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Sucesos

Encuentran en un supermercado de Madrid decenas de miles de caracoles con parásitos y gallinas podridas

gentes de la Oficina de Atención al Ciudadano de la Comisaría Integral del distrito de Usera de la Policía Municipal de Madrid han descubierto más de 300 kilos de alimentos en condiciones insalubres en un supermercado de origen chino de la capital. En el operativo, se encontraron productos como caracoles y carne de gallinas negras no aptos para el consumo, además de especies ilegales por su procedencia o tamaño.

Durante la inspección, realizada el pasado sábado en un establecimiento de la calle Nicolás Sánchez, los oficiales hallaron una alarmante cantidad de alimentos peligrosos para la salud. Entre los hallazgos más perturbadores se encontraban 22.000 ejemplares de un tipo de caracol conocido como «Cipango paludina chinensis», transmisor de parásitos nocivos para los humanos.

La gerente del local intentó justificar la presencia de estos caracoles alegando que «en China se consumen así», pese a que no contaban con ningún tratamiento sanitario. Además, se descubrió que el supermercado vendía anchoas de tamaños inferiores a los legales y productos sin etiquetado en castellano, lo que dificulta su identificación y control sanitario.

En la sección de carnicería, los agentes encontraron productos descongelados y vueltos a congelar, violando la cadena de frío. Entre ellos, se hallaron calamares y sepias en mal estado, así como carne de gallinas negras con plumas y cabezas, careciendo de etiquetas de trazabilidad que certifiquen su origen y manejo adecuado.

Además, se identificaron más irregularidades, como la presencia de un pez clavo, especie en peligro de extinción y cuya venta está prohibida. Aunque el pez no estaba presente durante la inspección, el etiquetado indicaba su reciente oferta en el mercado. Otros productos como gallinas congeladas de plumaje negro y calamares secos también fueron encontrados sin etiquetado adecuado o con inscripciones incomprensibles.

Finalmente, se decomisaron más de 276 kilos de productos, que fueron precintados y entregados a los servicios sanitarios para su destrucción. Este operativo subraya la importancia de las inspecciones regulares para garantizar que los alimentos vendidos en los comercios cumplan con las normativas de salud y seguridad alimentaria vigentes.

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