Adiós a Iris Apfel a los 102 años, 'influencer' de la moda que empezó a los 85

Nunca es tarde para experimentar ni para trabajar en algo nuevo, solía decir Iris Apfel. Y precisamente el pasado 1 de marzo murió en su residencia de Palm Beach esta diseñadora de interiores e icono de la moda colorista. Iris ha sido un ejemplo de cómo con la edad se puede ser más rápido y más lanzado, más eficaz y artístico, más rotundo y convincente.

Iris Barrell nació en Queens allá por el 1921. Alegre, curiosa, movida e hija única, de niña correteaba y jugaba o bien en la tienda de cristales y espejos de su padre, un judío comerciante de Astoria, el barrio que con las décadas llegaría a ser la primera fuente de ingresos de los Trump, situado en Queens, entre Manhattan y el aeropuerto JFK, para ser más concretos.

La madre de Iris, Sadye Asofsky, una judía rusa muy fashionista, tenía su propia boutique de ropa y fue una gran influencia en la niña, aunque la criaron prácticamente sus abuelos en una granja alejada de Manhattan para que sus padres pudieran trabajar sin interrupciones. Cuando se acercaba en metro con su madre a Greenwich Village se iban juntas a explorar tiendas de joyas y bibelots.

Iris comenzó trabajando en el mundo textil, principalmente en el campo de la decoración. Tras casarse con Carl Apfel en 1947, fundaron Old World Weavers, una pequeña empresa textil que ideaba colecciones curiosas, hasta tal punto que llegaron a trabajar en retapizados para la Casa Blanca, Estée Lauder y algunas actrices y personalidades.

No obstante, su vida fue anónima hasta los 84 años, cuando se le ocurrió llevar a cabo una pequeña exposición con todos sus accesorios y textiles coloridos en el Museo Metropolitan de Nueva York, en 2005, con la ayuda e influencia de algunas de sus clientas. Desde ese momento, Apfel vio como las revistas de moda, siempre en busca de algo distinto, pusieron sus ojos en esos proyectos coloristas de toda su vida.

Al comenzar a salir en la prensa, las marcas de moda se fijaron en ella. La clave de Iris es que se supo «interpretar», fue capaz de crear un personaje diferente y fácil de reconocer: de modo continuo, aparecía con su extrema delgadez, sus pantalones estrechos de colores, su peluca corta y blanca, su maquillaje extremo y esas gafas de tamaño gigante que todo lo dominaban.

Las empresas de moda comenzaron a encargarle proyectos de moda, joyería e incluso alimentación. Protagonizó una colección de maquillaje para MAC hace una década, creó una línea de gafas para Eyebobs y colaboró en el desarrollo de una colección de accesorios del hogar para Home Shopping Network. Ideó –o esponsorizó más bien– una línea para H&H en 2022, y ya había sido imagen de Kate Spade y fuerza creativa de la marca de belleza británica Ciaté London.

Recientemente fichó por IMG, la agencia de modelos de Gigi Hadid o Kaia Gerber, ya convertida en una potente y centenaria influencer del mundo de la belleza y la moda con tres millones de seguidores y un espíritu imbatible, alegre y emprendedor. Afortunadamente, para que las abuelas y bisabuelas de España no se amarguen, he de decir que coincidí con ella en un par de desfiles en Nueva York y aunque brillaba por su atuendo y maquillaje, necesitó asistencia para acudir a su asiento y para levantarse, e incluso no reaccionaba cuando clientas y amigas históricas como Annette de la Renta, la saludaron con un abrazo. Los límites físicos se imponen a los mentales con frecuencia. La vida.