Los okupas de Carabanchel ceden a las presiones de Serviokupas: «Esperamos que se vayan todos pronto»

Varios miembros de la empresa de Servi-okupas aguardan en la entrada del edificio de Carabanchel donde están tratando de desalojar a las personas —de origen peruano— que ocupan de forma ilegal, al menos, 25 pisos. Los trabajadores de esta empresa han conseguido desalojar tres pisos de los 28 que fueron okupados. Sin embargo, todavía queda mucho trabajo por hacer, aunque poco a poco van consiguiendo su propósito y los okupas ceden y acaban abandonando el edificio.

Los miembros de Servi-Okupas entran y salen varias veces del edificio con la ayuda de los conserjes para tratar de acabar con esta situación violenta lo más rápido posible. Es el tercer día que acuden a la calle Excelente Nº 6. Así, poco a poco, han conseguido que vayan saliendo de los pisos y cargando sus enseres en furgonetas para abandonar el lugar. Además, han entrado al edificio junto con dos miembros de una empresa de instalaciones eléctricas.

Uno de los vecinos del bloque de pisos cuenta que durante la tarde del jueves, horas después de que El Debate acudiera a las inmediaciones del edificio, que «los okupas están impidiendo que los electricistas revisen las conexiones que han hecho a la alta tensión».

La ley impide cortar los suministros «esenciales» a los okupas, pero sí permite dejar la luz con la mínima potencia; sin embargo, los okupas de este inmueble han alterado las conexiones para mejorar así su potencia y la empresa en cuestión acudía al lugar con el motivo de revisarlo.

Según ha podido saber El Debate, lo que ofrecen es «eliminar todos los cargos por los delitos que están cometiendo estas personas» al okupar un piso. Además, cuentan que «quizá les están ofreciendo una ayuda con la mudanza» para facilitar su salida de la urbanización.

«Que la inmobiliaria cumpla sus promesas»

Los vecinos están satisfechos con que la inmobiliaria haya puesto más de su parte y les haya contratado, por segunda vez, una empresa de desokupación que aborde la situación y que «negocie de verdad» con estas personas para que abandonen el lugar.

Aseguran que «no son personas desfavorecidas» sino que se trata de «gente que ha entrado al edificio y desde el primer día han montado fiestas y han traído problemas» a la convivencia de los vecinos y a la urbanización, en general.

Aunque todo esto no es suficiente para los vecinos porque reclaman que haya medidas de seguridad por parte de la inmobiliaria. Uno de los vecinos cuenta que les «prometieron cámaras de seguridad, seguridad privada y medidas» que no están cumpliendo. Por eso, piden que las lleven a cabo lo más rápido posible porque «poner a dos conserjes en vez de a uno, no es poner seguridad», lamenta.

Tensión en los desalojos que esperan que «acaben pronto»

Cada vez que se produce la salida de una de las familias o el desalojo de uno de los pisos por parte de las familias peruanas que los llevan okupando desde antes de Navidad, los propios okupas les increpan. Les acusan de «traidores» por ceder ante las presiones de la empresa de desokupación y abandonar sus pisos.

Además, actúan con violencia desde las ventanas de sus casas cuando se producen las salidas o los desalojos con las posesiones y los muebles que había dentro de estos pisos, amenazando con bajar y pegarles.

Sin embargo, estas salidas, aunque sean a cuenta gotas, son celebradas con éxito y ánimo por parte de los vecinos que esperan «recuperar pronto la normalidad y la convivencia entre los vecinos legales». Una historia complicada que también está dejando un lado de solidaridad, vínculo, y unión entre los vecinos que perdurará cuando todo el problema de la okupación termine.