Moda
El proceso de 'pijificación' de Yolanda Díaz
Su dulcificada imagen amenaza al liderazgo de Pedro Sánchez entre los votantes socialistas
Todo indica que la ministra de Trabajo y vicepresidenta segunda del Gobierno puede padecer un claro caso de «pijerío bolivariano» agudo. Yolanda Díaz, comunista desde su época en la política gallega y de Unidas Podemos ahora en el ruedo nacional, se empieza a encontrar definitiva con su nuevo estilo a lo Sarah Jessica Parker. Y esto preocupa a Sánchez, que ve como le supera en su valoración en las encuestas.
Normal y corriente cuando salió de su Fene natal, al entrar en política nacional se dio cuenta de que su anodino pelo oscuro (ni de corte tipo hachazo ni de aire punk, sino una combinación imperfecta de los dos estilos) y sus abrigos toscos y chaquetas de dos tallas menos no tenían nivel ni le harían ganar visibilidad. Ni corta ni perezosa, se puso manos a la obra a cambiar su apariencia.
Lo primero que hizo fue aclarar su cabello y dejarlo crecer. Más adelante, se lanzó a por un corte largo en capas y mechas claras, esas a las que en su partido suelen clasificar como «mechas pijas». Díaz sabía bien en lo que se metía y siguió aclarando tonos hasta llegar a un rubio nórdico que le va estupendamente.
Probablemente con los recortes de fotos de Doña Letizia y Sarah Jessica Parker delante, Díaz se puso manos a la obra en cuestiones de maquillaje, suavizando su tez, haciendo más sofisticados sus rasgos, escogiendo un rojo de labios que le favorece más y dibujando a diario una fuerte raya azul en sus ojos marrones. Todo sea por su posible candidatura en 2023.
Luego llegó el momento de cambiar el vestuario. Adiós a los botines cutres y los zapatos sin estilo. El calzado de salón con tacones stiletto de 9 a 11 centímetros de alto se ha convertido en su pan de cada día, ya sea para un acto oficial, una visita a una empresa o simplemente para bajar las escaleras del Congreso. El proceso de «pijificación», que hace dos años comenzó tímidamente Irene Montero, lo ha bordado ahora Yolanda Díaz.
Cambió Díaz entonces sus vaqueros gastados, sus leggings negros y camisetas sin forma por vestiditos de cóctel que ni siquiera son adecuados para las mañanas. Ha sabido, eso sí, escoger atuendos monocromáticos, cosa que se agradece por aquello de relajar la vista. No escatima en escotes, mangas cortas ni siquiera en vestidos con abertura frontal que muestran sus piernas, ahora tonificadas.
Los trajes de chaqueta de raya diplomática de banquero, algo inesperado en su partido de no ser porque hace años Santiago Carrillo ya frecuentaba Lucio luciendo los suyos propios, le favorecen y dan seriedad. Las camisas de seda, lunares y lazo al cuello, ese estilo de Pussy Bow que relanzó Gucci hace cuatro años, las lleva con más frecuencia que Melania Trump cuando estaba en la Casa Blanca. Y es que Díaz escoge vestidos o trajes con blusas muy femeninas, conservando un acertado estilo sofisticado dentro de la normalidad y recurriendo con frecuencia al uso del rojo, el azul y el blanco.
Yolanda Díaz se viste de candidata, ahora que ha asumido el liderazgo de Unidas Podemos, y se enfoca en la individualidad y las apariencias, algo poco habitual históricamente en su partido. En su posado caminado con Sánchez por los jardines del Palacio de la Moncloa hace unos días, cualquiera les hubiera tomado por una pareja principesca anunciando tímidamente su compromiso.
Sabemos de sobra que no es la vestimenta, sino las obras de cada uno lo que nos distingue de los demás y lo que indica la educación, la decencia y la honestidad personal. Yolanda Díaz, por si acaso, se ha puesto el mundo por montera con un cambio radical y busca un electorado más amplio «pijificando» su estilo a toda velocidad. Un gran acierto.