Los lenguajes del amor
El «caso del fotógrafo»: por qué importa tanto la forma de hablar a tu cónyuge
Aunque Gary Chapman describe cinco lenguajes del amor, los dialectos afectivos de cada uno de ellos amplían el abanico de expresiones conyugales llenas de matices. Así ocurre con las palabras alentadoras, uno de los dialectos que puede salvar un matrimonio… o condenarlo al fracaso
Es economista y filólogo por la Universidad de Estocolmo y máster de Dirección por el IESE, aunque ahora trabaja en el sector de la consultoría. Sin embargo, lo que hace que a Fernando Poveda le llamen para dar conferencias y talleres en auditorios de toda España no tiene nada que ver con esos ámbitos profesionales, sino que es gracias a los consejos con los que ha ayudado a cientos de matrimonios gracias a su obra La pareja que funciona (Nueva Eva, 2020).
Tanto en su libro como en sus charlas, Poveda explicita y desarrolla muchos de los matices que Gary Chapman apunta o esboza en su libro Los cinco lenguajes del amor. Y, además, los ilustra con ejemplos reales que pueden sonar mucho más cercanos para el público español. Por ejemplo, la anécdota sobre un amigo suyo, de profesión fotógrafo.
El caso del fotógrafo
Aquel hombre era realmente muy bueno en su trabajo. Destacaba de tal modo que sus clientes y sus compañeros de profesión se lo reconocían… Parecía tener una virtud a ojos de todo el mundo, salvo de los de su esposa. A pesar de que, según relata Poveda, él era un tipo humilde, ella nunca le halagaba por nada, ni ensalzaba esa faceta en la que su marido destacaba a ojos de los demás. «No le digo nada, porque si no, se lo va a creer», le dijo ella a Poveda en cierta ocasión.
«La cosa iba bien hasta que mi amigo empezó a trabajar con una fotógrafa que le admiraba muchísimo y se lo decía con frecuencia; de hecho, le animó a hacer crecer el negocio porque vio en él mucho más potencial del que estaba desarrollando». Poco después, aquel hombre «tuvo una crisis en el matrimonio, un momento de bajón de esos tan normales… pero llovió sobre mojado, llegó a la conclusión de que su mujer nunca le había querido ni reconocido, y acabó dejándola a ella y yéndose con la otra fotógrafa», remarca Poveda en sus charlas.
Los dialectos afectivos
Naturalmente, el autor no exculpa ni justifica al protagonista de la historia, al que de hecho intentó ayudar, sin éxito, para que no rompiese su matrimonio. Sin embargo, Poveda parte del triste caso para explicar lo necesario que es para una pareja conocer el poder que tienen «las palabras de reconocimiento», uno de los cinco lenguajes del amor descrito por Chapman.
La importancia que pueden tener para un matrimonio es tanta, que merece la pena detallar los tipos de «palabras de reconocimiento» que conforman este lenguaje del amor. Porque no son solo, ni principalmente, halagos o piropos. Los 'dialectos' de las palabras de reconocimiento son: las palabras bondadosas, las palabras humildes y las palabras alentadoras, en las que se va a centrar este artículo.
Palabras alentadoras
«Los cumplidos verbales son solo una manera de expresar las palabras de afirmación», explica Chapman. «Pero otro dialecto de este lenguaje es el de las palabras alentadoras. La palabra 'alentar' significa animar, infundir aliento o esfuerzo, dar vigor. Y todos tenemos esferas en las que nos sentimos inseguros, nos falta vigor, y esa falta de vigor a menudo nos impide hacer las cosas positivas que nos gustaría hacer. El potencial latente dentro de tu cónyuge en sus aspectos de inseguridad quizás esté a la espera de tus palabras alentadoras», destaca.
El autor de Los cinco lenguajes del amor pone algunos ejemplos concretos: «Quizás tu cónyuge tenga cierto potencial sin explotar en uno o más campos de su vida. Ese potencial tal vez esté a la espera de tus palabras alentadoras. A lo mejor necesita matricularse en un curso para desarrollar ese potencial. Es posible que le haga falta conocer a algunas personas inspiradoras que hayan triunfado en ese campo… Tus palabras de aliento pueden darle a tu cónyuge el valor necesario para dar ese primer paso». Y remarca: «Casi todos tenemos más potencial del que desarrollaremos jamás. Muchas veces lo que nos detiene es la falta de valor. Un cónyuge amoroso puede suministrar todos esos catalizadores importantes».
Empatía, perspectiva… y práctica
Eso sí, Gary Chapman recuerda que, para no causar un mal no buscado, «el aliento requiere empatía y ver el mundo desde la perspectiva de tu cónyuge. Primero, debemos saber lo que es importante para tu cónyuge. Sólo entonces podremos alentarle. Con el aliento verbal, tratamos de comunicarle algo así como: 'Lo sé. Me preocupo. Estoy contigo. ¿Cómo puedo ayudarte?'. Tratamos de demostrarle que creemos en él y en sus capacidades. Le damos crédito y elogio».
Y concluye la explicación de este «dialecto» afectivo, poniéndolo en práctica para alentar a todos aquellos que no se vean capaces de hablar de este modo con su cónyuge: «Las palabras alentadoras quizá sean difíciles de expresar. Es posible que no sean tu lenguaje primario del amor. Si tienes un patrón de palabras de crítica y condena, te puede resultar muy difícil aprender este lenguaje… pero puedo asegurarte que valdrá la pena el esfuerzo».