La serie de Meghan Markle imita a las producciones de grandes estrellas estadounidenses

Meghan Markle ha creado una serie con platos ya inventados hace años, con amigos falsos, en una cocina que no es la suya, en una casa en la que no vive y con unos ritos que no utiliza. Desde Gwyneth Paltrow a la prensa especializada, todos reconocen que - con la verdadera intención de entretener- ha caído en un problema de autenticidad.

El show, filmado en una casa de campo de 8 millones de euros cercana a su propia residencia de 14 millones de euros, es una oda a lo fantástica que ella es. Por sus palmaditas de alegría infantil y sus celebraciones continuas tras cada consecución de algún truco recién aprendido, se deduce que no se trata de procesos que lleve a cabo con naturalidad en su día a día.

Son 8 episodios que hay que ver para poder emitir una opinión justa. Con un look cuidado y muy agradable, la pena es que se trata de una copia de recetas que ya Martha Stewart puso de moda en los 90, Gwyneth Paltrow ha cubierto en los 2020’s y Giada de Laurentis ha llevado a cabo en su programa Giada al Home durante 20 años, también en un entorno californiano y refrescante.

Los «One pot pasta», spaghettis hechos con verduras, agua, aceite y tomates, todo en una sartén y sin manchar más, son una receta recurrente y ya vista entre todos los aficionados a los programas de cocina. Lo mismo el pescado a la sal. Los trucos de comprar gourmandises en Trader Joe’s, un super californiano estupendo, y envolverlos de otro modo como si fueran de su propia elaboración, no quedan honestos. Tampoco las palomitas caseras, cuando se ve en un lado de la sartén - ¿venganza de alguno de producción?- una bolsa de palomitas de microondas.

Le queda grande la recolección de miel de abejas con más miedo que vergüenza: no te metas si no lo has hecho en tu vida, Meghan. Pero lo peor es que chefs y artesanos a los que se les pidió ir, están confesando por qué desaprovecharon la oportunidad publicitaria: no deseaban enseñar a la californiana sus trucos y recetas para que durante el show fuera the duchess la que los repasase como dándoles una lección a ellos mismos e hiciese suyos los inventos. Por las mismas, pone a su maquillador, sin el que no hubiese hecho el show, a partir tomates y decorar un pastel que ya estaba hecho. Coloca la fruta en una bandeja como si eso fuese un gran invento y preparara una aburrida combinación de crudités con salsas, una costumbre californiana de los años 80 que le queda más lucida a cualquiera.

La dinámica del show es la siguiente: llega el invitado, pone por las nubes a la anfitriona, rememoran algún dato común y la duquesa procede a darles una lección magistral sobre como hacer algo que acaba de aprender. No hay conversaciones francas sobre las dificultades de la vida, ni momentos realmente divertidos, ya que es todo un mar de risas forzadas.

Pero no hay que criticar con dureza With Love, Meghan, porque al fin y al cabo, ella necesita dinero para financiar su seguridad y su costoso estilo de vida. Es por ello que lo que realmente ha replicado Meghan sin rubor, son los shows de Magnolia, cuya creadora, Joanna Gaines, comenzó con su marido, Chip, hace 22 años. Magnolia es ya una marca y una serie de programas de reformas y estilo de vida líder actual en el sector en USA. Sus libros y espacios más recientes se dedican a las recetas y trucos caseros. Lo cierto es que Joanna Gaines, al igual que Meghan Markle, se rodea de especialistas y de un equipo de filmación de 80 personas, convirtiendo cada experiencia en un tema hiper preparado, que es todo menos espontáneo. Por lo tanto, aunque Meghan emula a Joanna - de una edad cercana a la suya, con larga melena oscura y origen birracial también - tampoco Joanna Gaines ha inventado nada nuevo.

Todos los programas, los de Martha Stewart, los de Joanna Gaines y los de Meghan Markle, son cuidados y agradables a la vista. Entretienen. La diferencia es que mientras Martha, auténtica conocedora de excelentes recetas, trucos e ideas de catering y cuidado de la casa, son innovadoras y siempre aportan novedad y excelencia, las de Joanna son más de andar por casa (demasiada galleta, la verdad) y las de Meghan son para principiantes.

Meghan debería cuidar sus chulerías: «soy de mitad y mitad: llevo pantalón de Zara y top de Loro Piana» afirma en un episodio, como si Zara fuese lo peor de lo peor y cocinar con un top crudo de Loro Piana de 1900 euros fuese lo normal. Con sus eternos collares de Cartier y su impecable peluquería y maquillaje, «arreglá pero informal», Meghan ya sigue filmando las nuevas entregas. Si Netflix lo compra es porque obtiene beneficios.