Vinculan la exposición a contaminación en el útero a cambios adversos en procesos celulares de los bebés
Los contaminantes emitidos por los vehículos el desgaste de los neumáticos y los frenos, y el humo han sido asociados con alteraciones en las proteínas que afectan a procesos celulares como la autofagia, relacionado con la muerte celular
La exposición a la contaminación atmosférica mientras se está en el útero se ha relacionado con alteraciones en las proteínas (detectables después de nacer) que afectan a procesos celulares como la autofagia, la 'autocomida' de células dañadas que se produce como respuesta al estrés.
Este es uno de los resultados de un estudio liderado por Olga Gorlanova, médico investigador del Hospital Infantil Universitario de la Universidad de Basilea (Suiza), que ha sido presentado en el Congreso Internacional de la Sociedad Respiratoria Europea celebrado en Milán (Italia). La investigación también demuestra que los recién nacidos sanos presentaban respuestas individuales y distintas a la exposición de sus madres a la contaminación atmosférica durante el embarazo.
Según ha explicado Gorlanova, esto podría significar que algunos bebés eran más vulnerables a la polución que otros y esto era así incluso si nacían en hogares de zonas con niveles de contaminación relativamente bajos.
Once proteínas en el cordón umbilical
Los trabajos anteriores de la investigadora y su equipo mostraron que la exposición a la contaminación atmosférica durante el embarazo puede afectar a los pulmones y al sistema inmunitario de los recién nacidos. En este nuevo estudio, analizaron las proteínas implicadas en la autofagia, el envejecimiento y la remodelación celular para ver cómo podía afectarles la exposición prenatal a la contaminación atmosférica.
Los investigadores analizaron once proteínas presentes en la sangre del cordón umbilical de 449 recién nacidos sanos del estudio de cohorte Bern Basel Infant Lung Development. Este análisis, conocido como BILD, fue iniciado en 1999 en Berna y pretende reclutar a mil bebés para 2025. Su objetivo es investigar los efectos de la genética y el medio ambiente (sobre todo la contaminación atmosférica) en el desarrollo pulmonar de bebés y niños.
Midieron la exposición de las madres al dióxido de nitrógeno (NO2) y a partículas diminutas llamadas PM10, que son partículas de 10 micras o menos de diámetro. Las emisiones de los vehículos, el desgaste de los neumáticos y los frenos, y el humo son algunas de las fuentes de estos contaminantes.
Cuatro grupos de bebés
Los investigadores descubrieron que tanto el NO2 como las PM10 estaban relacionados con cambios en las proteínas implicadas en la autofagia. La exposición al NO2 estaba relacionada con una disminución de la actividad de las proteínas SIRT1 –sirtuína 1: desempeña un papel protector en la resistencia al estrés, la inflamación y el envejecimientoû e IL-8 –interleuquina 8: proteína activa en ciertas células inflamatorias–, y con un aumento de los niveles de la proteína Beclin-1, cuya función es determinante en la autofagia y la muerte celular.
«Agrupamos a los bebés en cuatro grupos distintos según los niveles de contaminación atmosférica a los que estuvieron expuestos mientras estaban en el útero –explica Gorlanova–. Los cuatro grupos tenían concentraciones similares de las proteínas estudiadas, pero presentaban diferencias en su exposición a la contaminación atmosférica por NO2 y PM10».
Un grupo tenía concentraciones bajas de nueve proteínas, mientras que otro, formado por el 7 % de todos los bebés, tenía niveles más altos de proteínas que intervienen en procesos inflamatorios y de remodelación: IL-8 e IL-1B.
Estos dos grupos de recién nacidos habían estado expuestos a niveles de contaminación atmosférica prenatal inferiores, aunque diferentes, a los de los otros dos grupos. Nuestros resultados sugieren que los recién nacidos sanos presentan un patrón de respuesta individual a la contaminación atmosférica. «Creemos que esto puede indicar que algunos bebés son más vulnerables a ella que otros», señala.
«Además, nuestro trabajo se suma al creciente conjunto de pruebas de que los mecanismos relacionados con la autofagia pueden estar implicados en la forma en que las células humanas reaccionan a la contaminación atmosférica –apostilla–. Los resultados concuerdan con los de la investigación en tejidos y animales. Una exploración más a fondo de estos mecanismos puede ayudar a comprender mejor los efectos nocivos de la contaminación en los bebés», sugiere.
La contaminación atmosférica puede afectar a la salud de los niños antes y después de nacerCatedrática asociada de neumología pediátrica y jefa de Medicina Respiratoria Pediátrica y Alergología del Centro Médico Erasmus de Rotterdam
Los investigadores planean examinar si los bebés con patrones de respuesta proteínica distintos a la contaminación atmosférica padecerán más problemas respiratorios durante la infancia y la niñez en comparación con los que no muestran las mismas respuestas proteínicas.
La profesora Marielle Pijnenburg, catedrática asociada de neumología pediátrica y jefa del Departamento de Medicina Respiratoria Pediátrica y Alergología del Centro Médico Erasmus de Rotterdam (Países Bajos), jefa del grupo de pediatría de la ERS, que no participó en la investigación, resalta que «este estudio se suma al creciente conjunto de pruebas de que la contaminación atmosférica puede afectar a la salud de los niños antes y después de nacer».
«Contribuye a otras investigaciones que demuestran que los mecanismos relacionados con la autofagia pueden estar implicados en el modo en que las células humanas reaccionan a la contaminación atmosférica –prosigue–. Necesitamos saber más sobre cómo estos mecanismos pueden afectar a la salud de los pulmones y comprender por qué algunos recién nacidos parecen más susceptibles a la contaminación atmosférica que otros».
No obstante asegura que ya se disponen de pruebas suficientes, procedentes de este y otros estudios, para enviar «un mensaje alto y claro» a los gobiernos y a los responsables políticos la contaminación atmosférica perjudica la salud de las personas, y sus efectos pueden observarse desde antes del nacimiento.
«Todos deberíamos redoblar nuestros esfuerzos para reducir la contaminación atmosférica lo antes y lo máximo posible –advierte–. Esto no sólo mejorará la salud de las poblaciones y reducirá los costes asociados al tratamiento de las enfermedades causadas por la contaminación atmosférica, sino que también ayudará al medio ambiente en un momento en que la emergencia climática se hace más patente cada día que pasa».