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Esmeralda Moya, junto a Cristina Cuadrado y responsables de Ryanair

Esmeralda Moya, junto a Cristina Cuadrado y responsables de RyanairPequeño Deseo

El viaje de 18 niños con cáncer a Disneyland París por Navidad

Todos tienen en común dos cosas: son pacientes de oncología infantil y tenían un deseo por cumplir

Dieciocho niños españoles han embarcado, muchos por primera vez en su vida, en un avión rumbo a Disneyland París. Todos tienen dos cosas en común: son pacientes de cáncer infantil y tienen un sueño por cumplir. La fundación Pequeño Deseo, gracias a su colaboración con la aerolínea Ryanair, ha podido sacar a estos pequeños unos días del hospital y hacerles vivir una experiencia inolvidable junto a Mickey y Minnie Mouse, acompañados de sus familias.

Durante dos días han disfrutado del mágico ambiente, más en estas fechas tan cerca de la Navidad, que se respira en el parque temático francés. Una más en la aventura ha sido la actriz española Esmeralda Moya, quien afirma: «La ilusión es muchas veces un motor indispensable para seguir adelante. Ya no sólo para los pequeños, para cualquier persona».

La tripulación de Ryanair con parte del grupo y Esmeralda Moya

La tripulación de Ryanair con parte del grupo y Esmeralda MoyaPequeño Deseo

La excursión ha tenido lugar como motivo del décimo aniversario entre la fundación Pequeño Deseo y la aerolínea, que en estos años ha recaudado más de 500.000 euros para ayudar a otros muchos niños a cumplir sus deseos y darles el ánimo necesario para superar su enfermedad.

El objetivo, según apunta Cristina Cuadrado, directora de la fundación, es «complementar el tratamiento y estimular a los pequeños, incidiendo en su calidad de vida durante este tiempo». De hecho, esto es algo que la ciencia ha podido corroborar.

Un estudio realizado entre la fundación, la Universidad Complutense de Madrid y el Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid, concluyó que no es que cumplir los deseos de estos niños les curen, sino que les hacen sentirse más fuertes para afrontar su enfermedad.

Lo hicieron comparando la reacción en niños cuyo deseo se había cumplido con los que no y no solo descubrieron que les da fuerza, ánimos y esperanza, sino que su efecto también perdura en el tiempo. Más de seis meses después esos niños todavía recurren a sus buenos recuerdos cuando tienen que someterse a pruebas médicas o necesitan sacar ánimos y fuerzas para luchar contra su dolencia.

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