Esperanza Aguirre, en la boda de Martínez-Almeida
Decálogo de la etiqueta del tocado para tener en cuenta tras la boda de Almeida
En la boda del alcalde de Madrid y Teresa Urquijo, los tocados trastocaron algunos atuendos
Varias bodas importantes han tenido lugar estas semanas pasadas, dejando ver que siempre hay un reguero de señoras aconsejadas por el mismísimo diablo o por su mejor enemiga. Y es que un tocado poco adecuado puede dar un toque definitivo de fealdad o de ridiculez.
Los tocados llevan de moda rabiosa más de quince años, convirtiéndose en un imprescindible de bodas y ceremonias sin precedentes en un país en el que no se estilaban desde los años 50. Ahora que los lleva hasta la mujer del apuntador es el momento de ser críticos con su uso y abuso, pues no queda bien a todas.
La Reina Sofía, siempre elegante, prefiere evitar los tocados y suele lucir su emblemático y favorecedor peinado.
1. Nada como conocerse bien. Saber si nuestra fisonomía nos permite llevar un tocado y si este nos favorece, ya sea por complexión, forma de la cabeza, edad, postura, peinado o maquillaje es un ejercicio de inteligencia. La Reina Sofía ha usado pocos tocados, consciente de que su peinado le favorece en extremo y de que incluso se ha convertido ya en parte de su «imagen de marca». La infanta Cristina, por su altura y sencillez de guardarropa, tampoco ha sido nunca muy partidaria de tocados.
2. Fijados en parte con horquillas, peineta o diadema elástica, se suelen llevar en el lado derecho por si se va del brazo poder ofrecer al acompañante el lado libre de la cara para charlar y evitar saltarle un ojo.
El color del cabello, el maquillaje y la complejidad del atuendo deben marcar la decisón sobre el tocado o, en su caso, de la ausencia del mismo. Con unas joyas maravillosas y un vestido que le favorecía, a Esperanza Aguirre le sobraba el tocado.
3. Suelen llevarse en tonos similares o degradados con respecto al atuendo o a los accesorios principales y no deben caer más abajo de la ceja, de no tratarse de la redecilla.
4. La proporción del tocado con respecto a varios puntos es crucial: forma y tamaño de la cabeza, la altura, la corpulencia y el cabello. Una señora demasiado alta queda ridícula con un casquette o pillbox redondo y pequeño, una persona gruesa debe mantener la discreción al máximo para no llamar la atención más de lo necesario y una señora con cabeza pequeña haría bien en no elegir un tocado que «se la coma».
Victoria López-Quesada. Las invitadas muy altas o corpulentas deben evitar los tocados de pequeño tamaño o proporciones ridículas. Todo es cuestión de medidas
5. Las rubias y canosas deberían evitar los tonos fuertes como el rojo y las señoras con gafas de montura muy marcada harían bien en evitar el tocado para no crear demasiado «ruido» visual en su imagen.
6. Conviene evitar tocados enormes que molesten la visibilidad de los demás en una iglesia o un teatro.
Magdalena Martínez-Almeida. Las invitadas con gafas marcadas evitan el exceso de «ruido visual» si se abstienen de utilizar tocados
7. La madre de la novia, la del novio o la madrina, suelen escoger en España o mantilla o un tocado para diferenciarse de las demás invitadas.
8. El tocado combina mejor con recogido bajo, trenza o coleta, si bien con pelo suelto se puede llevar una sencilla felpa decorada o un turbante. Las invitadas con pelo corto deben evitar el tocado o limitarlo en tamaño y forma.
La infanta Cristina, por su estatura y su sencillez en el vestir, suele evitar acertadamente los tocados
9. Los sombreros o tocados con más ala son únicamente para las bodas o evento de mañana, puesto que por lógica, protegerían del sol. Por la tarde pueden ser sencillos fascinators o casquettes y por la noche tocados joya, turbantes de seda o moiré o bien tiaras familiares, según el tipo de ocasión.
10. El sombrero siempre hay que retirarlo cuando comienza la comida, al igual que el tocado si este es grande o con mucha ala. Solamente cuando estamos en una boda o evento de tarde/noche y se lleva un tocado-joya pequeño y ajustado al peinado se puede permanecer con ello puesto durante la cena y volver «tocada a casa», como se decía antiguamente.
