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La crisis del mosquito del Nilo, un problema global que no debe caer en el alarmismo

Actualizada 04:00

Las recientes declaraciones del presidente de la Diputación de Córdoba, Salvador Fuentes, en relación con la crisis del mosquito del Nilo son un recordatorio oportuno y necesario de cómo debemos abordar los problemas de salud pública: con serenidad, coordinación y sin señalar culpables a nivel local. Fuentes ha subrayado que la presencia del mosquito del Nilo y la fiebre que puede transmitir no es un problema exclusivo de un municipio o de una región, sino un desafío medioambiental y de salud que afecta a toda Europa y está estrechamente vinculado al cambio climático.

La insistencia del presidente en evitar la municipalización del problema es clave en un contexto en el que, con frecuencia, se tiende a buscar culpables en la administración más cercana. «El mosquito no está empadronado en ningún pueblo», ha dicho Fuentes, dejando claro que el virus no entiende de fronteras municipales. Este enfoque es esencial para no crear estigmatización hacia determinados municipios, como ha ocurrido en otras crisis sanitarias, y para recordar que la lucha contra este tipo de amenazas debe ser un esfuerzo común de todas las administraciones, desde lo local hasta lo supranacional.

Además, Fuentes ha sido claro en que, aunque se están tomando medidas de prevención, vigilancia y control, estas deben ser manejadas con cautela y sin generar alarmismo en la ciudadanía. Es una postura responsable en un momento en el que la sociedad, aún marcada por los efectos de la pandemia, es particularmente sensible a las noticias relacionadas con riesgos sanitarios. La creación de pánico o la sobredimensión del problema solo pueden conducir a respuestas desproporcionadas y, en última instancia, contraproducentes.

La propuesta de Salvador Fuentes de seguir los protocolos establecidos, centrando los esfuerzos en la prevención y en el control de las larvas del mosquito en otoño, es una estrategia adecuada y fundamentada en la ciencia. La vigilancia se está llevando a cabo mediante trampas y estudios de los focos, lo que permite un control eficaz sin recurrir a medidas extremas que podrían asustar a la población. Además, el plan de desarrollar campañas informativas, que sensibilicen sobre la importancia de la prevención sin alarmar, demuestra un compromiso con la transparencia y la educación ciudadana.

En tiempos de crisis, la calma y la coordinación entre administraciones son vitales. La fiebre del Nilo no es un problema exclusivo de Puente Genil, de Montalbán o de cualquier otro municipio andaluz; es una cuestión global que exige respuestas globales. Los esfuerzos para prevenir y controlar la presencia del mosquito del Nilo deben ir acompañados de un mensaje unificado y tranquilizador que aleje la idea de que esta es una batalla de un solo pueblo o de una sola región.

La verdadera magnitud de la crisis va más allá de nuestros límites territoriales. Es un reflejo de cómo el cambio climático está alterando los patrones naturales y trayendo nuevas amenazas a nuestras puertas. Por ello, es fundamental que las administraciones locales, autonómicas y nacionales trabajen en conjunto y que la ciudadanía confíe en que se están tomando las medidas adecuadas para proteger la salud pública. No debemos caer en el juego de la culpabilización ni en la creación de miedo infundado; la única manera de avanzar es con responsabilidad, cooperación y un enfoque sereno y basado en la ciencia.

La llamada de Salvador Fuentes a la calma y a la coordinación es, por tanto, no solo oportuna, sino indispensable. Nos recuerda que los problemas globales requieren soluciones colectivas y que, ante cualquier amenaza, la serenidad y el trabajo conjunto son nuestras mejores herramientas.

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