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La impresionante fachada del hotel Sangri-La de París

La impresionante fachada del hotel Sangri-La de París

Viajes

Un palacete parisino con una historia de película para las debutantes de la jet

Familias imperiales, fortunas de Mónaco, Freud y la mejor amiga de la Reina Sofía cruzan sus vidas en el Hotel Shangri-La, glamuroso escenario para el próximo baile de debutantes

El pequeño y coqueto palacete del número 10 de la Avenida d’Iéna no destaca especialmente entre sus elegantes vecinos. Y no porque esté falto de encanto, sino porque es difícil sobresalir en esta calle a la orilla del Sena donde no hay más que casas aristocráticas y pequeños palacios.

En otro tiempo vivieron en ellos hombres de ilustres apellidos e inmensas fortunas como Rothschild, Ephrussi o Gulbelkian y hoy acoge importantes embajadas y centros culturales extranjeros, conservando su tradicional y selecto cosmopolitismo en la colina de Chaillot. La avenida tiene una curiosa vocación por acoger a la «crême de la crême». Volverá a hacerlo el próximo sábado, día en el que tendrá lugar el Baile de Debutantes, Le Bal, para los amigos. El Hotel Shangri-La, emplazado en el número 10, verá de tiros largos a los cachorros de la jet internacional, venidos de aquí y de allá.

Shangri-La Paris - Grand Salon - Bonaparte dinner ©Shangri-La Paris  (1)

El palacete, de gusto exquisito, está repleto de símbolos napoleónicosShangri-La Paris

A la cita acuden este año, entre otros, una tataranieta de Henry Ford, una nieta de Sellassi, emperador de Etiopia; apellidos como Stern, Cisneros, Hasburgo-Lorena, Birla o Ruffo di Calabria. No hay aportación española este año en un evento en el han participado en otras ocasiones nietas de Emilio Botín y Cayetana de Alba o las mellizas de Julio Iglesias, entre otras. Hay quien ve en el evento cierto anacronismo, pero lo cierto es que París se las ingenia siempre para revalidar su excelente posicionamiento como capital de las citas glamurosos capaz de seguir destilando cierta grandeur.

Las jovencitas que la próxima semana debutarán en sociedad tienen entre 18 y 22 años. Sus biografías están por escribir y quién sabe si, además de ricas herederas, deslumbrarán por méritos propios. Tal vez alguna sea digna de una serie de Netflix como la que sin duda merecería la primera debutante en este elegante palacete reconvertido en lujosísimo hotel. Se trata de Marie Bonaparte, princesa de Grecia y Dinamarca por matrimonio, y una de las mujeres más singulares del siglo XX. En estos mismos salones que aún respiran boato imperial, mandados construir por su padre, el príncipe Roland Bonaparte, sobrino nieto de Napoléon, se organizó en 1899, una de las puestas de largo más celebradas de París. 500 invitados, el «gotha» mundano y un singular elenco de aristócratas, millonarios y hombres de ciencia y artistas entre los que cabe mencionar a Alexander Graham Bell, Pierre Curie o Lord Kelvin, inventor del O absoluto; al dibujante Caran d’Ache o el escultor Bartholdi, autor de la Estatua de la Libertad.

Shangri-La Paris - Grand Salon @Shangri-La Paris (1)

El gran salón del HotelShangri-La Paris

Pero empecemos por el principio. Marie Bonaparte había nacido 17 años antes del pomposo evento. Era hija del príncipe Roland Bonaparte y de Marie-Félix Blanc, una de las herederas más ricas del mundo por entonces. La historia de siempre: apellidos con pedigrí y fortuna. Los hermanos Blanc, su padre y su tío, pueden considerarse los «hacedores» empresariales de Mónaco. Fueron los grandes empresarios de los casinos europeos, introdujeron el O en la ruleta –lo que aumentó aún más las posibilidades de ganar para la banca– y convencieron a los Grimaldi para hacer de su paupérrimo Estado –por entonces Mónaco era el país más pobre de Europa– una especie de elegante resort donde lo que de verdad importaba era el juego aunque no lo pareciera

