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Una niña pequeña frente a un televisor encendido

Una niña pequeña frente a un televisor encendidoPexels

Los pediatras españoles piden cero pantallas hasta los 6 años: «Ya nadie duda de su efecto en la salud»

El impacto del uso excesivo de pantallas en la infancia y adolescencia es multifactorial, afectando a diversas áreas relacionadas con la salud y el bienestar, que reducen la calidad de vida

Cada vez más estudios confirman el impacto que tiene el abuso de pantallas en el desarrollo del cerebro de los niños. La última evidencia demuestra que el uso rutinario de dispositivos para distraer o calmar genera dificultad para el desarrollo de estrategias de autogestión; es decir, que si se da un móvil a un niño de entre 1 y 4 años para premiarle o distraerle hace que ellos lo exijan más tarde para calmarse y se frustren si se les niega. En el futuro, esto puede provocar dependencia de las pantallas para la regulación de las emociones y dificultades de autocontrol.

Por todo ello, la Asociación Española de Pediatría ha actualizado sus recomendaciones sobre el uso de estos dispositivos en la infancia. Así las cosas, piden que se amplíe el plazo de pantallas cero hasta los seis años. «Ya nadie duda de que los medios digitales afectan a la salud a todos los niveles, y a cualquier edad», explica la doctora María Salmerón, coordinadora del grupo de trabajo de Salud Digital de la AEP. «En 2016, la Academia Americana de Pediatría alertó por primera vez del impacto del mundo digital sobre la salud, y en estos últimos años han ido aumentando progresivamente los ensayos clínicos que corroboran este vínculo», añade la experta.

El impacto del uso excesivo de pantallas en la infancia y adolescencia es multifactorial, afectando a diversas áreas relacionadas con la salud y el bienestar, que reducen la calidad de vida, como el sueño, la alimentación, la fatiga visual o el volumen cerebral.

Sueño

Un mayor tiempo de uso de las redes sociales y videojuegos se asocia con: permanecer un menor número de horas en la cama, acostarse más tarde y mayor latencia del inicio del sueño. Además, el uso de pantallas antes de acostarse produce un aumento de la somnolencia diurna; una disminución de la somnolencia nocturna; una reducción de la secreción de melatonina; un retraso del reloj circadiano; y una disminución y retraso del sueño REM. Todo ello favorece el estado de ánimo depresivo, las alteraciones de la conducta, la disminución de la autoestima, y la alteración del desarrollo cerebral.

Alimentación y nutrición

Algunos estudios asocian el tiempo frente al televisor con una dieta menos saludable, favoreciendo el consumo de alimentos hipercalóricos y, por consiguiente, aumentando el riesgo de sobrepeso y obesidad.

Actividad física

Se ha demostrado que los adolescentes que ya tienden al sedentarismo pasan más tiempo usando pantallas. Por el contrario, la limitación de su uso favorece la práctica de actividad física. Se recomienda la realización de actividad física moderada o vigorosa durante un mínimo de 60 minutos diarios en niños y adolescentes.

Riesgo cardiovascular

La falta de ejercicio físico por dedicar demasiado tiempo a las pantallas aumenta el riesgo de desarrollar síndrome metabólico. Por el contrario, se ha vinculado la reducción del tiempo de pantallas con una reducción de la presión arterial y un aumento del colesterol 'bueno' (HDL).

Fatiga visual

El ojo seco, la picazón ocular, el lagrimeo, la sensación de tener un cuerpo extraño en el ojo o la visión borrosa son algunos de los síntomas causados por el exceso de pantallas, así como el dolor cérvicolumbar, la fatiga general y la cefalea. Además, en la infancia y adolescencia favorece especialmente la miopía progresiva y el estrabismo agudo.

Volumen cerebral

La evidencia científica apunta a una disminución del espesor de la corteza cerebral en varias regiones, debido al uso excesivo de pantallas.

En adolescentes

En la adolescencia finaliza tanto la maduración del sistema límbico como la maduración de la corteza cerebral. Los medios digitales interfieren a esta edad de dos formas distintas: aumentando la activación de la región límbica, al estar expuestos a sistemas de gratificación inmediata, y disminuyendo la actividad frontal por efecto desplazamiento de los estímulos adecuados para la edad. Además, la multitarea relacionada con las pantallas se asocia con peores resultados cognitivos, una disminución de la capacidad de filtrar las distracciones y un aumento de la impulsividad y disminución de la memoria de trabajo. De este modo, los adolescentes que pasan demasiado tiempo frente a una pantalla tienen más probabilidades de presentar dificultades cognitivas graves.

Recomendaciones de 0 a 6 años

  • Cero pantallas, no existe un tiempo seguro.
  • Como excepción y bajo supervisión del adulto se puede usar para el contacto social con un objetivo concreto. Por ejemplo, que la persona que está al otro lado de la pantalla le cuente un cuento o le cante una canción.

De 7 a 12 años

  • Menos de una hora (incluyendo el tiempo escolar y los deberes).
  • Limitar el uso de los dispositivos con acceso a Internet.
  • Priorizar los factores protectores: actividades deportivas, relaciones con iguales cara a cara, contacto con la naturaleza, sueño, alimentación saludable, etc.
  • Si se decide que utilicen un dispositivo es recomendable: que sea bajo la supervisión de un adulto, con dispositivos fijos y evitar el baño y dormitorio.
  • Pactar límites claros previamente tanto en tiempo como en contenidos adaptados a la edad.

De 13 a 16

  • Menos de dos horas (incluyendo el tiempo escolar y los deberes).
  • Si se permite el acceso a dispositivos -sin ser la única medida que se tome- instalar herramientas de control parental
  • Priorizar el uso de teléfonos sin acceso a internet.
  • Retrasar la edad del primer móvil inteligente (con conexión a internet).
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