullo de ser y sentirnos españoles.

Los secesionistas, los herederos de las tribus, ya pueden seguir intimidando a quienes se alejan de sus proclamas medievales e insultan a quienes se sienten felices compartiendo inquietudes, retos y victorias. Son pueblerinos condenados a su vileza y a su eterna frustración, por mucho que Sánchez, en su afán desmesurado de poder, les de un protagonismo que no merecen. Porque España, los españoles, tenemos acreditadas facultades de entendimiento y confraternidad que unos políticos mediocres, acomplejados y ambiciosos son incapaces de articular y potenciar porque, en su mezquindad, piensan que le es más rentable enfrentarnos y manipular conciencias.

La alegría desenfadada, el esfuerzo compartido, el orgullo de pertenecer a un equipo cuyo objetivo es el triunfo gracias a ese compromiso de mejora, convivencia y cohesión, es la gran obra que unos jóvenes deportistas ofrecen al conjunto de los españoles, enseñándoles el camino que deben emprender: alejarse de lo que nos separa y aferrarse a lo que nos une. Es la gran lección que Sánchez y su gente deben aprender: cuando se construyen muros que parten por mitad a la sociedad española, siempre hay formas y motivos para dejar patente que ese no es el camino que desea la mayoría del pueblo español. Frente a los muros de Sánchez los puentes de la selección española de fútbol. Ello explica la nula sintonía de los futbolistas con la recepción de la Moncloa. Y no solo por el frío saludo de Carvajal.

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