Moda
¿De dónde viene la tradición de las mantillas en Semana Santa?
Vestir de mantilla, reservado a menudo a actos religiosos en el siglo pasado, sigue estando vigente entre las madrinas más castizas y las fieles más fervientes en Semana Santa
Los orígenes de la mantilla española datan de la época de los íberos, la más importante población del sur de España antes de que formase parte del Imperio Romano. Actualmente, si bien su uso se ha visto restringido, la Semana Santa de muchos lugares de España la trae de vuelta en el atuendo para ellas. Veamos usos y curiosidades de tan castizo accesorio nacional.
Las íberas o iberas, señoras de porte alto, piel y ojos claros, se cubrían el cabello para protegerse del sol. Prueba de ello, las esculturas prerromanas de Córdoba y Jaén. También lo hacían para vestirse y engalanarse, como ahora se hace. Cada año en Semana Santa, las señoras que salen en los días clave de la Semana Santa, ya sea por gusto o por acompañar a un Paso –nombre que se le da a cualquiera de las esculturas montadas que circula por las ciudades con Vírgenes o escenas de la vida de Jesucristo– lucen una tradición muy querida en España: la mantilla. La última curiosidad, cultural y religiosa, es que las niñas de corta edad acompañan a los Pasos, vistiendo con todo el salero vestidos negros y mantillas de sus abuelas o bisabuelas. Es un placer ver que se continúa con algo que es religión y tradición a la vez, sobre todo en Andalucía.
Vestir de mantilla, reservado a menudo a actos religiosos en el siglo pasado, sigue estando vigente entre las madrinas más castizas y las fieles más fervientes en Semana Santa. Aunque tradicionalmente es algo típico durante el Jueves y Viernes Santo, en otras localidades se puede llevar, por qué no, en cualquiera de los días de la Pasión.
10 errores a evitar
1. Si se escoge llevar mantilla, hay que atenerse al protocolo. De no ser así, es mejor abstenerse.
2. Lo típico es llevar mantilla si se acompaña a algún Paso de Virgen o Cristo, así como si se acude a visitar templos o asistir a oficios religiosos.
3. La media teja, más baja que la teja completa de muchas madrinas o de las tardes de toros, suele ser la más propicia para muchas estaturas.
4. Como únicas joyas se puede llevar un rosario en las manos y se suele acompañar de unos pendientes antiguos del siglo XIX o inspirados en los modelos largos de comienzos del siglo XX. Las perlas, opcionales, no son necesarias y no deben ser ostentosas. Las medallas y crucifijos, según devociones.
5. Lo adecuado es abstenerse de llevar tacones muy altos. Indicados son los zapatos negros tipo salón sin decoración y con tacón bajo o mediano. Las medias, negras de cristal.
6. El maquillaje debe ser sutil. El cabello, en un recogido sencillo y bajo, que sirva para anclar la peina. Ni cabello suelto, ni uñas rojas ni labios marcados son pertinentes.
7. La mantilla, que va sobre la peina, puede ser de estilo toalla –larga y rectangular– o en forma de triángulo (las mantillas de pico). La llamada de toalla se lleva cubriendo la parte trasera de las rodillas como límite.
8. Para colocar la mantilla, se usan horquillas que la fijan a la zona delantera inferior, uniéndose al pelo, y se dejan dos zonas laterales que acaban rematadas en un manojo trasero central que se fija plisado con un broche sobre la teja o peina.
9. Ni tirantes, ni escotes ni mangas cortas, ni minifaldas, son adecuados. Un vestido negro discreto que cubra las rodillas y brazos es lo ideal.
10. Accesorios. Se pueden llevar guantes negros de rejilla o de raso y si hace frío, una chaqueta o rebeca discretas. En caso de llevar bolso, debe ser discreto y funcional, de mano y negro.
10 curiosidades de su historia
1. En la época romana, tras su implantación por los íberos, la mantilla se llamaba mantelum, sinónimo de manto en latín. Ya las íberas las llevaban sobre tejas o peinas de carey o marfil.
2. Durante la época de Al-Ándalus y más tarde entre las mozárabes, su uso se generalizó entre las capas sociales altas.
3. A partir del Medievo significaba que la dama que la portaba no estaba casada.
4. Tras el Renacimiento español, se fue añadiendo el encaje a la prenda. Como se aprecia en algunos retratos de Velázquez, las mantillas fueron pasando del paño al encaje.
5. Durante el siglo XVIII y especialmente en el XIX, tras el reinado de Fernando VII, se comenzaron a utilizar de modo habitual las mantillas. La madre de Fernando VII, María Luisa de Parma, había incluso posado para Goya vestida de negro y mantilla.
6. La hija de Fernando VII, la Reina Isabel II, las puso de moda, tanto en negro como en blanco, como señal de españolidad, algo que se añadió al atuendo de diario en contraposición al sombrero de paseo en la época de Amadeo de Saboya.
7. Eugenia de Montijo, la andaluza que se convirtió en emperatriz de Francia tras su matrimonio con Napoleón III, sobrino de Bonaparte, fue una de las influencers de la época que la lució en retratos y actos.
8. En el siglo XX quedó la mantilla relegada a las corridas de toros (en blanco), a las bodas, a misa en su versión toca y a los actos religiosos y Semana Santa.
9. La mantilla suele ser un bordado de flores y dibujos geométricos sobre tul, elaborados en hilos de seda, con borde liso o en ondas. También se puede llevar sin peina y tapando más el rostro en señal de duelo.
10. El que acompañe a una señora con mantilla debe ir con traje oscuro y corbata negra.