Moda
El blanco, los 365 días del año
Se impone una moda que hasta hace varios lustros no entraba en los cánones del buen vestir
En los Estados Unidos es conocida la frase de «no llevar blanco después del día del trabajo», que allí cae en 5 de septiembre. Y el blanco en las civilizaciones occidentales significaba, en ocasiones, luto o bien era un color muy exclusivo para cuellos y puños de los mejor posicionados socioeconómicamente. Con el tiempo, se convirtió en un color para llevar en verano en las zonas costeras, traducido en ligeras prendas de algodón. Pero todo eso es historia.
Fue la famosa Reina Victoria de los británicos la primera que se casó de blanco, inaugurando una moda que seguiría su nieta Victoria Eugenia en su matrimonio con Alfonso XIII y que se convirtió en vigente hasta nuestros días. Con el tiempo y, a principios del siglo XX, también los hombres comenzaron a llevar trajes blancos de lino o algodón durante las vacaciones junto al mar o los cruceros. Pero a la vuelta a la ciudad, el trabajo y la rutina, la etiqueta se tornaba de nuevo hacia los atuendos oscuros y pesados de inmediato.
Aún recuerdo cuando, incluso hasta hace unos 15 años, llevar vaqueros blancos en invierno te aseguraba que alguna incauta exclamase: ¿vaqueros blancos en invierno? Pues sí, hija, sí. El blanco no es un color, sino la ausencia del mismo. Regala optimismo, va bien con todo, si se ensucia se puede lavar con lejía quedando impecable, ni engorda ni adelgaza, es intemporal, no tiene edad y no cansa. ¿Quién da más?