¿Importan los matrimonios para la fertilidad de un país?

Como diría Jon Nieve, el personaje de Juego de Tronos, «ha llegado el invierno», pero no el de las bajas temperaturas al que aún quedan unos meses, sino el demográfico, que provocará que España pierda 17 millones de habitantes durante este siglo por la baja natalidad.

En medio de este panorama, los matrimonios son una de las incógnitas a despejar en la ecuación para dar solución al drama demográfico. En 2021, hubo un total de 147.823 uniones nupciales –según los datos del INE–, un importante aumento con respecto a 2020 (87.481), pero muy inferior a lo que había antes de la pandemia. Desde los 2000, el número de matrimonios viene cayendo en picado, de 216.451 ese año a 161.389 en 2019.

Aunque estas cifras son españolas son ejemplo de una tendencia que se reparte por el globo. La baja natalidad, con algunas excepciones, sobre todo en el continente africano, es ya algo común en el mundo entero. ¿Importa el matrimonio para la fertilidad? Esta es la pregunta a la que investigadores del Institute for Family Studies y del Instituto Wheatley de la Universidad Brigham Young han intentado dar respuesta, y seguir despejando las X de la ecuación.

En su informe, titulado El matrimonio todavía importa: demostrando la relación entre el matrimonio y la fertilidad en el siglo XXI, han analizado el historial de fertilidad desde hace casi un siglo para ver la relación con el establecimiento de parejas a largo plazo. Para ello, los autores lanzaron dos preguntas, que pueden parecer opuestas, pero han terminado resultando esclarecedoras: si las mujeres tienen más probabilidades de tener a su primer hijo un vez se han casado y si tener un hijo aumenta la probabilidad de que una mujer contraiga matrimonio.

Según sus resultados, que han hallado a través distintas encuestas de población estadounidenses y los datos de la OCDE sobre los cambios en los matrimonios y en las tasas de fecundidad, las uniones nupciales aumentan «drásticamente» la probabilidad de que una mujer tenga un bebé, aunque advierten de que no está del todo claro si el vínculo es causal.

Aunque hay cada vez un número mayor de familias monomarentales, según el estudio ignorar el estado civil como algo importante para las tasas de fertilidad no sería constructivo porque están tan conectados «que es prácticamente imposible promover el matrimonio o la fertilidad por sí solos sin influir también en el otro».

Según los datos recabados, los investigadores destacan que las mujeres casadas tienen «significativamente» más hijos que las solteras, incluso en países donde la fecundidad fuera del matrimonio es alta. Y es en estos países con mayor índice de fertilidad, como Estados Unidos, Francia y Suecia, donde hay también una mayor tasa de nacimientos entre los casados, por lo que, destacan los autores, los nacimientos fuera del matrimonio no son los que marcan la diferencia.

Con sus conclusiones, Lyman Stone, del Instituto de Estudios de la Familia, y Spencer James, miembro de Wheatley, los autores principales, terminan afirmando que los encargados de formular políticas que esperen impulsar la fertilidad han de tener «cuidado de no ignorar las políticas que afectan al matrimonio».

«El contexto y, en particular, las relaciones estables a largo plazo siguen siendo importantes para la maternidad», dijo James. «Y tan pronto como se intenten separar, probablemente se tendrá menos éxito del esperado».