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«La morcilla es el sushi de la Rioja», según sus cocineros

Gastronomía

La mejor morcilla de España no es de Burgos, según 'The New York Times'

Un asador de un pueblo de un par de cientos de habitantes de La Rioja se cuela en las recomendaciones del prestigioso diario. El crítico gastronómico alaba la morcilla, las patatas a la riojana y sus postres caseros

Mr. Marshall sí detuvo su coche esta vez. Lo hizo para comer en los lugares aparentemente más modestos de La Rioja, ajenos a los grandes reclamos turísticos de la región, en localidades de carreteras secundarios de un par de cientos de habitantes.

Su vida poco tiene que ver con las grandes bodegas de arquitecturas superferolíticas de la región (la última, firmada por Norman Foster e inaugurada hace un par de semanas) ni con la de esos restaurantes de cierto boato que lucen en la puerta alguna estrella Michelin que les catapulta inmediatamente a la fama internacional. Mr. Marshall, transmutado en crítico gastronómico del The New York Times, ha recorrido recientemente varios pequeños pueblos de La Rioja buscando ese sabor auténtico de una región que, como aclara el periodista al principio de su crónica, es mucho más que la tierra de origen de un buen vino afrutado de prestigio mundial.

«Sí, claro que hemos notado lo de salir en el New York Times», comenta a El Debate Pablo Porres, el artífice de que el especialista en gastronomía y residente en la Gran Manzana David Farley, probara y escribiera elogiosamente sobre la morcilla que le preparó ese día en la gran chimenea de su asador. Porres es copropietario, con su hermana María del Mar, de Bodega Pimiento, abierta medio siglo atrás por el padre de ambos en la pequeña localidad de Tirgo, de tan solo 170 habitantes y situada a una media hora de Aro, en La Rioja Alta.

Tirgo es el pueblo natal de la familia Porres, donde el patriarca era apodado desde niño como «pimiento», nadie sabe el porqué, y ese nombre le puso luego a su negocio de comidas. En él, Pablo se ocupa de la lumbre, de controlar el asado de las carnes y verduras y su hermana de la sala, lo que le permite tener más contacto con los comensales. «La morcilla es el sushi de La Rioja», le explicó Mar al periodista, una manera bastante gráfica que este recoge en su crónica antes de explicar los ingredientes de un manjar a los que, seguramente, los lectores de The New York Times no están muy acostumbrados: arroz, sangre y cebolla.

Y si estos son los ingredientes, éste es su secreto: «La morcilla tiene que estar sosa, jugosa y mantecosa», explica Pablo, que aclara que «no le echamos picantes para que así la coma todo el mundo, desde los críos pequeños». Recuerda también que, de niño, la tomaba con azúcar como dulce para merendar, algo habitual en tierras riojanas.

Asador Pimiento ocupa un edificio de piedra de finales del siglo XVIII, con vigas de madera en el techo, el comedor cuenta con largas mesas y bancos de madera y tiene un aspecto rústico acorde con la localidad. Con el buen tiempo, también se pueden comer en la terraza, pero en esta época del año se agradece hacerlo cerca de las brasas, de esa gran chimenea que es el alma del lugar, donde Pablo oficia. «Lo que importa es el producto, el oficio y ponerle cariño». Si de su padre aprendió los secretos de la lumbre, de su abuela le viene el punto que le pone a las patatas a la riojana y a los postres caseros que elabora y que también degustó el crítico del New York Times, canutillos rellenos de crema.

La apetitosa morcilla de la Bodega Pimiento

«Desde que salimos en el New York times hemos tenido algún cliente más de Estados Unidos, pero también de Asia y de Sudamérica que están visitando la zona, sobre todo las bodegas. Muchos entran diciendo, ¿es este lugar el del New York Times, ¿verdad? Naturalmente, para nosotros ha sido un orgullo, un reconocimiento a tantos años de dedicación». Dada la notoriedad y el prestigio de la cabecera norteamericana, muchos medios españoles se han hecho eco de la reseña, lo que ha influido también en una demanda ya de por sí alta. Abierto solo los fines de semana, es habitual el cartel del completo.

El crítico probó también las patatas a la riojana y las verduras a la plancha, así como las chuletas de cordero, especialidad de la casa, de animales procedentes de una granja local. Antes, hacían ellos matanza, ahora los embutidos los adquieren en un proveedor de la zona de confianza. «De primeras, muchos extranjeros son reacios a la morcilla, cuando se les explica de qué está hecha. Pero otra cosa es cuando la prueban…». Seguro que lo del sushi de La Rioja que ha acuñado su hermana funciona a la perfección.

Muchos de sus comensales vienen del País Vasco o turismo nacional que visita la zona. «El otro día vinieron unos turistas de Madrid. Venían de alguna bodega y se les hizo tarde. Llegaron a eso de las 3. Recuerdo el niño de algo más de un año chupándose los dedos tras comer unas chuletitas de cordero con las manos. Se miraba los dedos, maravillado, como si descubriera esos sabores por primera vez». Pedro recuerda esa escena con tanta o más ilusión que cuando se enteró que habían salido en el influyente diario. «La carita de ese niño fascinado vale más que una estrella Michelín».

Huelga decir que Pedro es poco partidario a los menús infantiles, cada vez más demandados por los visitantes entre los que se encuentran algunos ilustres que, como es natural, prefiere no mencionar. «Una vez vino Rajoy y lo cuento porque él lo hizo público», señala. «Muy simpático, se hizo fotos con todo el mundo que se lo pidió. Hasta un chico joven que era muy del PP y ese día estaba aquí comiendo, le pidió sentarse con él y con las personas que le acompañaban durante el postre. Y él accedió encantado».

El artículo donde salió Bodega Pimiento reseñaba cinco casas de comidas de cinco pequeñas localidades de la zona, todas con recetas caseras y típicas de la región. Farley incluyó en su texto la Casa de Irene (Viniegra de Abago), La Cueva del Chato (Canillas de Río Tuerto), Casa Tila (Clavijo) y Alameda (Fuenmayor). En todos ellos, por cierto, pagó religiosamente su comida y las de sus acompañantes.