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niño llora grita rabieta

A los dos años comienzan a ser más comunes las rabietas, los berrinches y las pataletas

Niños

¿Qué sabemos de los terribles dos años? La 'adoslescencia' y sus cambios cerebrales

Casi de un día para otro, los niños dejan de dormir, se vuelven selectivos con la comida y explotan en rabietas cuando no se hace lo que él quiere

A los setecientos treinta días de haber venido al mundo, una serie de cambios empiezan a revolucionar a los niños, que dejan de dormir, que comían de todo y de repente nada parece gustarles, que lloran sin motivo con pataletas, berrinches y rabietas. Todo ello entra todavía en los conocidos como los mil días de oro.

Al cumplir los dos años, los niños comienzan a desafiar a sus padres, tienen cambios repentinos de humor y tiende a querer imponer sus deseos, y si no... rompe a gritar. Que le lleven la contraria se vuelve lo normal para unos padres que quizá ya pensaban que le habían cogido el tranquillo a la crianza y más usuales se hacen también los miedos, los terrores nocturnos y las pesadillas.

La etapa del «No»

Los terribles 2 años, la crisis de los dos, la adoslescencia... este fenómeno tiene muchos nombres y una de sus características es que el pequeño comienza a sentirse independiente de sus padres. Desarrollar su individualidad les lleva a querer ganar autonomía –«yo solo»– y entrar en una etapa de absoluta negación –todo es «no»–.

En el cerebro de un niño de 2 años ya se han formado más de 100 trillones de conexiones neuronales. El resultado de esta sinapsis es palpable en su desarrollo motor, la adquisición del habla y la consciencia de sí mismo. A medida que crecen el número de conexiones nuevas, en favor de su desarrollo y crecimiento, otras muchas que se dejan de usar se deshacen.

Las rabietas se producen por la falta de control del cerebro ante emociones negativas como la frustración

Las rabietas se producen por la falta de control del cerebro ante emociones negativas como la frustración

Detrás del «yo solo», se esconde el crecimiento de la corteza cerebral, que es el que otorga al niño ese sentido de autodeterminación y de sí mismo. En este momento los dos hemisferios del cerebro y una madurada corteza prefrontal, empiezan a trabajar intensamente conectados. Es por ello que los niños comienzan a diferenciar sus sentimientos y emociones de los de las personas que tienen alrededor, y también sus propios deseos, pero todavía su cerebro no está lo suficientemente desarrollado como para autocontenerse ante emociones negativas o para gestionar la frustración.

Para muchos niños es el de los dos años el primer invierno de escolarización, por lo que a todos esos cambios a nivel neurológico se le suman los virus de guardería y las gastroenteritis, junto con la obligación de desprenderse del chupete y el pañal.

Frustración y rabietas

El desarrollo de la autonomía parece la principal culpable de todos estos cambios, que no son más que una etapa más del desarrollo de un niño y que, aunque parezca contradictorio, son la prueba de que todo va correctamente.

El querer ser, estar y hacer de manera independiente llega en un momento en el que todavía muchos niños no han terminado de desarrollar el habla completamente. No poder hacerse entender genera mucha frustración, y muchas más rabietas.

Dejar claros ciertos límites y normas en casa es una de las claves de la lista de supervivencia a esta `adolescencia´. En esta guía entran también fomentar la autoestima de cada niño, premiar sus buenos comportamientos y dejar que, en su afán por hacerlo todo solos, se den cuenta de que a veces necesitan ayuda.

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