Cena de traje
«Ya tenemos en España una nueva celebración alternativa para quienes rechazan decir 'feliz Navidad': «Feliz solsticio de invierno»
Una asociación de Podemos de la periferia de Madrid ha celebrado «el solsticio de invierno con una cena con traje». Es decir, con una cena, porque de celebrarse sin traje cualquier cena se convierte en una orgía, y celebrar el solsticio de invierno con una orgía es, además de contraproducente en los meses de invierno, una falta de respeto para el solsticio homenajeado. Narro de nuevo la experiencia de su Gracia el Duque de Bedford, socio del «Brooks», uno de los clubes urbanos más exclusivos de Londres. En Londres, durante el solsticio de verano, el calor húmedo y pegajoso es muy desagradable. Bedford, que una tarde no tenía nada que hacer, se dirigió a su club con la intención de cenar. Iba con traje, como los podemitas. Más que un traje, un blazer azul marino, pantalones grises, medias de hilo de Stevenson & Grant, y zapatos con cordones de Hogdson, Hogdson & Hogdson, aún en vida de los tres Hogdson, el abuelo, el hijo y el nieto. También llevaba unos calzoncillos de corte holgado de Presby, y una camisa abierta, sin corbata, de Hutchinson & Sons.
Bedford era un hombre elegante, divertido y muy notable escritor, autor de «El Libro de los Snobs», traducido en España y que recomiendo a los podemitas con traje, a ver si se les pega algo. Llegado al Club «Brooks» se le permitió tomar una copa en el bar, pero no le permitieron cenar en el comedor. –Lo sentimos, Su Gracia. El Reglamento Interno exige a los señores socios el uso de la corbata para cenar. «Imprescindible la corbata para acceder al comedor». Si lo desea, tenemos corbatas en la recepción para solucionar situaciones embarazosas-. Pero Bedford era muy suyo, y no se ponía corbatas del resto de la humanidad. Reconoció su error y reservó una mesa para la noche siguiente.
Bedford llegó al «Brooks» a las 19 horas del siguiente día. Llevaba una ligera capa que le llegaba a la altura de los zapatos, una capa negra de película de miedo. Y en su cuello, una corbata azul marina con topos blancos. No llevaba nada más. Se deshizo de la capa en recepción y estaba en porretas, en pelota picada. Eso sí no le faltaba «la imprescindible corbata que se exigía para que los socios se sentaran en el comedor». Y cenó tranquilamente, corito, calato y privado de toda suerte de ropa. Cumplía el reglamento. Su desnudez fue un acto de histórica rebeldía. Al contrario que los periféricos de Podemos, que celebraron la cena del solsticio de invierno «con traje», como los de ultraderecha, detalle a especificar que conmueve los muros de la horterada. Claro, que Podemos no puede considerarse una agrupación coherente. Su mujer más famosa, compañera de lecho o de ex lecho, de su máximo dirigente, es partidaria del aborto y tiene tres hijos, está a favor de los «okupas» siempre que no «okupen» sus dos propiedades inmobiliarias, es comunista y vive en un chalé de lujo de Galapagar, percibe por hacer el ganso – o la gansa- en Europa 160.000 euros más dietas y otras canonjías, es partidaria de eliminar las herencias y no donó la de su padre, en torno a los 600.000 euros, defiende que los mayores se acuesten con menores si los niños lo consienten, sus leyes han adelantado la libertad de centenares de violadores, y por supuesto, abomina de la Navidad, amén de incitar al resto de las mujeres a que, de salir por la noche, vuelvan a sus casas solas y borrachas. Su fiesta preferida, como es de suponer, con traje o sin traje, es el solsticio de invierno.
El escritor Arturo Pérez-Reverte, que no teme a su verdad, ha escrito un mensaje referente a la cena de Podemos, con traje, celebrada con motivo de tan progresista, reivindicativo y socialmente avanzado solsticio. «Ya tenemos en España una nueva celebración alternativa para quienes rechazan decir 'feliz Navidad': «Feliz solsticio de invierno». Y es que hace falta ser muy gilipollas. O sea, muy de aquí”.
Bien resumido, don Arturo. Y lo del traje, que es importante, no se le olvide.