Seguridad en el agua
Manguitos, flotador o burbuja: ¿qué es más seguro?
El chaleco es el más seguro. Aunque no sirve para aprender a nadar, es el único sistema de flotación que recomiendan las autoridades de todo el mundo
Con la temporada de baño a la vuelta de la esquina, hay que ir preparando la lista de todos los imprescindibles que meter en la bolsa junto a la toalla y las gafas de sol. Cuando se juntan niños y el verano, es imprescindible contar con litros de protección solar de alto factor y sistemas de flotación de todo tipo: colchonetas, churros, flotador, manguitos...
De toda la oferta disponible, la Asociación Española de Pediatría lo tiene claro. El chaleco es el más seguro. Aunque no sirve para aprender a nadar, es el único sistema de flotación que recomiendan las autoridades de todo el mundo.
Los flotadores son considerados juguetes acuáticos, mientras que los manguitos, la burbuja y el chaleco son ayudas para aprender a nadar. Hasta que un niño no sabe mantenerse a flote por sí solo y moverse por el agua, los pediatras recomiendan que lleve puesto un sistema de flotación y que siempre esté cerca de un adulto vigilando.
El inflable redondo es el más tradicional, pero presenta varios inconvenientes: es fácil que se pinche o se deshinche, puede ser que el agujero del medio sea amplio y el niño se escurra; y por último, solo permite girar en círculos. Si el menor intenta hacer otro movimiento puede volcar. Sobre los flotadores en los que el niño va sentado, los pediatras advierten que son más seguros, sobre todo en los que va atado con tirantes.
Flotadores de cuello, mejor no
Los que no recomiendan son los hinchables que se colocan al cuello. Estos sujetan al pequeño nadador por la barbilla y lo mantienen en posición vertical, pero según recuerdan los pediatras: «no se aconsejan porque tienen pocas ventajas y no son seguros».
Para usar manguitos, el niño tiene que tener al menos dos años y medio, pero al igual que con el flotador, se corre el riesgo de que se pinchen o deshinchen. Si se emplean, han de colocarse muy cerca de la axila y tienen que quedar ajustados. En su versión no inflable, mantienen al niño a flote pero no se puede mover con normalidad, por lo que, destacan los pediatras, no sirven para aprender a nadar.
Por su parte, la burbuja puede usarse a partir de los 3 o 4 años, cuando el niño ya sabe controlar la respiración dentro y fuera del agua, y ha de colocarse en la parte más alta de la espalda que se pueda. La postura boca abajo obliga al menor a levantar la cabeza, pero la posición horizontal y el libre movimiento de manos y piernas le permitirán aprender a nadar.
Decantarse por uno o por otro es una elección que tendrán que hacer los padres. No obstante, los pediatras advierten que siempre hay que fijarse en que esté homologado y cumpla la normativa.