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Un niño juega en una calle desierta de un pueblo

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Los efectos de no tener hermanos: los hijos únicos son más maduros pero toleran menos la frustración

En el ámbito educativo, los hijos únicos se benefician de la dedicación más personalizada de sus padres, que puede traducirse en mejores resultados académicos

una mujer tiene en España, de media, 1,16 hijos. Es decir, también de media, la gran mayoría de ellos son hijos únicos. Tres de cada diez españoles crecen en un hogar sin hermanos, según apunta el profesor de la Universidad de Alcalá, Ignacio García de Leaniz Caprile en su libro La extinción de los hijos.

La de este país es una de las tasas de fertilidad más bajas de Europa, lo que se refleja en una disminución del tamaño de los hogares. Por otro lado, según indica Joan Tahull Fort, profesor de sociología de la educación en la Universidad de Lérida, casi el 50 % de las familias con hijos solamente tiene uno.

Las consecuencias del invierno demográfico, además del envejecimiento de la población y el déficit de personas adultas para las próximas décadas, incluyen también algunas de carácter más personal para quienes no tienen hermanos. Según apunta el profesor, ser hijo único tiene diversas implicaciones. «Se suele desarrollar una relación más cercana con los progenitores, lo que puede fomentar, por ejemplo, mayores habilidades lingüísticas», escribe Tahull en The Conversation.

Según los describe, los hijos únicos suelen tener interacciones con adultos más maduras, algo que atribuye a no tener que compartir la atención de sus padres con otros hermanos. Esto también juega en su favor, ya que pueden tener una ventaja académica por el «mayor apoyo y atención que reciben», apunta el profesor.

No obstante, Tahull indica que las relaciones entre iguales «pueden ser insuficientes». Así, la relación con los hermanos ayuda a, enumera el profesor, gestionar conflictos, compartir y desarrollar la empatía. Los hijos únicos, al carecer de estas interacciones, pueden ver limitada su «inteligencia de calle». Así llama el experto a la «capacidad de adaptarse a entornos sociales diversos y resolver conflictos con sus iguales».

En el ámbito educativo, los hijos únicos se benefician de la dedicación más personalizada de sus padres, que, según indica el profesor, puede traducirse en mejores resultados académicos. «Suelen mostrar niveles más altos de concentración, autodisciplina y planificación, características vinculadas con el éxito académico», añade, De igual manera, su desarrollo cognitivo y creativo se ve fomentado por una mayor oportunidad para acceder a actividades extraescolares.

Sin embargo, incide el experto, no tener interacción con hermanos puede limitar la capacidad para desarrollar habilidades colaborativas, esenciales en el colegio y en casa. «La competencia entre hermanos puede favorecer el aprendizaje de valores como la cooperación, la empatía y la capacidad para gestionar la frustración», anota.

No contar con estas experiencias de manera directa, Tahull indica que los hijos únicos pueden mostrar una menor tolerancia a la frustración o dificultades para trabajar en equipo. Si bien, por ello, aconseja a los padres buscar alternativas para poder compensar esas posibles limitaciones, ya que, concluye, «la familia es fundamental para completar el desarrollo integral de su hijo».

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