Vuelve el café literario de la Cuesta de Moyano diez años después
Este espacio tendrá forma semicircular, con dos áreas interrelacionadas y de usos múltiples
La Cuesta de Moyano es uno de los enclaves más famosos de Madrid, en breves cumplirá 100 años de vida y el Ayuntamiento de la capital ha propuesto retomar el café literario. El objetivo es que se dinamice la zona que lleva una década sin movimiento. La Comisión Local de Patrimonio Histórico ha dado luz verde a los primeros pasos del proyecto.
Esta iniciativa se ubicará, en la zona más cercana al histórico Parque de El Retiro. Este espacio tendrá forma semicircular, con dos áreas interrelacionadas y de usos múltiples, planteados para albergar tanto obras de teatro como coloquios, tal y adelantado El Confidencial.
Se puede apreciar como tendrán forma semicircular con grandes ventanales y unos focos en la parte superior. El café literario es una actividad que llevan demandando los libreros desde hace diez año con el fin de que la zona tenga de nuevo movimiento.
Este proyecto ya cuenta con una partida de 234.900 euros en los presupuestos municipales de 2024. Desde el Consistorio señalan que la iniciativa se ha enviado al Ministerio de Cultura para ver si se debe realizar alguna modificación.
Este trámite se debe a que se realizará una Evaluación de Impacto Patrimonial para analizar el impacto de cada construcción en aquellos lugares que las Naciones Unidas tratan de preservar, como es esta zona del Paisaje de la Luz.
La idea surge de la mano de los libreros de la Cuesta de Moyano que buscan dinamizar este enclave histórico de la ciudad. Durante el Gobierno de Manuela Carmena se propuso este proyecto que con el paso de los años se ha ido posponiendo hasta ahora.
Este espacio tuvo su última reforma en 2007, cuando se peatonalizó la cuesta y se consolidó la imagen del paseo arbolado. De esta manera, se dotaba de importancia al peatón y la literatura.
El origen de la cuesta de Moyano se encuentra en el mercado de la Plaza de Atocha, donde los libreros instalaban sus puestos junto a floristas y fruteros. En aquellos momentos las ferias eran motivo de sátira y caricatura, la imagen de la decadencia, tal y como recogió el cronista de la villa Enrique de Aguinaga.
Esta misma idea perduró en el imaginario colectivo, a pesar de encontrarse en un nuevo emplazamiento junto a las verjas del Jardín Botánico, donde se trasladaron en 1919 y por lo cual recibieron continuas amonestaciones.