Ni la rutina, ni los celos: este es el mayor peligro para unos recién casados, según Gary Chapman
El célebre autor de 'Los cinco lenguajes del amor' revela cuál es la emoción que más puede hacer peligrar un matrimonio, especialmente aquellos que llevan menos de dos años casados
Según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística, en 2022 se produjeron en España casi cinco rupturas matrimoniales, por cada diez nuevos matrimonios. Con un matiz más que llamativo: el 35 % de los divorcios se dio entre parejas que llevaban menos de 10 años casadas, y el 2,5 %, durante los dos primeros años tras la boda.
De hecho, las comparaciones con años anteriores revelan que las parejas cada vez duran menos tiempo juntas, y que los divorcios, separaciones y nulidades tempranas no dejan de crecer cada año, mientras que el número de matrimonios sigue en caída libre desde hace diez años.
Un trampantojo emocional
Pero, ¿por qué ocurre este fenómeno, si la mayoría de las parejas se casan enamoradas y sin idea de divorciarse? Según el célebre consejero matrimonial Gary Chapman, autor de la teoría de los cinco lenguajes del amor, «nuestros sueños antes del matrimonio son de dicha conyugal: 'Vamos a ser muy felices; otras parejas quizá discutan y riñan, pero nosotros no, porque nos amamos'», explica en su popular obra, escrita tras haber asesorado a miles de parejas de todo el mundo.
Sin embargo, este deseo de dicha inmaculada se trata de un trampantojo, pues «por supuesto, no somos tan ingenuos y sabemos de un modo intelectual que con el tiempo habrá diferencias», explica.
Lo que ocurre es que, a causa del modo en que las endorfinas generadas en esta primera etapa de la relación sentimental impactan en nuestro cerebro, «estamos seguros de que, llegado el caso, discutiremos con franqueza; que uno siempre estará dispuesto a hacer concesiones y que llegaremos a un acuerdo. Y esto ocurre porque es difícil creer otra cosa cuando estás enamorado».
La culpa no es de la monotonía
Y aquí es donde Chapman explica cuál es el sorprendente sentimiento que está en la base de la mayoría de las rupturas matrimoniales, muy especialmente de las tempranas y de aquellas que se dan en los primeros años tras el nacimiento de los hijos.
Y no, a pesar de lo que digan las canciones y el imaginario colectivo, ese sentimiento no es la monotonía, ni los celos, ni las infidelidades. Al contrario, ese «peligroso sentimiento» es… el enamoramiento. O, para ser más precisos, «la información errónea de que la obsesión del enamoramiento duraría para siempre», en palabras de Chapman.
Y es que «el enamoramiento eterno es ficción, no es una realidad», explica el autor. La neurociencia y la psicología así lo avalan. Tal vez los estudios más famosos en este sentido sean los que llevó a cabo la psicóloga estadounidense Dorothy Tennov, que llegó a acuñar el término «limerencia» para describir el proceso químico que se desata durante el «estado mental involuntario fruto de una atracción romántica por otra persona», y que, en promedio, no dura más de dos años.
La euforia química del enamoramiento
«La euforia –química– del enamoramiento nos hace percibir la ilusión de que tenemos una relación absolutamente íntima, que nos pertenecemos el uno al otro y que podemos vencer todos los problemas de una forma altruista», alerta Champan. Y «tal obsesión nos da la falsa sensación de que se erradicaron nuestras actitudes egocéntricas y que nos convertimos en una especie de Madre Teresa, dispuestos a darlo todo por el bien de la persona amada» aunque «esa manera de pensar es siempre fantasiosa y fallamos al no tener en cuenta la realidad de la naturaleza humana», apunta.
Porque, aunque suene duro en boca de un reputado experto en relaciones humanas como Gary Chapman, la realidad es que «somos egocéntricos por naturaleza y nuestra visión del mundo gira a nuestro alrededor. Ninguno de nosotros es altruista por completo. Y solo la euforia del enamoramiento nos da esa ilusión».
Por ese motivo, «una vez que la experiencia de enamorarse sigue su curso natural, más allá de esos dos años de promedio, regresamos al mundo de la realidad y volvemos a ser nosotros mismos; poco a poco se esfuma la ilusión de la intimidad y se hacen valer los deseos individuales, las emociones, los pensamientos y los patrones de conducta», explica.
Resignarse, divorciarse o… una tercera vía
Es en ese momento cuando «algunas parejas creen que el final de la experiencia del enamoramiento implica que solo tienen dos opciones: resignarse a vivir desdichados con su cónyuge, o abandonar el barco y probar de nuevo. Y nuestra generación ha optado por la última, mientras que las generaciones anteriores a menudo se escogía la primera», explica el autor de Los cinco lenguajes del amor.
Pero dado que «la tasa de divorcio en segundas nupcias es más alta que en primeras nupcias, y en terceras nupcias es incluso mayor», él propone una tercera vía: pasar «del enamoramiento, al amor verdadero». Y detalla cómo.
El amor en los matrimonios exitosos
El primer paso es que «tenemos que reconocer la experiencia del enamoramiento por lo que fue, un alza emocional temporal, y ahora luchar por el amor verdadero con nuestro cónyuge, que es un amor emocional por naturaleza, pero no es obsesivo», ni tampoco puramente «químico».
Según su experiencia de campo, en los matrimonios exitosos «el amor une la razón y la emoción. Involucra un acto de la voluntad, requiere disciplina y reconoce la necesidad del crecimiento personal. Porque nuestra necesidad emocional más básica no es enamorarnos, sino ser amados de verdad por el otro, con un amor que brota de la razón y de la decisión, no del instinto», afirma Chapman.
Es decir, que, como cónyuge «necesito que me ame alguien que decida amarme, que vea en mí algo digno de amar», explica. Así, como proclama en sus múltiples conferencias y gracias a lo que descubre en sus terapias con miles de parejas, «los adultos casados ansían sentir el afecto y el amor de sus cónyuges porque nos sentimos seguros cuando estamos confiados de que nuestra pareja nos acepta, nos quiere y está comprometida con nuestro bienestar».
Dicho con sus palabras, «el amor es la actitud que dice: estoy casado contigo y decido velar por tus intereses. Y luego, la persona que decide amar debe encontrar las maneras más adecuadas para expresar esa decisión».
Naturalmente, Chapman explica que para lograrlo es necesario «llenar el tanque del amor» del cónyuge a través de los cinco lenguajes del amor: el contacto físico, las palabras de reconocimiento, los actos de servicio, el tiempo de calidad y los regalos. Aunque para conocer en detalle el modo concreto de hacerlo con cada uno de ellos será necesario seguir avanzando en esta serie de reportajes de El Debate.