Castilla y León, la tierra del buen vino
Nos adentramos en esta comunidad autónoma para descubrir la joya líquida que brota de sus tierras
Firmado por Ana Mellado, responsable de Estilo de Vida
«Donde Castilla ha destacado ha sido en dos alimentos fundamentales: pan y vino. Con pan y vino se anda el camino». Miguel Delibes ya plasmó en su obra la relevancia de la industria vitivinícola en Castilla y León, la segunda comunidad autónoma con mayor superficie de viñedo en España con 82.000 hectáreas repartidas por toda la región. Por provincias, Valladolid cuenta con la mayor superficie de viñedo, aglutinando el 37,5% del total. Le sigue Burgos, que acumula un 26,0%. Por detrás, se sitúan Zamora y León, con una cuota del 13,6% y 11%, respectivamente.
Y no solo se trata de cifras, sino de la calidad presente en las 16 Denominaciones de Origen vínicas de la región (Arribes, Arlanza, Bierzo, Cebreros, Cigales, León, Ribera del Duero, Rueda, Sierra de Salamanca, Tierra del Vino de Zamora, Toro, Valles de Benavente y Valtiendas, más los tres vinos de pago, Abadía Retuerta, Dehesa Peñalba y Urueña) que abarcan tres áreas geográficas de la región: el río Duero, la atlántica, y la más meridional, además de la Indicación Geográfica Protegida Vino de la Tierra de Castilla y León.
Para hacerse una idea de la relevancia de esta comunidad en el mercado hay que subrayar que ahora mismo 1 de cada 4 vinos de calidad que se comercializa en España procede de Castilla y León. Ribera del Duero y Rueda siguen reinando en los tres primeros puestos del conjunto de los canales de alimentación y hostelería y esta Navidad, en las mesas volverán a ser protagonistas de los brindis familiares junto a asados e ibéricos de la tierra.
Los vinos de Castilla y León se caracterizan por ser potentes y estructurados, de taninos suaves, como en los procedentes de Ribera del Duero o de Toro, mientras que los vinos blancos son frescos, expresivos, con gran presencia en boca, y afrutados, predominando el vino de Rueda. Castilla y León cuenta con una serie de variedades de uvas autóctonas de esta región como la Tempranillo (que toma los nombres de Tinto Fino en Ribera del Duero o Tinta de Toro, en Toro), Verdejo, Mencía, Garnacha Tinta, Prieto Picudo, Rufete o Juan García.
La denominación de origen más popular es Ribera del Duero, la única que lleva el nombre del largo río como bandera. Se extiende a través de 24.500 hectáreas, repartidas por las provincias de Burgos, Segovia, Soria y Valladolid; y plantadas en su mayor parte entre los años ochenta y primeros años del siglo XXI. Hoy en día hay 60 municipios de Burgos, 4 de Segovia, 21 de Soria y 17 de Valladolid amparados bajo la Denominación de Origen Ribera del Duero.
La D. O. Rueda tiene su foco principal en las localidades vallisoletanas de Rueda, La Seca y Serrada; aunque su territorio amparado se extiende hasta 53 municipios del sur de Valladolid, 17 al oeste de Segovia y cuatro al norte de Ávila; que ocupan más de 20.600 hectáreas de viñedo.
Clima y suelos
Las 16 regiones vitivinícolas presentan diferentes altitudes, suelos de distintos orígenes, pendientes y zonas climáticas que imprimen a los vinos una diversidad difícil de igualar. En la elaboración, el clima ejerce un papel fundamental. A pesar de que varía, dada la extensión de Castilla y León, por lo general, la región presenta un clima seco y cálido, lo que permite una excelente maduración de las uvas. El mayor reto supone controlar las heladas nocturnas, las fuertes tormentas y el sol intenso, factores que dotan de una personalidad diferente a cada cosecha.
En cuanto al suelo, aunque son variados, la mayoría de ellos son calcáreos, pedregosos y calizos.
La viticultura representa un pilar fundamental de la economía castellano y leonesa, creando un importante número de empleos tanto en el cultivo de la vid, como en la elaboración y comercialización del vino, así como en otras actividades relacionadas con el sector. Representa una facturación que supera los mil millones de euros y que emplea entre 18.000 y 19.000 personas (13.000 viticultores inscritos en DOP), la mayoría en el medio rural y dedicados a una actividad con fuerte arraigo sin posibilidad de deslocalización.
Viticultores y bodegueros trabajan con enorme respeto por lo que la tierra ofrece. Unen mimo, paciencia, dedicación y compromiso, con saber hacer, tradición y tecnología de vanguardia.
Si esta Navidad estáis pensando en volver a regalar un libro, recordad que Pasteur decía «Hay más filosofía y sabiduría en una botella de vino, que en todos los libros».