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16 de septiembre de 2024

Un juego receptivo con bebés y niños pequeños fomenta un desarrollo saludable

Una madre jugando con su bebéPexels

Los países europeos que más cuidan a las familias

Francia tiene la tasa de natalidad más alta de Europa, gracias a sus medidas para beneficiar a las familias con dos o más hijos

La natalidad global está más baja que nunca, con 2,4 hijos por mujer. Y en Europa es todavía peor, porque la media de hijos por mujer es de 1,53 desde 2021 por culpa de políticas que desincentivan a tener hijos en vez de a tener grandes familias. Ese 1,53 es insuficiente para que la población europea se regenere sola, ya que para ‘renovar’ las generaciones, la media tendría que ser de al menos 2,05 por madre.

Los países europeos se desesperan y buscan tomar medidas al respecto. Hungría, por ejemplo, celebró hace una semana la quinta edición de la Cumbre Demográfica de Budapest, un foro que busca soluciones para el bienestar de las familias. Este país es líder en invertir en políticas pronatalistas, aunque su tasa de natalidad no lo refleje.

Hungría y Polonia

El Gobierno de Viktor Orban gasta alrededor del 5 % del PIB nacional en estimular la tasa de natalidad. Las mujeres con cuatro o más hijos están exentas de pagar impuestos de por vida. Además, hay préstamos de hasta 36.000 euros, que se otorgan a parejas con al menos tres hijos. También existen ayudas financieras para primeros compradores de viviendas con hijos e incluso clínicas de fertilidad subvencionadas por el estado.

Polonia, por su parte, lanzó en 2016 el programa 500 plus, donde los padres reciben alrededor de 120 euros al mes por cada hijo después del primero. Pero, aunque hubo un aumento en la tasa de natalidad tras su introducción, esta subida pronto decayó, y el país sigue preocupado por el bajo número de nacimientos.

España y sus vecinos

El sur de Europa presenta las tasas de natalidad más bajas del continente. Italia y España registran apenas 1,3 y 1,2 hijos por mujer, respectivamente.

Estos números podrían estar influenciados por factores culturales y económicos, como la falta de un fuerte estado del bienestar y las dificultades que tienen los jóvenes para independizarse temprano.

Los países escandinavos

Los países nórdicos adoptan un enfoque diferente. Su objetivo es facilitar a las mujeres tener hijos y seguir con sus carreras profesionales. Han invertido mucho en educación temprana para que los niños estén cuidados mientras ambos padres trabajan.

En Suecia, las familias solo pagan el 11 % del coste de una plaza en una guardería, el precio más bajo del primer mundo. Además, tanto en Suecia como en Noruega y Dinamarca, más de la mitad de los niños menores de dos años están inscritos en guarderías. También existen generosas bajas de maternidad y paternidad, incentivando a ambos padres a involucrarse por igual en los primeros meses de la vida del niño.

Francia: el mejor país para tener hijos

Francia destaca en cuanto al apoyo a las familias dentro de la Unión Europea y por eso tiene la tasa de natalidad más alta del bloque, con un promedio de 1,8 nacimientos por mujer.

Estos datos, analizados a futuro, sugieren que, si las tendencias actuales persisten, la población francesa podría superar a la de Alemania para el año 2045.

El Estado francés ha implementado políticas que benefician a las familias de manera importante. Una de estas medidas consiste en conceder subvenciones en efectivo a partir del nacimiento del segundo hijo. Además, aquellas familias que cuenten con tres hijos o más, gozarán de beneficios adicionales, reconociendo y apoyando su contribución demográfica al país.

A pesar de que Francia tiene medidas que se asemejan a las de otros países europeos en términos de apoyo a las familias, el motivo exacto de su éxito en el ámbito de la natalidad sigue siendo incierto. No hay una explicación definitiva que aclare por qué Francia se encuentra en una posición líder en este aspecto.

Para impulsar la natalidad, es fundamental cuidar a las familias: ofrecer subvenciones a familias numerosas, bajas de maternidad y paternidad generosas y, en definitiva, proteger y defender la vida.

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