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27 de agosto de 2024

Tasio Pérez, durante su entrevista

Tasio Pérez, durante su entrevistaLupe Belmonte

Conversaciones en Familia

Tasio Pérez, psicólogo y profesor: «Si el matrimonio no funciona, la familia se deshace»

El psicólogo y profesor universitario lamenta la caída de las bodas celebradas en España: «Es malo para la sociedad, pero –ironiza– muy bueno para los psicólogos»

Siempre que puede, Tasio Pérez habla del amor. Psicólogo y profesor universitario, el también investigador del Centro de Estudios de la Familia en la Universidad Francisco de Vitoria ha encontrado su vocación acompañando a parejas y familias a recorrer su camino juntos. En una entrevista para El Efecto Avestruz –una serie de la Asociación Católica de Propagandistas (ACdP)–, Pérez analiza las últimas estadísticas sobre matrimonios y reflexiona sobre por qué es tan triste la falta de fe en el amor.

–Recientemente, el INE revelaba que 2021 fue el segundo año con menos bodas de la serie histórica en España, y que somos ya el tercer país de Europa con menos bodas. ¿Nos preocupamos?

–Es muy preocupante, porque significa muchas cosas: para empezar, que cada vez creemos menos en el amor, en el amor verdadero y duradero. Eso es muy triste, pero no es lo único: a nivel sociológico y psicológico sabemos que es necesaria una cierta estabilidad en la infancia, un hogar donde el padre y la madre creen un entorno de afecto y ternura, para que una persona crezca razonablemente sana. Si no hay matrimonios, es razonable esperar que no haya mucha estabilidad en los entornos familiares. De hecho, así nos lo dicen las estadísticas.

–Y esto trae consecuencias...

–Claro: esto de que la gente no se case es muy malo para la sociedad ¡pero muy bueno para los psicólogos! Estamos en un entorno social donde la familia ya no es estable. Más de la mitad de matrimonios acaba en divorcio, y los estudios indican que la tasa de separaciones entre parejas no casadas es muchísimo más alta. Y esto genera dificultades; cada vez nos encontramos con más problemas de salud mental.

Veo dos posturas: una es estar con alguien para ser feliz; la otra es para hacerle felizTasio PérezPsicólogo y profesor universitario

–Hace la distinción entre matrimonios y parejas no casadas: ¿hay una diferencia sustancial?

–Creo que la diferencia está en la disposición interna. Con matices, claro: hay parejas que no se casan y van a muerte con su relación y otras que pasan por el altar porque queda muy bonito en las fotos. Pero sí veo dos posturas: una es estar con alguien para ser feliz; la otra es estar con alguien para hacerle feliz. En el primer caso, la relación sucumbe ante las circunstancias: es aquello de «si tú no me haces feliz, si esta relación no me hace feliz, hasta aquí hemos llegado».

–¿Y en el segundo caso?

Aquí hay una disposición vocacional, en la cual yo he descubierto que encuentro el sentido de mi vida cuando hago feliz a mi mujer, a mi marido. «El objetivo de mi vida es que tú disfrutes de la vida», y mi felicidad es una consecuencia: por tanto soy capaz de sostener los momentos en los que no estoy bien. Esta es la diferencia entre las relaciones de pareja que funcionan en el tiempo y las que no, y es más fácil encontrarlo en las parejas que se comprometen a través del matrimonio.

–¿Cómo se concreta esta disposición interna?

–[Risas] Claro, muy bonito esto de la generosidad pero ¿cómo lo hacemos carne? Mira, todo matrimonio debe tener tres componentes básicos para sobrevivir: el deseo, la amistad profunda y el compromiso. Son tres elementos que hemos de vivir en el día a día, no son un tema teórico: por ejemplo, es muy poco atractivo estar en calzoncillos y camiseta tirado en el sofá. O hacer un esfuerzo propio de la amistad: en lugar de coger un libro o ver el partido de fútbol cuando estoy cansado, sentarme y hablar con mi mujer, que está preocupada porque ha hablado con su hermano. Es una revisión constante, cotidiana, en todo momento.

Tasio Pérez, durante su entrevista

Tasio Pérez, durante su entrevistaLupe Belmonte

–¿Qué herramientas pueden ayudar en esta labor matrimonial diaria?

–Hay varias. Una es tener una comunidad de referencia: un matrimonio no puede sobrevivir solo, necesita apoyarse en otros para compartir las dificultades. Otra herramienta es reservar rutinas propias del matrimonio: todas las semanas, una tarde para juntarnos y hablar; todos los meses, un día para irnos los dos solos; todos los semestres, un fin de semana para reencontrarnos… El día a día quita todos los espacios al matrimonio, el trabajo, los niños, ordenar la casa…, pero hay que darle prioridad, porque si el matrimonio no funciona, la familia se deshace.

–Además de una relación entre dos personas, desde una visión cristiana el matrimonio es un sacramento, ¿qué implica esto?

–¡Muchas cosas! Primero, que Dios ha pensado, en su infinita sabiduría, que yo soy la mejor persona del universo para amar a mi mujer y llevarla al Cielo. Y al revés. Dios pensó en mí y dijo: «¿Cómo puedo hacer que mi querido hijo Tasio, este mendrugo, llegue al Cielo?», y automáticamente apareció en su mente prodigiosa mi mujer. El sacramento implica entender que el matrimonio no es un invento mío, sino que hay un destino, una misión. Pero hay otro aspecto.

Necesitamos matrimonios que sean luz para el mundo.Tasio PérezPsicólogo y profesor universitario

–¿Cuál?

–Que el sacramento aporta una gracia. ¿Cómo voy a amar a mi mujer yo, que soy un pobre hombre? Si yo no voy a llegar al Cielo por mí mismo ni de coña, ¿cómo voy a llevar a mi mujer, a mis hijos? Uno se abre a la gracia de Dios, que te sostiene; te abres a una experiencia que da mucha paz y tranquilidad, porque sabes que de Él viene realmente la fuerza para llevar la misión a buen término.

–En la Iglesia se suele identificar a la familia como ‘iglesia doméstica’.

–Claro, esto implica que estamos abiertos a la gracia de Dios en nuestras vidas, y que damos las vidas unos por otros. Volvemos al principio, cuando hablábamos del desastre que es para la sociedad que la gente no se case. ¿Cómo se puede arreglar esto? Todas aquellas personas que han vivido en entornos familiares donde sus padres no se amaban, donde ha habido separaciones, conflictos, dolor… y piensan «¿para qué me voy a casar?». Pero cuando ves matrimonios que se quieren, que disfrutan, que cuidan de sus hijos, que son capaces de sustentarse en la dificultad… ahí dices: «pues igual merece la pena». Igual es posible un amor más grande. Ahí está realmente el antídoto: necesitamos matrimonios que gocen y disfruten de su vocación, que sean luz para el mundo.

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