Crearon la aún pujante Sociéte des Bains de Mer y hasta dieron nombre a la capital, Montecarlo. Y amasaron una inmensa fortuna. Marie-Félix murió al poco tiempo de dar a luz, dejando a un compungido viudo con una bebé de semanas y una monumental cantidad de dinero. Con intereses en la geografía y especialmente en la botánica, el Príncipe Roland se dedicó a viajar por el mundo y al cabo de unos años empleó parte de esta fortuna en construir el magnífico palacete que es hoy el lujosísimo Hotel Shangri-LA. A mayor gloria de su ilustre antepasado, el palacete, de gusto exquisito, está repleto de símbolos napoleónicos en perfecto estado de conservación.

SLPR - Grand Escalier @Shangri-La Paris (5)

La gran escalera por la que bajarán las debutantes con sus acompañantesShangri-La Paris

Abejas imperiales, escudos con una gran N coronada, hojas de laurel y cabezas de águila adornan frescos, chimeneas, balaustradas, boiseries... Todo es regio y soberbio, sin duda, aquí hay algunas de las salas más elegantes de un hotel de Europa, realizadas por los mejores ebanistas, artesanos y orfebres de la época. La curiosidad del palacete es que sirvió al mismo tiempo como uno de los centros de la vida social parisina y de cuartel general «científico» de su erudito propietario.

Llegó a albergar la colección botánica privada más grande del mundo, con más de dos millones y medio de especímenes de plantas traídas de lugares prácticamente inexplorados. Fue además sede de la Sociedad Geográfica Francesa y acogió innumerables tertulias y fiestas. Una de ellas sirvió de banquete nupcial de la boda civil de Marie Bonaparte con el apuesto Príncipe de Jorge Grecia y Dinamarca, hijo del Rey de los helenos, cuyo enlace religioso se celebró en Atenas.

Un matrimonio de sangre azul poco convencional para una mujer compleja, difícil de calificar, inconformista, adelantada a su tiempo en muchos sentidos y pionera del Psicoanálisis y de los estudios sobre sexualidad femenina. Entabló amistad con Freud hasta el punto de que, gracias a sus buenas relaciones, consiguió que éste pudiera huir de Viena a Londres tras la ocupación alemana. Aunque el matrimonio permaneció unido, su marido era homosexual y estaba enamorado de su tío, Valdemar de Dinamarca, y ella prefería las bibliotecas a las fiestas sociales. Mujer bondadosa, con su fortuna ayudó a numerosas causas, y a la depuesta monarquía griega, pagó los estudios de su pariente y futuro esposo de la Reina de Inglaterra, el duque de Edimburgo. Vivieron el exilio en Sudáfrica, igual que la familia de Doña Sofía. De esta época es la amistad con Tatiana Radziwill, verdadera confidente y amiga inseparable de la Reina Emérita, y nieta de la peculiar Marie Bonaparte.

La heredera vendió el palacete a la muerte de su padre, en 1925, a la compañía del Canal de Suez, que lo tomó como sede. Posteriormente pasó diversas por diversas manos públicas y privadas hasta que fue adquirido por el magnate Robert Kuok, el hombre más rico de Malasia, el rey del azúcar de Asia, que acaba de cumplir cien años.

Fundador de los hoteles Shangri-La, Kuok invirtió a principios de siglo una enorme suma en comprar el palacete y lo que aún parece más importante, respaldó con su fortuna unos trabajos de rehabilitación tan costosos como modélicos que duraron más de cinco años para devolverle toda la «grandeur» original. El hotel abrió sus puertas en 2010 y en 2014 recibió la deseada condición de «palace», de la que solo gozan los 12 mejores hoteles de París. Además de todo el boato imperial, algunas de sus suites ofrecen vistas realmente extraordinarias de la cercana Torre Eiffel. Su restaurante Shang Palace es el único restaurante chino de Francia que luce una Estrella michelín. Sin duda, un lugar extraordinario con una historia digna de que la conozcan las debutantes, más allá de hacerse selfies con sus elegantes trajes de alta costura.

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