El mejor restaurante de Madrid para disfrutar del tapeo sevillano

Un trocito del tardeo sevillano en el Barrio de Salamanca, en el número 24 de la calle Claudio Coello, a escasos metros de la concurrida Jorge Juan, una taberna ambientada en la cultura de Híspalis en la que se pueden disfrutar alguno de los tradicionales platos del tapeo andaluz.

Desde 1976 el restaurante La Giralda acerca a los madrileños un rincón de Andalucía para instalarlo en el corazón de Madrid con una aceptable relación calidad-precio. Una taberna para transportarnos por una noche a Sevilla y dejarnos embrujar por los secretos de los finos y manzanillas y la magia del pescaíto frito, mientras observamos una decoración genuinamente sevillana.

Aires del Guadalquivir que comienzan embriagándose por un fino «Tío Pepe en Rama», máxima expresión de crianza biológica que se sirve sin filtrar ni clarificar y se extrae directamente del centro de la bota en primavera al alcanzar la flor su esplendor. Aromas que nos llevan a las bodegas jerezanas, dejándonos seducir por el velo de flor y la levadura que nos obsequia con un fino de carácter, lleno de matices.

Colores pálidos y ligera turbidez para una nariz intensa y fragante, reflejando una perfecta armonía con recuerdos a frutos secos, camomila, limón y levadura fresca. Complejidad en boca, con tonos secos, salados y ligeramente amargos. Un fino que seduce, haciéndonos cerrar los ojos y llevándonos a la ribera sevillana para disfrutar de acompañamientos perfectos como un excelente jamón curado ibérico de bellota o con el queso curado en aceite, raciones que encantarán al comensal, haciendo del tapeo un auténtico arte.

Notas verdes y rojas se presentan en la Giralda con la ensalada de pimientos, sabor y ligereza regadas por aceite de oliva. Huerta que resalta por un buen producto con los espárragos blancos servidos con mayonesa o con sutiles caricias de aceite. Guiños a la bahía gaditana para aportar reminiscencias de salinidad con la mojama de atún y aires cántabros a través de unas buenas anchoas de Santoña que introducen unas notas norteñas en este viaje a través del Guadalquivir congeniando con el maridaje de generosos de «La Giralda».

Cocina tradicional que continúa con un salmorejo cordobés aceptable, de buen sabor y que ganaría mejorando la textura y propiciando una mayor cremosidad. Clásicos que nos muestran una oferta sencilla destinada a alternar entre risas y finos, con la ensaladilla «Giralda» a base de patatas, huevo y atún servida con las clásicas y adictivas «regañás» cordobesas. Entre los entrantes, primeros envites de la parte fuerte de este restaurante a partir de la fritura con unas sabrosas croquetas en sus dos variantes, las de langostinos y las de jamón ibérico, buena fritura y buena materia prima.

Raciones que mezclan huerta, mar y tierra en la que tienen un lugar destacado los huevos rotos, con adecuada salinidad y buena fritura destacan los adictivos con chanquetes, sin desmerecer los servidos con patatas fritas y ajillo o los «huevos rotos Carmelo» que se presentan con patatas paja y jamón ibérico.

Pases ligeros de la huerta que se abren con las habitas tiernas Sacromonte y que continúan con unas colas de gambas al ajillo servidas en un aceite que nos llevará inevitablemente a propiciar surcos de pan por ese río hirviendo. Pases que nos llevan en hombros por la puerta grande de la Maestranza, con un tinto de procedencia sorprendente, un «Finca Moncloa V.S.» Sabiduría enológica de las bodegas de «González Byass», tinto artesanal, expresivo y con cuerpo que demuestra que en las tierras jerezanas hay vida más allá de los generosos.

Intenso color rojo picota para una nariz dominada por aromas de frutas rojas y negras maduras, recordando a la grosella, la mora y la ciruela. Tendencia aromática de carácter floral con especias de pimienta negra y clavo con presencia balsámica de eucalipto, menta y regaliz negro, deliciosa armonía con toques tostados de madera. Un excelente tinto que revela equilibrio en boca, buena acidez y un final persistente.

Tinto gaditano que nos devuelve a Sevilla, para recorrer la Plaza de España, pasear en calesa y llegar al centro neurálgico de «La Giralda» en el que podremos disfrutar el secreto de este restaurante, donde la fritura se sirve con maestría calibrando los tiempos para, con aceite de oliva de calidad, mimar los productos.

Una amplia variedad en la que resaltan la tortillita de camarones, el cazón en adobo o los boquerones para comerlos enteros. «Pijotitas» y salmonetitos con los que viajaremos a la feria más mítica y a esa noche del pescaíto, momento cumbre del alumbrado para cualquier sevillano. Chipirón en anzuelo, colas de gambas fritas y el variado de «pescaíto La Giralda» que nos sumergirán en la estética más clásica de Sevilla.

Fritura de calidad para culminar este embrujo sevillano con algunos de los imprescindibles de La Giralda, la lubina de costa a la sal, el lomo de atún rojo con soja o el lenguado de estero plancha. Piezas que presentan a un restaurante de cocina sencilla, destinado al tapeo, con un precio en torno a cuarenta euros por persona y que nos permitirá disfrutar en Madrid de un pedacito de la magia de Sevilla.